miércoles, 23 de enero de 2013

Noche serena

(Oda VIII)

                    A Diego Loarte

Cuando contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo,
de noche rodeado,
en sueño y en olvido sepultado,
el amor y la pena
despiertan en mi pecho un ansia ardiente;

despiden larga vena
los ojos hechos fuente;
la lengua dice al fin con voz doliente:
Morada de grandeza,
templo de claridad y de hermosura:
mi alma que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel, baja, oscura?

¿Qué  mortal desatino
de la verdad aleja ansí el sentido,
que de tu bien divino
olvidado, perdido,
sigue la vana sombra, el bien fingido?
El hombre está entregado
al sueño, de su suerte no cuidando,
y con paso callado
el cielo, vueltas dando,
las horas del vivir le va hurtando.

¡Ay!, despertad, mortales!
Mirad con atención en vuestro daño.
¿Las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
podrán vivir de sombra y sólo engaño?
¡Ay!, levantad los ojos
a aquella celestial eterna esfera:
burlaréis los antojos
de aquesta lisonjera
vida, con cuanto teme y cuanto espera.
¿Es más que un breve punto
el bajo y torpe suelo, comparado
con aquel gran trasunto,
do vive mejorado
lo que es, lo que será, lo que ha pasado?
Quien mira el gran concierto
de aquellos resplandores eternales,
su movimiento cierto,
sus pasos desiguales,
y en proporción concorde tan iguales:
la luna cómo mueve
la plateada rueda, y va en pos de ella
la luz do el saber llueve,
y la graciosa estrella
de Amor la sigue reluciente y bella;

y cómo otro camino
prosigue el sanguinoso Marte airado,
y el Júpiter benino,
de bienes mil cercado,
serena el cielo con su rayo amado.
Rodéase en la cumbre
Saturno, padre de los siglos de oro;
tras él la muchedumbre
del reluciente coro
su luz va repartiendo y su tesoro.»
¿Quién es el que esto mira,
y precia la bajeza de la tierra,
y no gime y suspira
por romper lo que encierra
el alma, y de estos bienes la destierra?
Aquí vive el contento,
aquí reina la paz; aquí, asentado
en rico y alto asiento
está el Amor sagrado,
de glorias y deleites rodeado.
Inmensa hermosura
aquí se muestra toda, y resplandece
clarísma luz pura
que jamás anochece:
eterna primavera aquí florece.

¡Oh, campos verdaderos!
¡Oh, prados con verdad frescos y amenos!
¡Riquísimos mineros!
¡Oh, deleitosos senos!
¡Repuestos valles, de mil bienes llenos!

Fray Luis de León: Obras propias, y traducciones latinas y griegas y italianas, con la parafrasi de algunos psalmos y capítulos de Iob. Sacadas de la librería de don Manuel Sarmiento de Mendoça, canónigo de la Magistral de la santa Iglesia de Sevilla* (1631)

Versións:
Nydia Caro: Noche serena; De amores luminosos; 1998; Pista 8



Juan Carlos Mestre: Noche serena**; Huelas de Salamanca; 2005; Pistas 1 e 2



*[Primeira edición dos poemas de Fray Luis de León feita por Francisco de Quevedo]
**[O recitativo de Juan Carlos Mestre atópase dividido en dúas partes no CD Huellas de Salamanca: a primeira parte ao final da pista 1, despois dunha cantiga popular castellana, Salamanca la blanca; a segunda parte ao comezo da pista 2, precedendo ao poema Alegra Titiritero de Juan Ramón Jiménez, as dúas musicalizacións están interpretadas por Amancio Prada]

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