viernes, 29 de enero de 2016

Ángel de humana figura

    ¡Ángel de humana figura,
furia con rostro de dama,
fría y encendida llama
donde mi alma se apura!
Escucha las sinrazones,
de tu desamor causadas,
de mi alma trasladadas
en estos tristes renglones.


    No escribo por ablandarte,
pues con tu dureza estraña
no valen ruegos ni maña,
ni servicios tienen parte.

Escríbote porque veas
la sinrazón que me hazes,
y quan mal que satisfazes
al valor de que te arreas.

    Que alabes la libertad
es muy justo, y razón tienes;
mas mira que la mantienes
sólo con la crueldad,

y no es justo lo que ordenas:
querer, sin ser ofendida,
sustentar tu libre vida
con tantas muertes agenas.

    No imagines que es deshonra
que te quieran todos bien,
ni que está en usar desdén
depositada tu honra.

Antes, templando el rigor
de los agravios que hazes,
con poco amor satisfazes
y cobras nombre mejor.

    Tu crueldad me da a entender
que las sierras te engendraron,
o que los montes formaron
tu duro, indomable ser:

que en ellos es tu recreo,
y en los páramos y valles,
do no es posible que halles
quien te enamore el deseo.

    En una fresca espesura
una vez te vi sentada,
y dixe: «Estatua es formada
aquella de piedra dura.»
Y aunque el moverte después
contradixo a mi opinión,
«En fin, en la condición
-dixe-, mas que estatua es.»

    Y ¡hoxalá que estatua fueras
de piedra, que yo esperara
qu’el cielo por mi cambiara
tu ser, y en muger bolvieras!
Que Pigmaleon no fue
tanto a la suya rendido,
como yo te soy y he sido,
pastora, y siempre seré.

    Con razón, y de derecho,
del mal y bien me das pago:
pena por el mal que hago,
gloria por el bien que he hecho.
En el modo que me tratas
tal verdad es conoscida:
con la vista me das vida,
con la condición me matas.


    Dese pecho que se atreve
a esquivar de amor los tiros,
el fuego de mis sospiros
deshaga un poco la nieve.
Concédase al llanto mío,
y al nunca admitir descanso,
que buelva agradable y manso
un solo punto tu brío.


    Bien se que abras de decir
que me alargo, y yo lo creo;
pero acorta tú el deseo,
y acortaré yo el pedir.
Mas, según lo que me das
en quantas demandas toco,
a ti te importa muy poco
que pida menos o más.


    Si de tu estraña dureza
pudiera reprehenderte,
y aquella señal ponerte
que muestra nuestra flaqueza,
dixera, viendo tu ser,
y no así como se enseña:
«Acuérdate que eres peña,
y en peña te has de bolver.»

    Mas seas peña o azero,
duro mármol o diamante,
de un azero soy amante,
a una peña adoro y quiero.
Si eres ángel disfraçado,
o furia, que todo es cierto,
por tal ángel vivo muerto,
y por tal furia penado.


Miguel de Cervantes: La Galatea (1585)

Versións:
Ángel Corpa: Ángel de humana figura; Amor tiene por nombre; 2005; Pista 1

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