sábado, 9 de enero de 2016

Los libertadores

AQUÍ viene el árbol, el árbol
de la tormenta, el árbol del pueblo.
De la tierra suben sus héroes
como las hojas por la savia,
y el viento estrella los follajes
de muchedumbre rumorosa,
hasta que cae la semilla
del pan otra vez a la tierra.


         Aquí viene el árbol, el árbol
         nutrido por muertos desnudos,
         muertos azotados y heridos,
         muertos de rostros imposibles,
         empalados sobre una lanza,
         desmenuzados en la hoguera,
         decapitados por el hacha,
         descuartizados a caballo,
         crucificados en la iglesia.


Aquí viene el árbol, el árbol
cuyas raíces están vivas,
sacó salitre del martirio,
sus raíces comieron sangre
y extrajo lágrimas del suelo:
las elevó por sus ramajes,
las repartió en su arquitectura.
Fueron flores invisibles,
a veces, flores enterradas,

otras veces iluminaron
sus pétalos, como planetas.


         Y el hombre recogió en las ramas
         las caracolas endurecidas,
         las entregó de mano en mano
         como magnolias o granadas
         y de pronto, abrieron la tierra,
         crecieron hasta las estrellas.


Éste es el árbol de los libres.
El árbol tierra, el árbol nube,
el árbol pan, el árbol flecha,
el árbol puño, el árbol fuego.
Lo ahoga el agua tormentosa
de nuestra época nocturna,

pero su mástil balancea
el ruedo de su poderío.


        Otras veces, de nuevo caen
        las ramas rotas por la cólera
        y una ceniza amenazante
        cubre su antigua majestad:
        así pasó desde otros tiempos,
        así salió de la agonía
        hasta que una mano secreta,
        unos brazos innumerables,
        el pueblo, guardó los fragmentos,
        escondió troncos invariables,
        y sus labios eran las hojas
        del inmenso árbol repartido,
        diseminado en todas partes,
        caminando con sus raíces.
        Éste es el árbol, el árbol
        del pueblo, de todos los pueblos
        de la libertad, de la lucha.


Asómate a su cabellera:
toca sus rayos renovados:

hunde la mano en las usinas
donde su fruto palpitante
propaga su luz cada día.
Levanta esta tierra en tus manos,
participa de este esplendor,
toma tu pan y tu manzana,
tu corazón y tu caballo
y monta guardia en la frontera,
en el límite de sus hojas.


         Defiende el fin de sus corolas,
         comparte las noches hostiles,
         vigila el ciclo de la aurora,
         respira la altura estrellada,
         sosteniendo el árbol, el árbol
         que crece en medio de la tierra.


Pablo Neruda: IV. Los libertadores. Canto General (1950)

Versións:
Quilapayún: Árbol de los libres; Umbral; 1979; Cara 1, Corte 2



Quilapayún: El árbol; Chante Neruda; 1983; Cara 1, Corte 2

(Reedición da versión do disco Umbral, do ano 1979)




Quilapayún: El árbol de los libres; Canta a Pablo Neruda, Vicente Huidobro, García Lorca y grandes poetas; 2000; Pista 10

(Reedición da versión do disco Umbral, do ano 1979)



Quilapayún: El árbol de los libres; Umbral (Picap); 2002; Pista 2

(Remasterización da versión do disco Umbral, do ano 1979, no selo Picap)

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