jueves, 30 de noviembre de 2017

O ya porque a su rey o al nuestro importe

(…)

[CARLOS. Embajador de Francia]
      O ya porque a su rey o al nuestro importe,
Lleno de honor y de prudencia lleno
De Inglaterra a la francesa corte
Fue por embajador Tomás Boleno.
No sé de los carámbanos del norte,
Como en fuego llevó tanto veneno;
Pero ese móvil de cristal y plata
En su curso los cielos arrebata.
      Este llevó tras sí, por mi ventura,
(siempre la tuve yo para mas pena)
Usurpada de Londres la hermosura
En su gallarda hija Ana Bolena.
En aquella deidad hermosa y pura,
De los hombres bellísima sirena,
Pues aduerme a su encanto los sentidos,
Ciega los ojos y abre los oídos.
      Vila en París un día. ¡A Dios plugniera,
No que, como se dice, antes cegara,
Sino que a tantas plumas rayos diera,
Que al ave mas hermosa así imitara!
Fuera el pavón de Juno entonces, fuera
El aura celestial en noche clara;
Que para ver de un sol las luces bellas,
Bien fueran menester tantas estrellas.
      En un festín acompañada entraba
De la mayor belleza, que vio el suelo;
De plata y seda azul vestida estaba;
(¿Cuándo no se vistió de azul el cielo?)
Yo, que entonces de libre blasonaba,
Quedé al mirarla envuelto en fuego y hielo;
Que como amor es rayo sin violencia,
Crece, y crece en su misma resistencia.
      Fácil hace un diamante a otro diamante,
Y posible un acero hace a otro acero;
El imán al imán es semejante;
Felice es siempre el que llegó primero.
¿Pués qué mucho, que amor en un instante
Postrase humilde, corazón tan fiero,
Si en tanta confusión dispuso el ciego
Imán, rayo, diamante, acero y fuego?
      Danzó; dancé con ella; no quisiera
Decirte como allí mis confianzas
Resucitaron, conociendo que era
Muger quien supo hacer tantas mudanzas.
Dejó en mi mano un lienzo, lisonjera
Prenda, con que animó mis esperanzas,
Y astrólogo favor, cuyos despojos
Anunciaron el llanto de mis ojos.
      Amé, quise, estimé mansos rigores;
Serví, sufrí, esperé locos desvelos;
Mostré, dije, escribí locos amores;
Sentí, lloré, temí tiranos celos;
Gocé, tuve, alcancé dulces favores;
Dejé, perdí, olvidé vanos recelos.
Testigos fueron de la gloria mía
Muda la noche y pregonero el día.
      Porque apenas el sol se coronaba
De nueva luz en la estación primera,
Cuando yo en sus umbrales adoraba
Segundo sol en abreviada esfera.
La noche apenas trémula bajaba,
A solos mis deseos lisonjera,
Cuando un jardín, república de flores,
Era tercero fiel de mis amores.
      Allí el silencio de la noche fría
El jazmín, que en las redes se enlazaba,
El cristal de la fuente, que corría,
El arroyo, que a solas murmuraba,
El viento, que en las hojas se movía,
El aura, que en las flores respiraba,
Todo era amor. ¿Qué mucho si en tal calma
Aves, fuentes y flores tienen alma?
      ¿No has visto providente y oficiosa
Mover el aire iluminada abeja
Que, hasta beber la púrpura a la rosa
Ya se acerca cobarde, y ya se aleja?
¿No has visto enamorada mariposa
Dar cercos a la luz, hasta que deja
En monumento fácil abrasadas
Las alas de color tornasoladas?
      Así mi amor cobarde muchos días
Tornos hizo a la rosa y a la llama,
Temor, que ha sido entre cenizas frías
Tantas veces llorado de quien ama;
Pero el amor, que vence con porfías,
Y la ocasión, que con disculpas llama,
Me animaron, y la abeja y mariposa
Quemé las alas, y llegué a la rosa.
      ¡O mil veces feliz aquel que alcanza
Un imposible, a tanto amor rendido!
¿Quién dice, que, muriendo la esperanza,
Nace de sus cenizas el olvido?
Quien dice, que se igualan la mudanza
Y posesión, ni quiere ni ha querido;
Porque ¿Cómo querría enamorado
Quien lo niega después que está obligado?
      En este tiempo acaba la embajada
Su padre, y ella vuelve a Inglaterra,
Quedando yo, como en la noche helada,
Ausente el sol, suele quedar la tierra.
Considera de una alma enamorada
Cuantos discursos imagina y yerra,
Que tantos hice, porque no la vía.
¿Qué mucho, si es el norte que me guía?
      Pedí al rey la embajada, que he traido;
Diómela, vine a Londres, y gozoso
Estoy de ver, que el rey me ha detenido.
¡Ojalá fuera un siglo perezoso!
Aunque parte del bien me ha suspendido
Ver, que hoy viene a palacio mi amoroso
Dueño. Mi pena es esta y mi cuidado.
Mira si estoy con causa enamorado.

(…)

Calderón de la Barca: Jornada Iª. La cisma de Inglaterra (1627)

Versións:
José Mª Vitier e Jorge Drexler: Dulces favores; Canciones del buen amor; 2002; Pista 5



José Mª Vitier e Martirio: Dulces favores; El aire que te rodea; 2011; Pista 3

miércoles, 29 de noviembre de 2017

La mujer de la albahaca

Así se hace el paisaje:
póngale cielo arriba, cielo por dos mitades,
un rebaño de nubes, un árbol solitario;
ponga una raya al medio, pero lejos, muy lejos
y déjeme quedarme soledad por mirarla,
por ver atardecer, porque sí, para nada;
por ver volver las tórtolas simples, crepusculares;
déjeme en esta orilla donde miro hacia adentro
y donde me padece, como un niño, la sangre.

Déjeme ser la greda. Yo me conozco el aire;
entre ser y no ser, me da por ser callada.
Un bulto de silencio donde el viento se queda
demorado, de piedra, detenido un instante.
Él siempre deja un poco de polvo compañero,
un arenal de adioses, un bailarín cansado
a quien, hace mil años, llamamos remolino
y hace girar, girando, sobre un pie a la distancia.

Así se hace el paisaje: de mirar el origen.
Cielo arriba los ojos. Y debajo, la sangre.

Tengo, si es por tener, los sagrados oficios;
tengo de hacer el pan, de amasarlo temprano,
de taparlo a la hora que el sol trepa a los pájaros
y dejarlos que crezcan como un fruto en octubre
lentamente, a la sombra patriarcal de los árboles.
Tengo, si es por tener, la leña del quebracho
que me caldea el horno desde lo rojo al blanco.
Tengo, que cuando vienen los míos de la lluvia,
tengo pan y me suenan a trigo las enaguas.
Tengo que si lo pongo como un sol en la mesa
mis hijos parpadean, ríen encandilados
hasta que traigo humeando una ollada de locro
y mi hombre parte el pan sobre su pecho grande
y ahí, entre sus voces laboriosas y lerdas,
miro caer la luna en lentas rebanadas.

Entonces sí me acuerdo. Al paso del recuerdo
me acuerdo de a pedazos, me acuerdo y no me acuerdo.
Voy llenando los platos ausente del sonido,
como mirando atrás, como atrás del pañuelo
y mientras vuelco el frito de pimentón al rojo
siento que, de repente, se derrumba el olvido:
una se pasa el año soñando con la albahaca.
Pasa que nunca pasa el año mujeriego.
Una anda de soltera sin levantar los ojos
y aprende entre las viejas el tacto de los ciegos.
Una guarda en la oreja algunas picardías,
picaduras de abejas y cuentos de velorio,
siembra albahaca a la orilla de la acequia sonora
hasta que el carnaval suelta todos los toros
y más luego, el Pukllay fusila la tristeza
y una no sabe nunca quien le ardió la pollera,
la cosa es que una tiene de azufre los sentidos
y ahí nomás, de espaldotas, cae a la primavera.

Es diablo el carnaval, sabe todas las mañas,
pellizca en los fortines inocente de harina,
le chaya al pobrerío tanta alegría simple
que el miércoles nomás todo queda ceniza.
Después vienen los lloros, vuelve lo cotidiano
y, si hay suerte, una tiene quien le ronde las casas.
Más rápido que pronto hay que parar el rancho
mientras vuelve el otoño cansando las vidalas.
Todo para juntar los míos en la mesa
y contar lo que tengo con los dedos del alma.
Largas fueron las lunas y los hijos crecieron
y la muerte no pudo darnos vuelta la taba.
Esta es la hora linda. Todo vuelve a su sitio.
Transparente, el recuerdo, se quiebra en las cucharas.
Todo se me figura como rezar a solas
y es como si comiéramos dentro de una campana.
Suenan lejos las cosas: desde allá del sonido.
Demoradas, eternas, son la cueva del sueño.
Atrás, la noche espera parada en los nogales,
y un aroma de albahaca pasa arriba, en el viento.

Armando Tejada Gómez: Canto popular de las comidas (1974)

Versións:
Inda Ledesma: La mujer de la albahaca; Armando Tejada Gómez (VVAA); 1999; Pista 9



Inda Ledesma: La mujer de la albahaca; Armando Tejada Gómez, Vol.1 (VVAA); 2012; Pista 12

(Reedición da versión do disco Armando Tejada Gómez, do ano 1999.)

lunes, 27 de noviembre de 2017

O verme e a estrela

Esta sede infinita de pureza
ausoluta, esta sede de xustiza
que nos queima, esta sede de beleza…
baixo as alas de pedra da preguiza
e a paga do pecado en cada esquina
e a herbiña sobre a foia e a ruína…

¡Esta sede de lus, mentres o vento
da morte zúa darredor das cousas
que están no noso corazón, cincento
sopro que arrinca os días, queima as chousas
máis íntimas, e várreas coma a ágoa…!
A lus do mundo é a que arde nunha bágoa.

Xosé María Díaz Castro: Nimbos (1961)

Versións:
2naFronteira: Alalá do verme e a estrela; Zapatiños para Díaz Castro; 2014; Pista 3

domingo, 26 de noviembre de 2017

El viejo luchador

Yo quiero predicar con fundamento
como aquel, don Giuseppe de la pipa,
que anduvo, tumultuoso y clandestino,
procreando este siglo en rebeldía.
Recuerdo y no recuerdo su silencio
paternal, como el humo de su pipa.

En qué calle quedó su grito muerto
con todo el ideal patas arriba?
Cómo le habrá dolido haber caído
cuando ya el alba que soñó, crecía?
Giuseppe predicaba en el desierto:
América era joven todavía.

Yo quiero predicar que ahora es cierto.
Que todas sus palabras eran chispas.
Porque en su pipa comenzó el incendio
que arde en la tierra tuya y en la mía.

Si él pudiera volver a sus geranios,
al humo de su pipa, al mediodía,
vería cómo avanza por el mundo
el mundo nuevo que nos prometía.

Entonces, con el sol recién llegado
de América insurgente, le diría:
—Buen día, don Giuseppe! En el desierto
están creciendo todas las espigas!

                                Salta, 1974

Armando Tejada Gómez: Bajo estado de sangre (1974-1983) (1986)

Versións:
Dúo Salteño: El viejo luchador; Dúo Salteño; 1973; Lado 2, Corte 5



Armando Tejada Gómez: El viejo luchador; Vigencia; 2005; CD3: Registros inéditos; Pista 13



*[Por razóns de espazo nunha entrada anterior etiquetouse a Armando Tejada Gómez, intérprete, como Tejada. Respectamos a etiqueta anterior para evitar duplicidades.]

jueves, 23 de noviembre de 2017

O vento

O vento unha noite
botóuse a zoar
con tódolos folgos
que puido xuntar.

Bufaba teimoso
ó longo do val,
na cima dos cotos
e no piñeiral.

Nas tellas, no alpendre,
na porta e no lar,
testán, sin acougo
veña de fungar.

Pero tras da noite
chegou a mañán,
e o vento rinchante
deixóu de bruar.

Xosé Neira Vilas: Cantarolas e contos prá xente miuda (1975)

Versións:
Suso Vaamonde: O vento; Cantarolas pra xente miuda; 1986; Cara B, Corte 4

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Descubrimiento de las cosas

De enjuto gris, el Oficial nos dijo:
—Deben desalojar esta vivienda.
Mi madre tapó el llanto con sus manos
de pie, sobre el umbral de la pobreza.
Y ya. Y era inmediato. Y muy de prisa.
—El agente se queda de Consigna
para cumplimentar el Lanzamiento.
Pasó del gris al negro, imperturbable
y luego, bostezó en nuestro silencio.

La intemperie es procaz. Saqué la mesa,
con al almuerzo muerto, a la vereda,
las sillas de totora, despintadas,
destotoradas: con el culo afuera.
La intemperie es hipócrita. Oí vecinos
condoliéndose de lejos, reprobando
no se sabía a quién, pero royendo
en nuestra humillación un hueso rancio.

Mi madre ató un colchón, juntó la ropa;
lágrima a lágrima desarmé su cama,
el milico ayudó con el ropero
que fue el que resistió con más agallas.
La pobrecita madre reunía
enseres diminutos, cosas viejas,
remanentes del uso de otros días
enmohecidos ya por la tristeza:
una tijera rota, tres botones,
cabos de vela, un candil sin asa,
la sartén de freír nuestra alegría,
la risa muerta de la palangana.
No terminaba nunca de juntar
su vida entre las cosas palpitantes,
la intimidad exigua de esa pieza,
el orden de sus sueños vulnerables.

El sol, aquel solazo del Oeste,
me astillaba alfileres de impaciencia,
el Agente bufaba con bigotes
y el vecindario hervía en la vereda.
—Vamos, madre, está bueno ya, le dije,
deje de revolver las cosas viejas;
para qué sirven, madre? Y ella dijo:
—Para tocar la vida y comprenderla.

Cuando salió, traía su geranio
y se puso a regarlo en la vereda.

Buenos Aires, 1976

Armando Tejada Gómez: Bajo Estado de sangre (1974-1983) (1986)

Versións:
Armando Tejada Gómez: Romance del desalojo; Vigencia; 2005; CD3: Registros inéditos; Pista 11



*[Por razóns de espazo nunha entrada anteior etiquetouse a Armando Tejada Gómez, intérprete, como Tejada. Respectamos a etiqueta actual para evitar duplicidades.]

martes, 21 de noviembre de 2017

O vento

O vento e o seu alento
é cousa que non se ve.
¡O vento ten un misterio!
¡O vento un misterio é!

Ás veces é un marmurio,
un sopro maino da brisa,
solermiño, arrolador,
semellante a unha sorrisa.

Ás veces o vento zoa,
poderoso, ameazante:
¡leva lousados e árbores
coa súa forza de xigante!

O vento tolo, na noite
corre, brúa, berra, brama:
¡eu a escoitalo, medoso,
acochadiño na cama!

O vento pasa bruante
con forza de xigantón.
¡Eu sinto por el respeto
e sempre lle chamo DON!

Manuel María: Os soños na gaiola (1968)

Versións:
Suso Vaamonde: O vento; Os soños na gaiola; 1978; Disco 2, Lado A, Corte 6

lunes, 20 de noviembre de 2017

Camiño de ferradura

(…)

(A escea fica en silenzo. A tormenta crece. Andan a rolar con estrondo impoñente polo ceo os tronos. Os lóstregos óllanse ó través da grande fenestra. Pola pequena porta da esquerda aparesce Bolaño, ferido, pálido, sangrando. Atravesa o taboado, paseniño, paseniño, até quedar ollando o camiño pola vidreira.)

XII

BOLAÑO:
¡Camiño de ferradura
que levas a Mondoñedo!
¡Nova rúa da Amargura!
¡Ou vereda da inxustiza
pola que rube ó martirio
o redentor da Galiza!
¡Dalle paso doce e brando,
que tamén él vai doído,
antre saións e sangrando!
¡Tamén él, todo bondades,
leva ás costas a cruz sagra
dun sono de libertade!
¡Tamén él cheo de dores,
vai con coroa de espiñas
posta de man de treidores!
¡Tamén él murcho e maltreito,
como rosa de pasión
leva unha chaga no peito!
¡Camiño de ferradura
aberto ó paso da Morte
na noite tristeira e escura,
leva con paz e sosego
ó soñador dunha patria,
ó novo Cristo galego!

(…)

Ramón Cabanillas e Antón Vilar Ponte: Acto 2º, Escena XIIª. O mariscal (1926)

Versións:
Miro Casabella: O mariscal; Ti, Galiza; 1977; Cara B, Corte 4

domingo, 19 de noviembre de 2017

O soñador

Quixera ser muiñeiro
para me enfoular de fariña
¡Levaría branca a pucha,
non cobraría a maquía!

Eu quixera ser Ferreiro
pra forxar o ferro roxo.
¡Con un martelo na mao
petaría ao meu antoxo!

Quixera ser mariñeiro,
mariñeiro e pescador:
¡tería un barco veleiro
e unha dorna con motor!

Quixera ser fogueteiro
e, nas festas patronais,
¡tirar foguetes, foguetes
de estalos fenomenais…!

E se eu fora canteiro
faría un pazo sen igual:
¡o pombal había de ser
o salón máis principal!

¡Mais son un pobre gaiteiro,
mais son un gaiteiro pobre!
¡Quéimame o sol no agosto;
móllame a choiva, si chove!

Un pobre gaiteiro eu son,
pequeniño e soñador.
¡Teño por mestre de música
ao melro máis silbador!

Manuel María: Os soños na gaiola (1968)

Versións:
Suso Vaamonde: O soñador; Os soños na gaiola; 1978; LP1, Cara B, Corte 1

sábado, 18 de noviembre de 2017

Eu cantar, cantar, cantéi

      Eu cantar, cantar, cantéi,
a grasia non era moita,
que nunca (delo me pesa)
fun eu meniña grasiosa.
Cantéi como mal sabía
dándolle reviravoltas,
cal fan aqués que non saben
direitamente unha cousa.
Pero dempóis paseniño,
i un pouco máis alto agora,
fun botando as miñas cantigas
como quen non quer a cousa.
Eu ben quixera, é verdade,
que máis boniteiras foran.
Eu ben quixera que nelas
bailase o sol cas palomas,
as brandas augas ca luz
i os aires mainos cas rosas;
que nelas craras se visen
a espuma das verdes ondas,
do ceu as brancas estrelas,
da terra as prantas hermosas,
as niebras de cor sombriso
que aló nas montañas rolan,
os berros do triste moucho,
as campaniñas que dobran,
a primadera que ríe
i os paxariños que voan.
Canta que te canta, mentras
os corasóns tristes choran.
Esto e inda máis, eu quixera
desir con lengua grasiosa;
mais donde a grasia me falta
o sentimento me sobra,
anque éste tampouco abasta
para espricar certas cousas,
que a veces por fora un canta
mentras que por dentro un chora.
Non me espriquéi cal quixera
pois son de espricansa pouca;
si grasia en cantar non teño
o amor da patria me afoga.
Eu cantar, cantar, cantéi,
a grasia non era moita.
¡Mais qué faser, desdichada,
Si non nacín máis grasiosa!

Rosalía de Castro: Cantares Gallegos (1863)

Versións:
Tempo catro sexteto: Eu cantar, cantar, cantéi; Os ollos que falan; 2014; Pista 9

viernes, 17 de noviembre de 2017

O sol

O sol chámase Lourenzo
e é un señor moi finchado
que está no alto do ceo
todo o día relumbrando.

Vai vestido de marelo,
leva chaleque encarnado.
Moi seguro de si mesmo
o seu calor nos vai dando.

O sol chámase Lourenzo
e é un señor moi sinalado.
¡Si non fora polo sol
estaría o mundo xeado!

Soio o sol manda no ceo,
moi solemne, moi barbado.
¡As súas barbas son os raios
con que nos vai alumando!

Manuel María: Os soños na gaiola (1968)

Versións:
Suso Vaamonde: O sol; Os soños na gaiola; 1978; LP2, Cara A, Corte 1

jueves, 16 de noviembre de 2017

Impre(ci)sión

sentada no café
mentres espero
e a espera é xa unha inércia sen contornos
que me leva a ningures
sentada aquí     sen nada
mentres morre un home
falsamente
nunha horrível fita americana
sobre os anos cuarenta
e un soldado abraza unha enfermeira
cos labres incrivelmente ben pintados
en plena guerra
no teito do café rebulen catro moscas
soa fora unha canción tan triste
tras a xanela da pensión máis próxima
estudan pálidas rapazas
medran acensalis nas fendas
das pedras conventuais
e a señardade
é agora tan fosca     tan espida a certeza
de ser todo un erro irremediável
de alguén
que non existe

Pilar Pallarés: De amor e desamor II* (1985)

Versións:
César Morán: Impre(ci)sión; Río de son e vento; 1999; Pista 15



*[Obra colectiva. Publicada por Edicións do Castro, Sada (A Coruña), 1985.]

miércoles, 15 de noviembre de 2017

O río levaba os ollos

O río levaba os ollos
ailalálo
pechados de carnes verdes,
de nenos rindo pechados.

O río levaba os ollos
ailalálo
soñando brinquedos brancos,
nenos despertos soñando.

O río levaba os ollos
ailalálo
cantando rotos de neve
nenos lixeiros cantando.

O río levaba os ollos
ailalálo
cortando sombras furtivas
de nenos furtos cortando.

O río levaba os ollos!

Álvaro Cunqueiro: Cantiga nova que se chama riveira (1933)

Versións:
Amancio Prada: O río levaba os ollos; A dama e o cabaleiro; 1987; Cara A, Corte 2

martes, 14 de noviembre de 2017

Cantan os galos pra o día

      —Cantan os galos pra o día;
érguete, meu ben, e vaite.
—¿Cómo me hei de ir, queridiña;
cómo me hei de ir e deixarte?
               
 
      —Deses teus olliños negros
como doas relumbrantes,
hastra as nosas maus unidas
as bágoas ardentes caen.
¿Cómo me hei de ir si te quero?
¿Cómo me hei de ir e deixarte,
si ca lengua me desbotas
e co corazón me atraes?
Nun curruncho do teu leito
cariñosa me abrigaches;
co teu manso caloriño
os fríos pes me quentastes;
e de aquí xuntos miramos
por antre o verde ramaxe
cál iba correndo a lúa
por enriba dos pinares.
¿Cómo queres que te deixe?
¿Cómo, que de ti me aparte
               
si máis que a mel eres dulce
e máis que as froles soave?
               
 
      —Meiguiño, meiguiño, meigo,
meigo que me namoraste,
vaite de onda min, meiguiño,
antes que o sol se levante.
               
 
      —Aínda dorme, queridiña,
antre as ondiñas do mare;
dorme porque me acariñes
e porque amante me chames,
               
que sólo onda ti, meniña,
podo contento folgare.
               
 
      —Xa cantan os paxariños.
Érguete, meu ben, que é tarde.
               
 
      —Deixa que canten, Marica;
Marica, deixa que canten…
               
Si ti sintes que me vaia,
eu relouco por quedarme.
               
 
      —Conmigo, meu queridiño,
mitá da noite pasaches.
               
 
      —Mais en tanto ti dormías,
contenteime con mirarte,
que así, sorrindo entre soños
coidaba que eras un ánxel,
e non con tanta pureza
ó pe dun ánxel velase.
               
 
      —Así te quero, meu ben,
como un santo dos altares;
mais fuxe…, que o sol dourado
por riba dos montes sale.
               
 
      —Irei; mais dame un biquiño
antes que de ti me aparte,
que eses labiños de rosa
inda non sei como saben.
               
 
      —Con mil amores cho dera;
mais teño que confesarme,
e moita vergonza fora
ter un pecado tan grande.
               
 
      —Pois confésate, Marica,
que, cando casar nos casen,
non che han de valer, meniña,
nin confesores nin frades.
¡Adiós, cariña de rosa!
               
 
      —¡Raparigo, Dios te garde!                
 
Rosalía de Castro: Cantares Gallegos (1863)

Versións:
Astarot: Cantan os galos pro día; Longa noite de pedra; 2005; Pista 2



Fucoxabier: Cantan os galos pro día; Once máis 15 (VVAA); 2009; Pista 14



Tempo catro sexteto: Cantan os galos pra o día; Os ollos que falan; 2014; Pista 6

lunes, 13 de noviembre de 2017

O río

O río pasa correndo,
non se para con ninguén.
O río canta prás cousas
e canta para min tamén.

¡O río canta prás albres
paxareiras da ribeira!
¡O río canta prós prados
e prás nubes viaxeiras!

A todos di seu cantar
con escuro e claro son.
¡A todos di seu cantar
anque llo escoiten ou non!

Non lle preguntes ao río
a ónde vai, de ónde ven.
¡O río pasa correndo!
¡O río non se entretén!

O río pasa correndo,
nunca deixa de pasar.
¡Vai dicindo a súa canción
e non se pode parar!

Manuel María: Os soños na gaiola (1968)

Versións:
Suso Vaamonde: O río; Os soños na gaiola; 1978; LP2, Cara A, Corte 4

domingo, 12 de noviembre de 2017

Chacarera del aparecido

Yo me olvido del olvido
y es por eso que recuerdo,
no sólo lo adolecido
sino lo que no recuerdo.

Quién puede, si es que pudiera
tener la memoria abierta
y lamerse las heridas
vida adentro y muerte afuera?

El impune, el asesino,
cuenta con que me descuenta
y no sabe que al olvido
lo culpan los que recuerdan.

No sé cómo no acordarme
de los desaparecidos,
si cuando busqué al recuerdo
lo tenían detenido.

No me maten otra vez,
dijo el desaparecido:
no sea que por no estar
yo sea el aborrecido.

Dejen la memoria ahí:
donde se olvida el olvido,
para que el verdugo sepa
que, adonde vaya, lo sigo.

No importa que yo no esté.
Soy un silencio testigo.
Si soy recuerdo y recuerdas
no olvides que no hay olvido.

Cuando las Madres pregunten
qué fue de nuestro destino,
no se olviden de acordarse
que ahí comienza el camino.

                      Buenos Aires, agosto de 1983

Armando Tejada Gómez: Bajo estado de sangre (1974-1983) (1986)

Versións:
Dúo Salteño: Fogata del aparecido; Madurando sueños; 1986; Lado 1, Corte 6



Viki Fontana: Fogata del aparecido; Armando Tejada Gómez, Vol.1; 2012; Pista 4

sábado, 11 de noviembre de 2017

O río

Fuxe o río polo río,
caladiño, sin dar pío.

Leva follas de ameneiro
que esparexe no areeiro.

Escalos, troitas e anguías
relocen nas augas frías.

Nas ponlas dos arboriños
chían melros i estorninos.

Sin présa, coa auga a fío,
marcha día e noite o río.

Xosé Neira Vilas: Cantarolas e contos prá xente miuda (1975)

Versións:
Suso Vaamonde: O río; Cantarolas pra xente miuda; 1986; Lado A, Corte 2

jueves, 9 de noviembre de 2017

Apoteosis

                                                                        II

(…)

      Adentro de un arco de llanto, que ningún ser humano ya jamás mirará, yo, borrado, acuchillado, con la lengua quemada por el ancestro del mundo, y el grito inútil, como adentro del pellejo universal, te seguiré llamando: viejo, ruinoso, muerto, sin cabeza, sin corazón, sin pupilas, hundido en lo infinito del infinito, y en el hoyo tremendamente hondo de lo irreparabilísimo, que rodea la gran soledad catastrófica con que me va a saludar tu actitud deshecha cuando me acueste, cansado de estar cansado de cansancio, a todo lo largo y lo ancho de tus riberas irremediables, despedazado en la memoria de los siglos, contigo y los hijos y las hijas y los nietos y las nietas y los padres y las madres, y los padres de los padres y las madres de las madres y los padres de los padres de los padres, y las madres de las madres de las madres, te seguiré llamando; caídos los vestiglos y desaparecido, hundido y perdido definitivamente en las tinieblas de la materia que únicamente, álgidamente, hórridamente alumbra cuando engendra, como un eco, un individuo, en aquel instante inmemoriable en que no he de ser ni una sombra de una sombra, te seguiré llamando, y te seguiré llamando por los siglos de los siglos de los siglos, desde la eternidad vacía, hacia la eternidad vacía, te seguiré llamando... aprendí a escribir adorándote, cantándote, idolatrándote, y hoy lanzo pedazos del mundo hecho pedazos, a tu memoria, tronchado y desde abajo, por adentro de un montón de escombros, entre la sociedad que se derrumba, agonizando, y los pequeños chacales hambrientos, que aúllan en el gran crepúsculo, en el cual todo está roto y no tiene sentido, todo está roto, todo está roto, y por cuyo abismo se levantan las hachas y las horcas, entre las llamas amargas, desaforadas de las últimas catástrofes, con un gran cinturón de terremotos y de cataclismos; ahora la aurora no volverá a asomar más, y los mundos oscuros, entrechocándose, rodarán, conmigo adentro, a la soledad enfurecida.
      Degüello mi lenguaje a tus pies y me arrojo como un toro oscuro y desnudo contra la nada.
    Acumulando los sepulcros de los héroes y los mártires de la tierra, desde la gran Asia mosaica al África ajusticiada por millones de degolladores de "Dios", desde la Europa de Marx a la América popular a la cual ahogó en alcohol la aristocracia-mercantil-encomendera, y a la gran oceanía cósmica, pantano del pasado, a la orilla mundial de la tumba única de la Plaza Roja y en donde repose el esqueleto de Jesucristo, encima de los océanos y los desiertos de acero, a la sombra de pólvora de los volcanes de Chile, que son el temperamento de la ciudadanía, por debajo de los osarios, por adentro de los milenios y las verdades de oleaje internacional, tu epitafio de universo caído en los siglos, gritará: “Aquí duerme y crece para siempre la más hermosa flor de los jardines del mundo: WINETT DE ROKHA”.

Pablo de Rokha: Fuego Negro (1953)

Versións:
Ocho Bolas: Fuego negro; Genio y figura; 2003; Pista 14

miércoles, 8 de noviembre de 2017

O retorno

                                A Lois Pereiro

En Itaca estaban todos mortos.
Dis que fun eu, Argos, o can, o primeiro en espertar:
—Dead, dead, dead!
Un cheiro máis forte que o do esterco,
o do home vivo,
foi o que me fixo vomitar os despoxos celestes,
os ósos das nubes,
os coiros do arco iris.
Aquel home que fedía a lenda,
con acenos de esqueleto incómodo
e espectro irado,
fendeu as unllas na cicatriz
e untou as sombras de lama das palabras.
Alí estaban os nosos nomes todos.
Tamén a memoria certeira das árbores
na horta de Laertes.
Medio cento de ringleiras de vides,
as trece pereiras,
as dez maceiras,
as corenta figueiras.
O vello cego viu, á fin, o fillo coa álxebra da terra.
Despois Odiseo
foinos espertando un a un
e as nosas bágoas son, dende entón,
o visgo que apreixa a luz
cunha violenta felicidade.

Manuel Rivas: A desaparición da neve (2009)

Versións:
Manuel Rivas e Pulpiño Viascón: O retorno; A desaparición da neve; 2009; Pista 6

martes, 7 de noviembre de 2017

Había que chegar, había que chegar pra ser

Había que chegar, había que chegar pra ser.
Había que deixar o que nacera,
o que iba medrando.
Había que deixalo.
Había que chegar.
Había que deixar a cume,
cume de quenturas,
cume que vive baixo a ponte das loitas,
baixo remos que viven no olvido do ben,
baixo a cruz que nos desina o tempo,
baixo a terra que a presada nos vai decindo,
nos di:

      “Había que chegar”.

De cando en cando miña cume fala soia,
volve ó seu e logra del,
logra a resposta do vecín-peito enfermo,
peito que se espaia recio para aquel outro que non ten cura,
peito feito dela que chega a nós,
peito que volve a cume ó seu,
súa infancia tecedeira,
súa primeira mirada que veu luz,
seu mañán en onte xa feito,
seu día craro:
toda verdade das cousas.
      ¡Anos poucos. Ouh!

María Mariño: Verba que comenza (1990)

Versións:
Manoele de Felisa: Había que chegar; De Felisa a María Mariño; 2007; Pista 8

lunes, 6 de noviembre de 2017

O piñeiro

Había un piñeiro
na cima do coto;
un piñeiro vello
que sempre era mozo.

Dende pequerrecho
foi bon amigolo
do sol e da chuvia,
do monte, de todos…

Sobor del chiaban
paxariños tolos,
e os nenos rubíano
gatuñando fonchos.

No pasado inverno
o vento arrincouno
e quedóu deitado
derriba dos toxos.

Foise murchecendo
pouqueniño a pouco,
até ser apenas
un probe cachopo.

Dempóis, cunha serra
fendérono todo
co mentes de darlle
un trafego novo.

Coas táboas fixeron
sete lavadoiros,
un berce moi chusco
e a porta dun forno.

Tal foi o destino,
xeneroso e longo,
do vello piñeiro
da cima do coto.

Xosé Neira Vilas: Cantarolas e contos prá xente miuda (1975)

Versións:
Suso Vaamonde: O piñeiro; Cantarolas pra xente miuda; 1986; Cara B, Corte 2

sábado, 4 de noviembre de 2017

Calma

Rhitmo dos remos, a compás.
Proas aos sésamos do día.
Esnaquizada na bahía
a noite inutei fica atrás.

Choupos de remos a compás
creban o vidro azul da ría.
Nunha espiral de melodía
suben ao sol os alalás.

O abrente pinta nos galaios.
Firen á mar —boiantes raios—
mil coiteladas de escarlata,

cando as traíñas trunfadoras
izan as redes promisoras
cheas de lóstregos de prata.

Eduardo Blanco Amor: Mar. Romances Galegos (1928)

Versións:
2naFronteira: Calma; Sons de Nós; 2015; Pista 3

viernes, 3 de noviembre de 2017

O petrucio

A Terra fíxose nil verbo armoñoso
transustanciado en música para darnos
a dimensión esacta dos camiños,
dos ventos e solpores,
das mañás transparentes
e das escuras noites da intrahistoria.

Pasade caladiños.
Estades diante a Fala,
descubrídevos.

Celso Emilio Ferreiro: Cimenterio privado (1973)

Versións:
A Quenlla: Irmau Daniel*; Os tempos inda non, non son chegados; 1986; Cara B, Corte 1



A Quenlla: Irmau Daniel*; As nosas cancións, vol.2; 1998; Pista 9

(Reedición da versión do disco Os tempos inda non, non son chegados, do ano 1986)




*[O recitativo deste poema de Celso Emilio Ferreiro está inxerido nunha composición musical propia do grupo A Quenlla.]

Sempre hai verba que non di e bon alalá que non zoa

Sempre hai verba que non di e bon alalá que non zoa.
Hai xiro longo en rebelo, mil medidas para unha soia.

María Mariño: Palabra no tempo (1963)

Versións:
Manoele de Felisa: Na carballeira*; De Felisa a María Mariño; 2007; Pista 3



*[A versión musical de Manoele de Felisa inclue temén os poemas Zoa na carballeira e Crareaba o camiño, as dúas da obra de María Mariño: Palabra no tempo, do ano 1963.]

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Águila sideral, viña de bruma

                  IX

Águila sideral, viña de bruma.
Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
           
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
           
Serpiente mineral, rosa de piedra.            
Nave enterrada, manantial de piedra.
Caballo de la luna, luz de piedra.
Escuadra equinoccial, vapor de piedra.
Geometría final, libro de piedra.
Témpano entre las ráfagas labrado.
Madrépora del tiempo sumergido.
Muralla por los dedos suavizada.
Techumbre por las plumas combatida.
Ramos de espejo, bases de tormenta.
Tronos volcados por la enredadera.
Régimen de la garra encarnizada.
Vendaval sostenido en la vertiente.
Inmóvil catarata de turquesa.
Campana patriarcal de los dormidos.
Argolla de las nieves dormidas.
Hierro acostado sobre sus estatuas.
           
Inaccesible temporal cerrado.
Manos de puma, roca sanguinaria.
Torre sombrera, discusión de nieve.
Noche elevada en dedos y raíces.
Ventana de las nieblas, paloma endurecida.
Planta nocturna, estatua de los truenos.
           
Cordillera esencial, techo marino.            
Arquitectura de águilas perdidas.            
Cuerda del cielo, abeja de la altura.
Nivel sangriento, estrella construida.
           
Burbuja mineral, luna de cuarzo.
Serpiente andina, frente de amaranto.
Cúpula del silencio, patria pura.
           
Novia del mar, árbol de catedrales.            
Ramo de sal, cerezo de alas negras.            
Dentadura nevada, trueno frío.
Luna arañada, piedra amenazante.
Cabellera del frío, acción del aire.
           
Volcán de manos, catarata oscura.            
Ola de plata, dirección del tiempo.            

Pablo Neruda: II. Alturas de Macchu Picchu. Canto General (1950)

Versións:
Aparcoa e Mario Lorca: Nativos americanos 3: malodía andina 2*; Canto General; 1971; LP1, Lado 2, Corte 3



Los Jaivas: Águila sideral; Alturas de Macchu Picchu; 1981; Lado B, Corte 1



*[O recitativo deste poema está precedido do recitativo dun fragmento do poema Entonces en la escala de la tierra he subido, da obra de Pablo Neruda: Alturas de Macchu Picchu. Canto General, do ano 1950.]