…seres inquietantes como nuevas
especies que vivieran en un espacio
tangente con el nuestro, acechando
nuestra autonomía y superioridad.
Nosotros no oímos hablar demasiado del siglo
pero el sol nos encuentra parados en su centro.
Olvidamos bien pronto el olor
a pólvora de nuestra infancia,
los secos sabores del hambre; la caballería del frío, etcétera.
La Historia es este momento:
esperamos a nuestra amiga
en los barandales de Vaslavski Namiesti,
cuando la experiencia ya está en la Universidad y las bibliotecas
y los mejores pollos de Praga en el grill del Palace Hotel.
Alguien nos propone la dialéctica
y nosotros sólo escuchamos un pregón en favor de los laberintos
que nos pide olvidar los hilos salvadores de Ariadna.
Nos proponen el futuro y nosotros nos defendemos del futuro
como de un murciélago que nos azota la cara.
Y aunque no queremos ser personajes patéticos,
nos sentimos por las mañanas viejos y enfermos.
Nuestros maestros son nuestros poetas:
“Soy el hombre, nada me vencerá
si rompo la vieja vida metida en una pose”.
Roque Dalton: Taberna y otros lugares (1969)
Versións:
Roque Dalton: Los jóvenes; Roque Dalton; 1981; Lado A, Corte 3
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