martes, 17 de septiembre de 2024

Caridá

A Eusebia Cosme

«Guasa, Columbia, a conconcó mabó».

La garganta de aguardiente raja en el eco rojizo,
y en la fuga galopante del bongó
hay desorden de sonidos desertores del embriago
y rugiente tableteo del rabioso pacatá.
¿Por qué no viene a la bacha la hija de Yemayá,
la pulposa,
la sabrosa,
la rumbosa y majadera Caridá?

La mulata que maltrata la chancleta chancharosa,
en el roce voluptuoso,
en el paso pesaroso
de su grupa mordisqueante y temblorosa,
tentadora del amor.

La epilepsia rimbombante que revuelve sus entrañas,
el sopor electrizante que le endulza la emoción,
resquebraja su cintura
y la exprime con locura
en la etiópica dulzura del sabroso guaguancó,
que es embrujo en el reflujo de la sangre azucarada
y es espasmo en el marasmo del trepidante bongó.

«Guasa, Columbia, a conconcó mabó».

¿Por qué no viene a la bacha la rumbera Caridá?,
si su risa guarachera de mulata sandunguera,
cuando la rumba delira,
llama, rabia, grita y gira,
percutiendo poderosa sobre el parche del bongó.
En dulce sopor que embriaga de la maga del embó
—este diablo de mulata— resquebraja la cintura
y la exprime con locura en la dulzura del sabroso guaguancó.

«Guasa, Columbia, a conconcó mabó».

¿Por qué no viene a la bacha la hija de Yemayá,
la pulposa,
la sabrosa,
la rumbera, majadera y chancletera Caridá?

Marcelino Arozamena: Canción negra sin color (1966)

Versións:

Luis Carbonell: Caridá; En la poesía afro-americana; 1956; Cara A, Corte 4

domingo, 8 de septiembre de 2024

Tu risa

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura
desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

Pablo Neruda: Los versos del capitán (1952)

Versións:

Roberto Vicario: No me niegues tu risa; Dice a Pablo Neruda y Paul Geraldy; 1971; Cara A, Corte 5




Olga Manzano e Manuel Picón: Tu risa; Los versos del capitán; 1979; Cara A, Corte 1




José Manuel Soto: Tu risa; Como una luz; 1989, Cara A, Corte 5




Jaime Sabines: Tu risa; Neruda por Sabines; Col. Entre Voces, FCE; 1998; Pista 16




Olga Manzano e Manuel Picón: Tu risa; 18 Grandes éxitos; 2003; Pista 1

(Remasterización da versión do disco Los versos del capitán, do ano 1979.)