martes, 30 de enero de 2024

Tótum revolútum

No soy más que un escobero
un guardajoyas cualquiera
un pisauvas un matón
No soy más que un angelote
Soy en esta tierra un pillo
de siete suelas un títere
un tiesto un encapuchado
un fresco que toma el fresco
Soy un doliente arlequín
y un guardagujas nocturno
un tonto de capirote
un maestrescuela excomulgado
Además soy ¡qué sé yo!
Un cachivache eterno
Un violín en la cocina
Un palillo en el desierto
Una vela encendida en una roca
Una regadera en el mar
¡Y un andaluz en un andén!

Carlos Edmundo de Ory: La flauta prohibida (1979)

Versións:

Fernando Polavieja: Tótum revolútum; El desenterrador de vivos; 2006; Pista 8

domingo, 28 de enero de 2024

Asunción de ti

                                        A Luz

1
Quién hubiera creído que se hallaba
sola en el aire, oculta,
tu mirada.
Quién hubiera creído esa terrible
ocasión de nacer puesta al alcance
de mi suerte y mis ojos,
y que tú y yo iríamos, despojados
de todo bien, de todo mal, de todo,
a aherrojarnos en el mismo silencio,
a inclinarnos sobre la misma fuente
para vernos y vernos
mutuamente espiados en el fondo,
temblando desde el agua,
descubriendo, pretendiendo alcanzar
quién eras tú detrás de esa cortina,
quién era yo detrás de mí.
Y todavía no hemos visto nada.
Espero que alguien venga, inexorable,
siempre temo y espero,
y acabe por nombrarnos en un signo,
por situarnos en alguna estación
por dejarnos allí, como dos gritos
de asombro.
Pero nunca será. Tú no eres ésa,
yo no soy ése, ésos, los que fuimos
antes de ser nosotros.

Eras sí pero ahora
suenas un poco a mí.
Era sí pero ahora
vengo un poco a ti.

No demasiado, solamente un toque,
acaso un leve rasgo familiar,
pero que fuerce a todos a abarcarnos
a ti y a mí cuando nos piensen solos.

2
Hemos llegado al crepúsculo neutro
donde el día y la noche se funden y se igualan.
Nadie podrá olvidar este descanso.
Pasa sobre mis párpados el cielo fácil
a dejarme los ojos vacíos de ciudad.
No pienses ahora en el tiempo de agujas,
en el tiempo de pobres desesperaciones.
Ahora sólo existe el anhelo desnudo,
el sol que se desprende de sus nubes de llanto,
tu rostro que se interna noche adentro
hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa.

3
Puedes querer el alba
cuando ames.
Puedes
venir a reclamarte como eras.
He conservado intacto tu paisaje.
Lo dejaré en tus manos
cuando éstas lleguen, como siempre,
anunciándote.
Puedes
venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú.
Aunque mi voz te espere
sola en su azar
quemando
y tu dueño sea eso y mucho más.
Puedes amar el alba
cuando quieras.
Mi soledad ha aprendido a ostentarte.
Esta noche, otra noche
tú estarás
y volverá a gemir el tiempo giratorio
y los labios dirán
esta paz ahora esta paz ahora.
Ahora puedes venir a reclamarte,
penetrar en tus sábanas de alegre angustia,
reconocer tu tibio corazón sin excusas,
los cuadros persuadidos,
saberte aquí.
Habrá para vivir cualquier huida
y el momento de la espuma y el sol
que aquí permanecieron.
Habrá para aprender otra piedad
y el momento del sueño y el amor
que aquí permanecieron.
Esta noche, otra noche
tú estarás,
tibia estarás al alcance de mis ojos,
lejos ya de la ausencia que no nos pertenece.
He conservado intacto tu paisaje
pero no sé hasta dónde está intacto sin ti,
sin que tú le prometas horizontes de niebla,
sin que tú le reclames su ventana de arena.
Puedes querer el alba cuando ames.
Debes venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú,
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros.
Aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.

Mario Benedetti: Sólo mientras tanto (1948-1950) (1950)

Versións:

Mario Benedetti: Asunción de ti; El amor, las mujeres y la vida; 1995; Pista 1

sábado, 27 de enero de 2024

Totora

                                        (Al rancho donde aprendí a creer
                                        en el hombre y a querer el mate amargo)

Rancho que'n la cerrasón
de mis pupilas marchitas
solés prender la chispita
de tu ricuerdo dulsón:
cuando al triste corasón
me lo arrocina el destino,
y desnortiao y sin tino
pierdo rumbo y goluntá,
en mi memoria te alsás
pa señalarme'l camino.


Vos juistes el blando nido
ande mis sueños se criaron;
el palenque ande se ataron
mis afetos más queridos;
la güerta ande ví floridos
y semiyaos mis anhelos;
el manantial color cielo
que supo calmar mi sé;
la fogata ande quemé
toitos mis desconsuelos.


Juiste aroma y miel, Totora,
de primavera serrana;
juiste la novia paisana
qu'emprestó lus a mi aurora.
Ponchadas de lindas horas
bajo tu techo viví.
La vigüela tuvo allí
arruyos d'hembra amorosa,
y la caña jué sabrosa
pal gaucho que truj'en mí.

Y aura que falt'a mi vida
tu perfume de querencia,
y de luto por tu ausencia
yevo'l'alma dolorida;
aura que aguanto prendida
a la cacunda una crus,
y sin alsar el testús
voy marchando a tranco lerdo,
en mi noche es tu ricuerdo
com'un bichito de lus.


Serafín José García: Tacuruses (1936)

Versións:

Amalia de la Vega: Totora; Poetas nativistas orientales; 1982; Lado 2, Corte 6




Amalia de la Vega: Totora; Lo que quisiera tener; 2006; Pista 15

(Reedición da versión do disco Poetas nativistas orientales, do ano 1982.)

El viaje

Cruzamos, otra vez, el río Negro
de regreso, en el ómnibus, cansados,
y la anchura y el brillo nos despiertan.
¿Ves cómo me desvío? No es el río, no quiero.
O debe entrar ahora
la quietud, la dulzura
el verdor de los árboles
o las piedras y el agua. No era eso.

Es algo más oculto en este viaje,
más cercano que el río
pero se me resbala, no lo toco
casi con las palabras. ¿No da pena
ver este torpe esfuerzo? Pero escucha
compañero de viaje, mi callado
cansado compañero.
Se está cayendo el diario de tus manos
y con él el rumor del mundo cae.
Nos cerramos, dormimos, ya no estamos.
Ausentes de la tierra, del camino
y del polvo, ausentes,
surgen sombras, imágenes, flotamos,
nos desprendemos neutros, apartados
del crujir de maderas
del ruido del motor, y más que nada
más que nada, cortados
de los ojos ajenos.
Es estar muertos, casi,
y no quiero, no quiero.

Si por la ventanilla penetrara
más anchamente, el mundo…
Los pueblitos borrosos, entrevistos
de madrugada, ajenos,
fueran de pronto, propios
—no más nombres en mapas, sino nuestros.
Más dolerían, más nos pesarían
cercanos y reales
quebrando sueños.
Si entrara la mirada taciturna
del hombre quieto, junto al alambrado…
También alzó los ojos la mujer que lavaba
y desaparecieron.

Nada real nos llega. Sólo un aire caliente
y una lámina verde, impersonal, ajena
que dura todavía al cerrarse los párpados.
Sigue el viaje. Callemos.

Circe Maia: El puente (1970)

Versións:

Circe Maia: El viaje; Circe Maia por ella misma; 1970; Cara B, Corte 6

jueves, 25 de enero de 2024

Tortuga

Cuento que se cuenta.
Tortuguita lenta
le ganó al conejo
Don Pata ligera.

Al tronco de antejo
llegó la primera.

Ella, caminando;
Conejo, roncando.
Ganó la carrera.

Tortuguita lenta
carapachaquienta,
pasito perplejo,
le ganó al conejo.

Mirta Aguirre: Juegos y otros poemas (1974)

Versións:

José Mª Vitier, Pablo Milanés e María Felicia: Tortuga; Si yo volviera a nacer; 1995; Pista 2

martes, 23 de enero de 2024

Ay ay ay de la grifa negra

Ay ay ay, que soy grifa y pura negra;
grifería en mi pelo, cafrería en mis labios;
y mi chata nariz mozambiquea.

Negra de intacto tinte, lloro y río
la vibración de ser estatua negra;
de ser trozo de noche, en que mis blancos
dientes relampaguean;
y ser negro bejuco
que a lo negro se enreda
y comba el negro nido
en que el cuervo se acuesta.
Negro trozo de negro en que me esculpo,
ay ay ay, que mi estatua es toda negra.


Dícenme que mi abuelo fue el esclavo
por quien el amo dio treinta monedas.
Ay ay ay, que el esclavo fue mi abuelo
es mi pena, es mi pena.
Si hubiera sido el amo,
sería mi vergüenza;

que en los hombres, igual que en las naciones,
si el ser el siervo es no tener derechos,
el ser el amo es no tener conciencia.

Ay ay ay, los pecados del rey blanco
lávelos en perdón la reina negra.

Ay ay ay, que la raza se me fuga
y hacia la raza blanca zumba y vuela
a hundirse en su agua clara;
o tal vez si la blanca se ensombrará en la negra.


Ay ay ay, que mi negra raza huye
y con la blanca corre a ser trigueña;
¡a ser la del futuro,
fraternidad de América!


Julia de Burgos: Poema en veinte surcos (1938)

Versións:


La discreta academia: La grifa negra; A Julia sin lágrimas; 2009; Pista 9

domingo, 21 de enero de 2024

Tordo

Al que me mire frente a frente
lo mataré con dos cuchillos,
con dos relámpagos de furia:
con dos helados ojos negros.
Yo no nací para cautivo.
Tengo un ejército salvaje,
una milicia militante,
un batallón de balas negras:
no hay sementera que resista.
Vuelo, devoro, chillo y paso,
cargo y remonto con mil alas:
nada puede parar el brío,
el orden negro de mis plumas.
Tengo alma de palo quemado,
plumaje puro de carbón:
tengo el alma y el traje negros:
por eso bailo en el aire blanco.
Yo soy el negro Floridor.

Pablo Neruda: Arte de pájaros (1966)

Versións:

Ángel Parra: El tordo; Arte de pájaros; 1966; Lado 1, Corte 2




Opus Cuatro: El tordo; Si somos americanos; 1973; Cara B, Corte 3

viernes, 19 de enero de 2024

Cosas

Objetos familiares en círculo se ofrecen
al ojo y a la mano silenciosos.
Es un modo de trato sin palabras.

Cuando el lenguaje se nos traba y pesa
—polvo de sin sentidos—
sobre las viejas voces ya gastadas
y envueltos como en una telaraña
—gris el sonido y triste, negra tinta—
estamos atrapados,

súbitamente, entonces,
irrumpiendo con fuerza, con violentos
colores, pesos, formas, nos penetran
cálidamente entran
de alrededor asaltan.

Ábrete, estrecha grieta,
ensánchate, da paso,
que no vienen envueltas en sonidos
sino desnudas, anchas.

Circe Maia: El puente (1970)

Versións:

Circe Maia: Cosas; Circe Maia por ella misma; 1970; Cara B, Corte 1

martes, 16 de enero de 2024

Toque de oración

O que máis xuraba era quen máis cría.
Lembro o aceno daquel mendigo,
disparando torta
a piadosa maldición.
Se as pedras falasen,
como Lucas quería,
terían esa mesma precisión.
Pelexaba con Deus,
ao xeito dun sparring
contra o Gran Campión.
Á terceira palabra
escachizou o ceo
e un lixo de lusco-fusco
cegoulle a visión.
Para el foi a moeda de miña nai
e o cicel da lembranza.
Tamén eu hei probar
alzar
cara ao máis alto
as palmas e a queixada:
Deteña esta guerra,
ordénollo, Señor!

Escribín xa unha carta ao xornal,
vinte liñas de suco ben domado,
onde omitín o que máis me importaba:
Chegará o 18 de maio a Reykiavik
a andoriña exipcia
como todos os anos e hai xa miles?
Tamén asinei un manifesto
dirixido ao presidente.
En termos sensatos,
é dicir, lamentábeis.
Invoquei a paz con moita xente
e sentín nos beizos as cóxegas de terra
desta palabra que lisca entre flores
como unha rata do camposanto.
A miña derradeira esperanza é vostede, Señor,
Deus Pai Taciturno.
Vexo que o presidente o trata con moita confianza.
Mesmo din que vostede está no allo,
que é Il Capo dei capi, o Don, o Mero mero.
Permítame que garde as distancias.
Eu non comparto esa camaradaxe.
Só conservo un electrón de fe,
é dicir, o chisco invisíbel,
a vergoña.
Por razóns de publicidade,
permítame que o maldiga dende o máis baixo,
abaneando na rúa da Merda,
tamén chamada Verea do Polvorín,
afogada a miña alma nun tetrabrik de viño Don Simón,
mentres Isaías,
bo e pelma,
me predica dende a outra beira:
«Como é que caíches así,
luz da mañá?».

No nome da culpa,
no nome do pecado,
no nome do pegañento medo
que carena os meus ósos,
esíxolle, Señor, que deteña esta guerra,
ordénollo, Señor.

Manuel Rivas: A desaparición da neve (2009)

Versións:

Manuel Rivas e César Morán: Toque de oración; A desaparición da neve; 2009; Pista 4

domingo, 14 de enero de 2024

Dame tu hora perdida

De tu existencia múltiple dame la hora perdida,
cuando vacío de todo, no sientas ni la vida.

Cuando te encuentres solo, tan lejos de ti mismo
que te pese la mera conciencia del mutismo.


Cuando sientas tan fuerte desprecio por lo humano
que hasta de ti te rías, cual de cualquier gusano.

Cuando estés tan distante del farsante murmullo
que deshagas la fórmula de tu arrogante orgullo.

Entonces, ya vacío de todo, con tu nada
acércate a mi senda y espera mi llegada.

Yo te daré la nota más cierta de mi vida.
Tú me darás la nada de tu hora perdida.

Yo te daré inquietudes, sentidas emociones
que turben tu vacío y broten en canciones.

Tú me darás la nada de la inmortal mentira
de eternizar las cosas en su inmortal mentira.

Yo te daré verdades de todo lo tangible
para pesar la nada de tu vida insensible.

Y así, tú te darás en mí como si fuera
mi vida un aletazo de la ida primavera.

Que nunca ha sido, y siempre se extiende en nuestras almas
como verdad de nada, igual que las no almas.

Y yo me daré en ti como futuro incierto
de tiempos que no han sido, y canción que no ha muerto.

Y alzaremos en ritmo vibrante y alocado
la sublime mentira de habernos encontrado.

Yo, en la nada insensible de tu hora perdida,

y tú, en la también nada de mi frívola vida.

Julia de Burgos: Poema en veinte surcos (1938)

Versións:

La discreta academia: Dame tu hora perdida; A Julia sin lágrimas; 2009; Pista 5