lunes, 30 de diciembre de 2019

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

Miguel Hernández: Imagen de tu huella (1934)

Versións:
Carmen Linares: Imagen de tu huella; Verso a verso; 2017; Pista 6

sábado, 28 de diciembre de 2019

Romance de Delgadina

Un rey tenía tres hijas,
todas tres como la plata,
la más pequeña de ellas
Delgadina se llamaba.
Un día estando a la mesa
su padre la remiraba:
—Mucho me mira usted, padre,
mucho me mira a la cara.
—Más te tengo de mirar
si has de ser mi enamorada.
—No lo quiera Dios del cielo,
ni la Virgen soberana,
ser de mi padre mujer,
madrastra de mis hermanas.
—¡Alto!, ¡alto, mis criados!,
a Delgadina encerradla
en un cuarto muy oscuro,
donde no se vea nada;
que no la den de comer,
sino cecina salada,
que no la den de beber,
sino agua de retama.
Al cabo de siete años
el cuarto se hizo ventana.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a la ventana
donde estaban sus hermanos
tirando al juego de barras.
—Hermanos, porque lo sois,
alcanzadme un jarro de agua,
que con el alma lo pido,
que la vida se me acaba.
—Hermanita Delgadina,
de buen gana lo alcanzara;
si el rey padre lo supiera,
la cabeza nos cortara.
Delgadina se retira
muy triste y desconsolada.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a otra ventana
donde estaban sus hermanas
bordando puños de plata.
—Hermanas, porque lo sois,
alcanzadme un jarro de agua,
que con el alma lo pido,
que la vida se me acaba.
—Hermanita Delgadina,
de buen grado lo alcanzara;
si el rey padre lo supiera,
la cabeza nos cortara.
Delgadina se retira
muy triste y desconsolada.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a otra ventana
donde allí estaba su madre
en silla de oro sentada.
—Madre, porque lo es usted,
alcánceme un jarro de agua,
que con el alma lo pido,
que la vida se me acaba.
—Quítate de ahí, Delgadina,
quítate de ahí, perra mala;
siete años hace con hoy
que por ti estoy mal casada.
—Y otros tantos, madre mía,
hace que estoy yo encerrada.
Delgadina se retira
muy triste y desconsolada.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a otra ventana
donde allí estaba su padre
con los criados de caza.
—Padre, porque lo es usted,
alcánceme un jarro de agua,
que con el alma la pido,
que la vida se me acaba.
—Sí que te lo alcanzaré,
si has de ser mi enamorada.
—Padre mío, lo seré,
aunque sea de mala gana.
—¡Alto!, ¡alto, mis criados!,
a Delgadina darle agua.
Cuando llegaba el primero
Delgadina ya no hablaba;
cuando llegaba el segundo
Delgadina ya expiraba;
cuando llegaba el tercero
Delgadina muerta estaba,
no por la sed que tenía
ni por la hambre que pasaba,
que en la cabecera tiene
una fuente muy reclara,
la cama de Delgadina
de ángeles está rodeada;
en la cama de su hermano,
una víbora enroscada;
en la cama de su madre,
una serpiente alargada.
Los demonios a su padre
al infierno le llevaban.

Anónimo: Romance novelesco (XVI)

Versións:
Joaquín Díaz: Delgadina; De la picaresca tradicional; 1970; Cara A, Corte 7



Joaquín Díaz: Delgadina; Cancionero de romances; 1978; LP4, Cara A, Corte 4

(Reedición da versión do disco De la picaresca tradicional, do ano 1970.)




Nuevo Mester de Juglaría: Delgadina; Coplas del tío Sidín; 1985; Cara B, Corte 4



Candeal: Romance de Delgadina; La picaresca de Candeal; 1989; Cara A, Corte 4



Candeal: Delgadina; La herencia de Colón; 2006; Pista 11



*[Existe un gran número de variantes deste romance tradicional, transmitido oralmente.]

Milonga del forastero

La historia corre pareja,
La historia siempre es igual;
La cuentan en Buenos Aires
Y en la campaña oriental.

Siempre son dos los que tallan,
Un propio y un forastero;
Siempre es de tarde. En la tarde
Está luciendo el lucero.

Nunca se han visto la cara,
No se volverán a ver;
No se disputan haberes
Ni el favor de una mujer.

Al forastero le han dicho
Que en el pago hay un valiente.
Para probarlo ha venido
Y lo busca entre la gente.

Lo convida de buen modo,
No alza la voz ni amenaza;
Se entienden y van saliendo
Para no ofender la casa.

Ya se cruzan los puñales,
Ya se enredó la madeja,
Ya quedó tendido un hombre
Que muere y que no se queja.

Sólo esa tarde se vieron.
No se volverán a ver;
No los movió la codicia
Ni el amor de una mujer.

No vale ser el más diestro,
No vale ser el más fuerte;
Siempre el que muere es aquél
Que vino a buscar la muerte.

Para esa prueba vivieron
Toda su vida esos hombres;
Ya se han borrado las caras,
Ya se borrarán los nombres.

Jorge Luis Borges: Historia de la noche (1977)

Versións:
Ángel Cárdenas: Milonga del forastero; La voz de Buenos Aires: Tangos y milongas; 1997; Pista 14



Carmen Linares: Milonga del forastero; Un ramito de locura; 2001; Pista 10

jueves, 26 de diciembre de 2019

Romance de Amnón y Tamar

Un rey moro tenía un hijo
más hermoso que la plata;
a la edad de quince años
se enamoró de su hermana.
Viendo que no pudo ser
cayó enfermo en la cama;
con dolores de cabeza
y una calenturita mala.
Ha subido el padre a verlo:
—¿Hijo mío, qué te pasa?
—Tengo unas calenturitas
que me atraviesan el alma.
—¿Quieres qué llame al doctor?
—Padre mío no lo haga.
—¿Quieres qué mate algún ave
de las que vuelan por casa?
—No quiero que mates aves,
ni tampoco mates nada;
—Quiero una taza de caldo,
que me traiga mi hermana.
Si viene, que venga sola
que no suba acompañada,
que si acompañada sube,
soy capaz de devorarla.
Como era tiempo i verano
subió con la enagua blanca;
con una taza de caldo
que a muerto resucitaba.
—¿Qué tienes?, hermano mío;
¿Qué tienes que guardas cama?
—Del mal que yo tengo, hermana,
tus ojos tienen la causa.
—Si es verdad eso que dices
no te muevas de esa cama.
La cogió por la cintura,
la tiró sobre la cama;
con un pañuelo de seda
la boquita le tapaba.
—Ahora márchate de aquí
que de mí vas deshonrada;
ya no doy por tu hermosura
ni el valor de una avellana.
—Hermano, si eres mi hermano,
¡por Dios!, hermano del alma,
en una reunión de mozos
no digas que estoy manchada.
Al bajar las escaleras
con el padre se encontraba.
—¿Qué tienes?, hija del alma,
que tan sofocada bajas.
—Contárselo quiero, padre,
mas vergüenza me causara,
que hasta un hermano que tengo,
me ha quitado mi honra y fama.
—No llores, hija querida,
no llores, hija del alma,
que, antes de salir el sol,
con él estarás casada.
—No lo quiera Dios del cielo,
ni la Virgen soberana,
que, por ser hijos de reyes,
casen hermano y hermana.

Anónimo: Romance novelesco (XV)

Versións:
Joaquín Díaz: Amnón y Tamar; Cancionero de romances; 1978; Disco 3, Cara A, Corte 3



Nuevo Mester de Juglaría: Un Rey moro tenía un hijo; Coplas del Tío Sidín; 1985; Cara 1, Corte 2



La Bazanca: Romance: Amnón y Tamar; La España de las tres culturas (VVAA); 1992; Pista 1



Medio Celemín: Romance del rey moro; Dale con el e; 1995; Pista 10



*[Existe un gran número de variantes deste romance tradicional, transmitido oralmente. As primeiras referencias escritas son do século XV. Podemos atopar máis información no excelente traballo de Manuel Alvar: El romance de Amnón y Tamar; Cuadernos Hispanoamericanos, nos 238-240, Madrid, 1958; (Biblioteca virtual Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-romance-de-amnn-y-tamar-0/html/00f1e846-82b2-11df-acc7-002185ce6064_15.html).]

lunes, 23 de diciembre de 2019

Mi ración de alegría

Defiendo la alegría,
la precaria, amenazada,
difícil alegría,
al raso, limpia, en cueros,
mi ración de alegría.
No me arrastréis al pozo
de las verdes culebras.
No os arrojo a la cara mi alegría,
os la tiendo tan solo
como una débil luz, como una mano.
No es ningún baluarte
ni ningún ofensivo privilegio,
es mi único utensilio cotidiano,
mi tela de labor.
No tengo otra bandera
y ostenta unos colores ya un poco desteñidos;
mirad que la levanto a duras penas,
contra viento y marea,
sin sombra alguna de provocación.
Es parcela pequeña, minifundio,
terreno sin cercados ni aparceros
que aro, riego y abono por mí misma,
con fe, de sol a sol.
Tomad el pobre o rico
el cuestionable fruto
que desde ella os ofrezco,
pues sólo desde aquí
os consigo mirar, ayudar, entender,
poner tal vez en claro alguna cosa.
No me la reprochéis ni adobéis de negrura
como un reducto inmundo, segregado;
ved que no la defienden ni pinchos ni alambradas
y que podéis pasar aquí conmigo al sol.
No me arrastréis al pozo
de las verdes culebras.

Carmen Martín Gaite: A rachas (1976)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Mi ración de alegría; Poemas; 2000; Pista 25

viernes, 20 de diciembre de 2019

Rocío

   Esta era una rosa
llena de rocío:
éste era mi pecho
con el hijo mío.

   Junta sus hojitas
para sostenerlo:
esquiva la brisa
por no desprenderlo.

   Descendió una noche
desde el cielo inmenso;
y del amor tiene
su aliento suspenso.

   De dicha se queda
callada, callada:
no hay rosa entre rosas
más maravillada.

   Esta era una rosa
llena de rocío:
éste era mi pecho
con el hijo mío.

Gabriela Mistral: Desolación (1922)

Versións:
Fernando González e Paula Batarce: Rocío; A Gabriela Mistral. Amo amor; 2005; Pista 4

jueves, 19 de diciembre de 2019

Lo juro por mis muertos

En eso no te voy a defraudar,
en aquel afán tuyo tan ardiente y tirano
de que viviera yo contra viento y marea,
(«por favor, tú tranquila,
no te enfades, no cojas miedo a nada»),
de que saliera al mundo a recorrerlo,
a perderme por él,
a recoger la luz de otras miradas,
la miel de otras colmenas,
el hilo de otros cuentos.

Tú no me dejas ser mujer de Lot,
tú, que me has mantenido
en examen perpetuo de reválida,
tú me mandas vivir, voz de sal y limón,
acogerme impasible al instante presente.

Peleas todavía para que no confunda mi camino
con los atolladeros que me hacen regresar
a la cueva mefítica y sombría
de donde no se sale.
Me dices: «hay camino, sal, no le cojas miedo»;
me obligas a mirarlo blanquear
y a fijarme en la gente atribulada
que circula por él, en todos los que lloran.

Recojo las señales de tu lejano Morse,
tranquila, duerme en paz.
En eso —te lo juro por mis muertos—,
en eso no te voy a defraudar.

Carmen Martín Gaite: Después de todo. Poesía a rachas (1996)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Lo juro por mis muertos; Poemas; 2000; Pista 33

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Ritual de la sangre

Tonada 33

Abajo, en el osario del tiempo y más abajo:
al fondo cavernario del fuego que no cesa,
tal vez dura y padece la memoria de piedra
donde han sedimentado los siglos su silicio
y el animal que fuimos, su lentitud inerme,
aún conserva el grito en que fue derrumbado
cuando la fuerza cósmica movía las tinieblas
y era un gran cataclismo el sonido y el aire.

Hay que indagar los mapas de ese país de sombras.

El polvo lo recuerda cuando mueve los párpados.

Alguna cal antigua que nutre nuestros huesos
memora, muy adentro, esas ciegas edades:
cierto paisaje ardiendo, altas crepitaciones,
ríos de hierro, hogueras de inmolada araucaria;
esa noción de origen que el mineral no olvida
y persiste en la alquimia del liquen y la sangre.

Acaso ahí elabore su tonada el silencio,
ahí, en esa raíz hundida en el espanto,
ya para siempre inmóvil en un bosque de helechos
sin regreso ni ausencia ni furia ni relámpagos.

Tal vez ahí comience a crecer lo que duele:
la vida, el nacimiento, la piel que el sol hilaba:
la entera muchedumbre del grito en movimiento,
el reconocimiento de la luz en las aguas.

Lenta, incesantemente, debió empezar el germen
mordiendo en el oxígeno el magro pan del aire,
la sal que ya nutría la recóndita linfa,
lo tibio, la materia desnuda y palpitante.

De esa manera cósmica ha cundido la vida.

Su ritual sin olvido oficia en nuestra sangre.

Armando Tejada Gómez: Tonadas para usar (1968)

Versións:
Armando Tejada Gómez: Ritual de la sangre; Poeta de la legua; 1959; Cara B, Corte 1



*[Por razóns de espazo nunha entrada anterior etiquetouse a Armando Tejada Gómez, intérprete, como Tejada. Respectamos a etiqueta actual para evitar duplicidades.]

Ganas tengo de hablar

Ganas tengo de hablar
a quien pasa y me mira,
hablarles de mi hijo,
contarles maravilla,
regalarles su nombre,
soltarles mi alegría.

No quiero hablar del tiempo
ni cosecha perdida,
ni oír lo del granizo
ni saber de sequías.

Dicen que ando embobada
y vivo distraída,
al higo dejo cáscara
al pan le dejo miga.

Pero cojo la fruta
y en la fruta él me mira
y en lo negro del vino
él me mira y me guiña.
Si soltases un grito
yo me despertaría.

Y los que van pasando
me entienden agonías:
desvarío de mi hijo,
vaivén de mis rodillas.

Oigan hablar y paren
el hacha y la cuchilla,
el pico con que muelen,
la rueda con que afilan.
Sepan lo que no tengo
lo que yo me tenía.

Gabriela Mistral: Almácigo (2008)

Versións:
Elizabeth Morris: Ganas tengo de hablar; Almácigo (VVAA); 2008; Pista 8

lunes, 16 de diciembre de 2019

Ritmo de venado

Un venadillo de México
se me quedó entre las manos,
y con él en las rodillas
y las ropas, ando y viajo.

Está moviéndome el aire
parado, me está mirando.
Está ofreciéndome un agua
oscura bajo sus párpados.

Granizado, punteado,
yo me adormezco contando
las pizcas de su nevada
y sus pestañas.

Venado cortado al aire
a la luz tijereteado
apenas cascos, apenas
hueso; no más sobresalto.

Está avivándome el ritmo
de lo que de él voy contando
y como ahora va yéndose
me voy y corto el recado.
(Ahora ya corro que vuelo
voy que no puedo dejarlo).

                              26/3/1949

Gabriela Mistral: Inédito. Legado Gabriela Mistral* (2007)

Versións:
Mauricio Redolés: Ritmo de venado; Almácigo; 2008; Pista 2



*[Texto original mecanografiado, con anotaciones holográficas a lápiz carbón; papel con marcas de corchetes; 2h.; 28cm.; Legado Gabriela Mistral, Donación de Doris Atkinson, 2007; BN Código: AE0014842; N° Sistema: 961561; BND id: 141416; Biblioteca Nacional de Chile.]

domingo, 15 de diciembre de 2019

Llanto

            5

   Tibia noche, perfumada
de jazmines, ¿por qué llenas
mi corazón solitario
de dolor y de tristeza?

   Entre las selvas sombrías
quiero correr por la tierra,
y llegar al horizonte
donde tiemblan las estrellas.

   Tras las flores de los valles
y las nieves de las sierras,
la adorada de mi alma
junto a su lámpara vela.

   Su carita melancólica,
más blanca que una azucena,
no tiene quien la dé besos
esta triste primavera;

   y sus ojos, al dormirse,
entre lágrimas se cierran.
Yo he soñado que la pobre
se está muriendo de pena.

   Cierro los ojos; me alejo…
Ya estoy a su lado. Ella
me mira con amargura
creyéndome una quimera…

   ¿Por qué esas lejanas músicas
en el aire tibio llegan?
¿Por qué las dichas del mundo
de mi sueño me despiertan?

   Como estoy solo, se pierden
entre perfumes mis quejas,
y desde el cielo me llaman
las dulcísimas estrellas.

   ¿Por qué no hay besos ocultos
para las almas que sueñan?
¿Por qué es tan larga y tan triste
la vida de los poetas?

   Tibia noche, perfumada
de jazmines, ¿por qué llenas
mi corazón solitario
de dolor y de tristeza?

Juan Ramón Jiménez: Rimas (1903)

Versións:
Carmen Linares: Llanto; Raíces y alas; 2008; Pista 9

viernes, 13 de diciembre de 2019

Riqueza

Tengo la dicha fiel
Y la dicha perdida:
La una como rosa,
La otra como espina.
De lo que me robaron
No fui desposeída:
Tengo la dicha fiel
Y la dicha perdida,
Y estoy rica de púrpura
Y de melancolía.
¡Ay, qué amante es la rosa
Y qué amada la espina!
Como el doble contorno
De dos frutas mellizas,
Tengo la dicha fiel
Y la dicha perdida...

Gabriela Mistral: Tala (1938)

Versións:
Fernando González e Paula Batarce: Riqueza; A Gabriela Mistral. Amo amor; 2005; Pista 1

jueves, 12 de diciembre de 2019

Jaculatoria

No te mueras todavía.
Tu tristeza a mí me salva
lo mismo que tu alegría.
Malva al alba,
amarillo al mediodía
y a la noche otra vez malva.
No te mueras todavía.

No tienes un color fiel,
te van todos los colores
de la gama.
Ocre si estás en la cama,
verde si estás en la hiel,
gris acero si cruel,
azul negro en la porfía
y colorado en la llama
de fiesta o de rebeldía.
Que no te cuelguen cartel,
no te mueras todavía.

Echa tus tonos al día
como a una hoguera y confía,
que lo que arde no se pierde.
Me caliento en tus colores.
Aún te quedan resplandores
de naranja y ya eres verde
con una estría de rojo
y de turquesa otra estría.
Tu confusión es la mía
y en mi espejo la recojo.
No te mueras todavía.

Ni te quedes condenado
sólo al blanco o al morado,
ni te vuelvas transparente,
tan simple y desustanciado
como te quiere la gente.
Tú engrosa el caldo del día
que aún hay quien oye y quien siente
lo pasado y lo presente.
No te mueras todavía.

Y en tiempo de incertidumbre
arde también en su lumbre,
tan exenta de color
que corroe los que había.
No caigas en la costumbre
de inventar vida y amor
si el almacén se vacía.
A pie quieto en el terror,
a solas en la agonía
y aun cuando nada te alumbre,
no te mueras todavía.

Carmen Martín Gaite: A rachas (1976)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Jaculatoria; Poemas; 2000; Pista 28

Remontando los ríos

          II

Cierro los ojos....
          Pasan
los ríos por mi cara.
Los ojos...
          Son los ríos
Son los ojos...
          ¿Quién canta,
quién se ríe, quién grita,
quién llora?
          Se desatan
los ríos...
          De mis ojos
vuela, alegre, una barca.

  (Adiós, ramo, ramito.
Para ti toda el agua.)

          Remontando los ríos...

Rafael Alberti: Pleamar (1942-1944) (1944)

Versións:
Daniel Viglietti: Remontando los ríos; Canciones para el hombre nuevo; 1967; Lado B, Corte 4



Daniel Viglietti: Remontando los ríos; Canciones para mi América; 1968; Cara A, Corte 8a

(Reedición da versión do disco Canciones para el hombre nuevo, do ano 1967.)

martes, 10 de diciembre de 2019

Hace tanto tiempo

                          Para Antonio M. Sarrión

Nos pareció un desafío
haber perdido la fe,
al raso, pasando frío.
Héroes de no sé qué.

Navegar la negación
era de por sí una fiesta,
ungidos del raro don
de no hallar jamás respuesta.

A los héroes de antaño
ahora nos los tropezamos
de vez en cuando en la danza.

Aparentan no hacer daño,
no se acuerdan. Son los amos
de su podrida bonanza.

                          [Navidades de 1998]

Carmen Martín Gaite: Poemas (2000)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Hace tanto tiempo; Poemas; 2000; Pista 32

lunes, 9 de diciembre de 2019

Ribera

Ojos míos, ¿quién habría
detrás de la celosía?

¿Alguna niña bordando
amores de contrabando
para la marinería?

¡Ojitos que estáis mirando,
abrid vuestra celosía,
que estoy de amores penando!

Ojos míos, ¿quién habría
detrás de la celosía?

Rafael Alberti: Marinero en tierra (1925)

Versións:
Fernando Polavieja: Ribera; Marinero en tierra. Fernando Polavieja canta a Rafael Alberti; 2008; Pista 4

domingo, 8 de diciembre de 2019

Farmacia de guardia

No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre del sueño
es algún específico protector de la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez,
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar.
¡Oh, volver a sentir lo que era eso!
Y ni siquiera necesito tanto
—ya es menos lo que pido—;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin saberlo
desde otro muy cercano.

Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.

Carmen Martín Gaite: Después de todo. Poesía a rachas (1996)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Farmacia de guardia; Poemas; 2000; Pista 34

sábado, 7 de diciembre de 2019

Reyerta

                    A Rafael Méndez

    En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
su sube por la paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.

                    *
    El juez, con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.
Señores guardias civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses

                    *
    La tarde loca de higueras
y de rumores calientes,
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
Y ángeles negros volaban
por el aire del poniente.
Ángeles de largas trenzas
y corazones de aceite.

Federico García Lorca: Romancero gitano (1924-1927) (1928)

Versións:
Manzanita: Ángeles negros (Reyerta de toros); Sueño de amor; 1991; Cara A, Corte 5



Vicente Pradal: Reyerta (canción, jabera, rondeña, bulería); Romancero gitano; 2004; Pista 10



Manolo García: Navajas de Albacete; Singles, Directos y Sirocos; 2005; CD2, Pista 1

viernes, 6 de diciembre de 2019

Escrito en la cara

                              Para Mª Antonia Dans, in memóriam

Dijiste:
tu secreto está en la boca,
mientras tus ojos sabios se entornaban
siguiendo la aplicada tarea del pincel,
que a la vez que creaba aquella línea fina,
despacio, como a tientas,
parecía quererla descifrar.
Lo pensé siempre, ¿sabes?,
que en la boca tenías tú el secreto,
no te rías ahora, no jodas, me lo pones
muy duro de pelar.
Debía ser a finales de febrero
y la luz de la tarde
—tarde de hacer novillos—
nos unía a las dos
y nos ponía a salvo
en aquel raro cuenco de tu ático,
una luz maternal, acogedora,
que no daba señales de albergar
amenaza ninguna.
Ya de pie mucho rato te cansabas.
Estas cosas no pueden ser con prisa,
queda mucho, lo siento,
la boca es lo difícil,
el secreto está ahí.
Volví tres veces más
y hasta hoy no había vuelto.

Aquel taller ahora es de tu hija,
lo tiene todo igual,
la luz entraba igual,
hemos dicho tu nombre muchas veces
y ella me ha dado el cuadro.
Esa línea delgada
que con mimo y tesón
tu pincel recorriera
durante tantas horas
da fe de que compartes mi secreto.
Ahora más que nunca.
Ahora que tú ya lo sabes todo.

Carmen Martín Gaite: Después de todo. Poesía a rachas (1996)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Escrito en la cara; Poemas; 2000; Pista 31

martes, 3 de diciembre de 2019

Retrospectivo existente

Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.

Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.

¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.

Miguel Labordeta: Violento idílico (1949)

Versións:
José Antonio Labordeta: Retrospectivo existente; Labordeta en directo; 1977; Cara A, Corte 1



José Antonio Labordeta: Retrospectivo existente; Con la voz a cuestas; 2001; Pista 1



Gabriel Sopeña, Josean Souto, Elena Rubio, Pablo Guerrero e María Pérez Collados: Retrospectivo existente; Miguel Labordeta. Cuando tú me leas; 2006; Pista 12

El cuarto de jugar

¡Ay, todo lo que sabes
no te lleva a acertar
dónde estarán las llaves
del cuarto de jugar!
—Te oigo de muy lejos,
¿dónde estás?, no te veo.
…Por favor te lo pido,
dime si este rodeo
lleva a los juegos viejos.
¿Dónde te has escondido?
—Calla, no vale hablar.
Paredes a los lados
que palpas al azar
con los ojos vendados,
no vale tropezar,
escalones gastados,
uno par y otro impar.
—¿Voy dormida o despierta?
¿Es subir o bajar?
—No preguntes y acierta.
El caso es encontrar
nuevamente la puerta
del cuarto de jugar.
—Jugar… jugar… jugar.
Jugábamos a un juego
que siempre iba a durar.
De lo que vino luego
no me puedo acordar.
A la gallina ciega,
a las adivinanzas,
al corro, al veo veo…
¿Y ahora a qué se juega?
¡Son tantas las mudanzas!
Me pierdo, me mareo…
—Pues, hija, el que no atienda
y se empiece a quejar
ése pagará prenda.
Es juego de no hablar,
de ponerse la venda.
Tú sigue sin mirar,
que tal vez esta senda
desemboque en el cuarto de jugar.

Carmen Martín Gaite: Después de todo. Poesía a rachas (1996)

Versións:
Carmen Martín Gaite: El cuarto de jugar; Poemas; 2000; Pista 35

domingo, 1 de diciembre de 2019

Retrato del gorrión

El gorrión es un ser municipal,
electoral,
gritón.
Su vestido habitual
es una blusa parda de algodón;
el pantalón
de tela igual.
(No lleva cinturón.)
Por último, glotón.
Señores, que glotón es el gorrión.
Alimentarse no está mal,
pero hay que tener moderación,
como enseña el Manual
de Buena Educación.

Objeción
capital:
demasiado normal.
¿No habrá un gorrión
genial?

Nicolás Guillén: La rueda dentada (1972)

Versións:
Ana Belén: Retrato del gorrión; La paloma de vuelo popular; 1976; LP2, Lado B, Corte 5

sábado, 30 de noviembre de 2019

Donde acaba el amor

Cuando llegas al muro
donde acaba el amor
ya no hay escapatoria.
Y lo escalaba trabajosamente,
repitiendo «ya no hay escapatoria»,
desafiando los cristales rotos
clavados en su cumbre;
y se dejó caer al otro lado
con las manos heridas.
Se las miró un momento,
y se lamió la sangre,
«Ya no hay escapatoria»
susurraba anhelante.
Por fin echó a correr,
sin mirar hacia atrás,
por la llanura estática,
plana, infinita y yerma.

Carmen Martín Gaite: Después de todo. Poesía a rachas (1996)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Donde acaba el amor; Poemas; 2000; Pista 29

jueves, 28 de noviembre de 2019

Retrato de familia

Ciego de Ávila, provincia de Camagüey, isla de Cuba.
Mi abuelo tocaba el clarinete
y tenía un cinturón con hebilla de oro.
Esto sucede en 1920, delante de una tela pintada con palmeras y pájaros que habrían de ser multicolores.
En una calle de La Habana, recién llegado de Vigo, Leonardo Mestre le compró a su novia una peineta de carey.
Están los dos, él lánguido de ojos y con un traje de lino,
ella, bajo la luz de los trópicos, es bella y me mira.
Han conocido el ancho cielo
y los grandes peces de los mares.
Su juventud es dichosa
como la aventura que acaban de descubrir.
Entonces se han colocado para la fotografía
y con ella, como el que es alegre y vencido por el amor,
entran en el hermoso sueño de la vida.
Ya nada pudo separarlos, sólo ellos saben
por qué fue aquel el instante preciso del milagro.
Yo podría continuar esta historia
pero no sé si en 1920 había Chevrolets en Cuba.

Juan Carlos Mestre: Antífona del otoño en el valle del Bierzo (1986)

Versións:
Juan Carlos Mestre: Retrato de familia; Antífona del otoño en el Valle del Bierzo; 2004; Libro-CD. Editorial Calambur;



Juan Carlos Mestre: Retrato de familia; La palabra y el tiempo (VVAA); 2010; Pista 12

Amor nómada

Cada pitillo una carta
y cada carta un amor
y cada amor una herida.

Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.

Cuando han prendido la llama
tus ojos levantan vuelo
a hacer noche en otra tierra,
ciegos a quién los reclama
y a su celo,
corazón de fuego y guerra
que conquista y nunca ama.

No hay reposo ni guarida
para tu breve fulgor,
incierta hoguera aterida.

Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.

Carmen Martín Gaite: A rachas (1976)

Versións:
Carmen Martín Gaite: Amor nómada; Poemas; 2000; Pista 27

martes, 26 de noviembre de 2019

Retrato

      Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, 
y un huerto claro donde madura el limonero; 
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; 
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
      Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, 
más recibí la flecha que me asignó Cupido, 
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
      Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 
pero mi verso brota de manantial sereno; 
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, 
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
      Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
      Desdeño las romanzas de los tenores huecos 
y el coro de los grillos que cantan a la luna. 
A distinguir me paro las voces de los ecos, 
y escucho solamente, entre las voces, una.
      ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
      Converso con el hombre que siempre va conmigo 
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—; 
mi soliloquio es plática con ese buen amigo 
que me enseñó el secreto de la filantropía.
      Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. 
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago 
el traje que me cubre y la mansión que habito, 
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
      Y cuando llegue el día del último viaje, 
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 
me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado: Campos de Castilla (1912)

Versións:
Alberto Cortez: Retrato; Poemas y canciones, Vol.2; 1968; Cara A, Corte 4



Joan Manuel Serrat: Retrato; Dedicado a Antonio Machado, poeta; 1969; Cara A, Corte 2



Joan Manuel Serrat: Retrato; Álbum de oro; 1981; LP3: Mis poetas; Cara A, Corte 2

(Reedición da versión do disco Dedicado a Antonio Machado, poeta, do ano 1969.)




Alberto Cortez: Retrato; Testimonio; 1997; Pista 3

(Reedición da versión do disco Poemas y canciones, Vol.2, do ano 1968.)




Calixto Sánchez: Mi infancia son recuerdos (sevillanas); Antonio Machado. Retrato flamenco; 2001; Pista 1



Alberto Cortez: Retrato; En un rincón del alma; 2001; CD1, Pista 8

(Reedición da versión do disco Poemas y canciones, Vol.2, do ano 1968.)




Alberto Cortez: Retrato; Poesía necesaria con su música (VVAA); 2003; Pista 10

(Reedición da versión do disco Poemas y canciones, Vol.2, do ano 1968.)




Bertín Osborne: Retrato; Algo contigo; 2005; Pista 4

Cada vez que paso

Cada vez que paso
bajo tu ventana,
me azota el aroma
que aún flota en tu casa.

Cada vez que paso
junto al cementerio
me arrastra la fuerza
que aún sopla en tus huesos.

Miguel Hernández: Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) (1958)

Versións:
Carmen Linares: Cada vez que paso; Verso a verso; 2017; Pista 12

domingo, 24 de noviembre de 2019

Retorno fugaz

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
—¡Oh, corazón falaz, mente indecisa!—
¿Era como el pasaje de la brisa?
¿Cómo la huida de la primavera?

Tan leve, tan voluble, tan ligera
cual estival vilano... ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa...
¡Vana en el aire, igual que una bandera!

¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura...
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!

Todo tu cambiar trocose en nada
—¡memoria, ciega abeja de amargura!—
¡No sé cómo eras, yo que sé que fuiste!

Juan Ramón Jiménez: Sonetos espirituales (1914-1915) (1917)

Versións:
Santiago Gómez Valverde e Juan Valderrama: Retorno fugaz; La palabra y el tiempo, vol.2; 2013; Pista 3

viernes, 22 de noviembre de 2019

In pace

      Tú duermes en tu noche sumergido. Estás en paz. Yo araño las heladas paredes de tu ausencia, los muros no agrietados por el tiempo que no puede durar bajo tus párpados. Ceniza tú. Yo sangre. Leve hoja tu voz. Pétreo este canto. Tú ya no eres ni siquiera tú. Yo, tu vacío. Memoria yo de ti, tenue, lejano, que no podrás ya nunca recordarme.
22/12/1992

José Ángel Valente: Fragmentos de un libro futuro (1991-2000) (2000)

Versións:
Carmen Linares: In pace; Un ramito de locura; 2001; Pista 11