jueves, 25 de noviembre de 2021

Ante la vida, sereno

ACTO SEGUNDO

CUADRO PRIMERO
TRINCHERAS EN EL GUADARRAMA
(Suenan disparos aislados en la noche.)

ESCENA I
El CUBANO, JOSÉ, un GRUPO DE DINAMITEROS, compuesto por PEDRO, y el GRUPO DE MOZOS y otro DE FUSILEROS.


CUBANO.—
Soldado del pueblo,
de mi batallón
levanto la frente,
levanto la voz
como el Guadarrama,
que se levantó
para que la nieve,
vellón a vellón
le diera las plumas
de su corazón.
Yo vengo de Cuba,
de Cuba soy yo:
cubana mi madre,
mi padre español,
y en un barco vine
por ser defensor
del pan que se come
con mucho sudor.
En el Guadarrama,
bajo un resplandor
de fusil sin luna,
oye mi canción.
Pisa tu cigarro,
que es la orientación
del ojo y la bala
del moro traidor.
Pon frenos al sueño
y a la sombra. Pon
derechos tus huesos,
que curvados no.
Cuida de tus armas
y de tu valor.
No derroches plomo
ni arrogancia atroz,
que arrogancia y plomo
tienen su ocasión.
Muertos para el pueblo,
millón a millón.
Muertos por el pueblo,
uno antes que dos.
Soldado del pueblo,
su nata y su flor,
un polvo de muertos
ataca feroz.
Si pasa, vencidos
seremos tú y yo:
si el polvo haces polvo,
serás vencedor,
seremos palmeras
tendidas al sol.

(Una guitarra, que se proyecta en sombra, rasgada por el DINAMITERO 4º, suena mientras habla PEDRO.)

PEDRO.—
Ante la vida, sereno,
y ante la muerte, mayor;
si me matan, bueno:
si vivo, mejor.
No soy la flor del centeno,
que tiembla al viento menor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.
Aquí estoy, vivo y moreno
de mi especie defensor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.
Ni al relámpago ni al trueno
puedo tenerles temor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.
Traidores me echan veneno
y yo les echo valor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.
El corazón traigo lleno
de un alegre resplandor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.


JOSÉ.—
Bien sentido y bien hablado.

CUBANO.—
Como habla Pedro, debiera
hablar en cada trinchera
cada cuerpo atrincherado.

FUSILERO 1º.—
Pedro no sabe lo que es
la muerte.
Pero lo sé desde el día
que aquí he clavado los pies.
Era una cosa lejana
la muerte, y era una cosa,
si por la tarde borrosa,
borrosa por la mañana.
Borrosa y desconocida,
para mi vida de oveja,
igual que una lumbre vieja
la muerte no daba vida.
Hoy la muerte es otra cosa:
rejuvenecida y pura,
asoma su dentadura
de bayoneta celosa.
¿Quién no la conoce hoy, quién?
Ante ella pienso tranquilo:
si mi vida está en un hilo,
tengo que bordarla bien.
Y con ese hilo la bordo
lo mejor que alcanzo y quiero,
pastor y dinamitero
ante el morir mudo y sordo.

DINAMITERO 1º.—
La tuya será mi suerte.

DINAMITERO 2º.—
A ti mi suerte va unida.

CUBANO.—
Para afirmarse en la vida
hay que conocer la muerte.

FUSILERO 1º.—
¿Sabe a pólvora?

FUSILERO 2º.—
No sé.

FUSILERO 3º.—
Debe de saber a plomo.

DINAMITERO 3º.—
Aquí la espero yo, como
con raíces en el pie.

(Suena un disparo, y el DINAMITERO 3º cae abatido.)

FUSILERO 1º.—
¡Ahí está la muerte!

(Se inquieta.)

CUBANO.—
¡Calla!
No ha muerto nadie: ha caído.

PEDRO.—
Dime, ¿en dónde te han herido,
Manuel?

DINAMITERO 3º.—
¡En todo!

PEDRO.—
¡Canalla!
¡Me la pagará!

DINAMITERO 3º.—
Me voy…
Recógeme, compañero.
Yo soy un dinamitero
que apenas ya si lo soy.
No pongáis mustias las frentes.
Pedro, tus dos brazos dame.
¡Que nuestra aldea se llame
la aldea de los valientes!

(Espira, abrazado a PEDRO. Todos lo cercan un momento. Luego quedan con la cabeza vuelta hacia el lugar de donde partió el disparo, mientras PEDRO pone al caído sobre una manta.)

FUSILERO 2º.—
El tiro ha sido mortal.

FUSILERO 1º.—
Ésa será mi fortuna.

PEDRO.—
Cuando despunte la luna
parecerá de cristal.

DINAMITERO 1º.—
Que nadie toque por él:
ahogad, romped su guitarra.

(Destroza el mismo la guitarra que se ha quedado muda en el pecho del DINAMITERO 3º.)

PEDRO.—
Hundida como una garra
quedó en la piedra su piel.

(…)

Miguel Hernández: Pastor de la muerte (1937)

Versións:

Joan Manuel Serrat: Si me matan, bueno; Hijo de la luz y de la sombra; 2010; Pista 10

lunes, 22 de noviembre de 2021

Si tú supiera...

(*)

¡Ay, negra
si tú supiera!
Anoche te bi pasá
y no quise que me biera
. A é tú le hará como a mí,
que cuando no tube plata
te corrite de bachata,
sin acoddate de mí.


Sóngoro cosongo,
sogo be;
sóngoro cosongo
de mamey;
sóngoro, la negra
baila bien;
sóngoro de uno
sóngoro de tre.


Aé,
bengan a be;
aé,
bamo pa be;

¡bengan, sóngoro cosongo,
sóngoro cosongo de mamey!

Nicolás Guillén: Motivos de son (1930)

Versiones:

Enrique Morente: Negra, si tú supieras**; Negra, si tú supieras; 1992; Pista 6



*[A partires da edición do ano 1931, o poema pasa a chamarse Sóngoro cosongo, que dalle tamén nome ao volume.]
**[A versión musical de Enrique Morente altérnase tamén cos poemas Mulata e Sigue…, da obra de Nicolás Guillén: Motivos de son, do ano 1930.]

jueves, 18 de noviembre de 2021

Muertos de un solo abismo, sombras de una hondonada

                    VII

Muertos de un solo abismo, sombras de una hondonada,
la profunda, es así como al tamaño
de vuestra magnitud
vino la verdadera, la más abrasadora
muerte y desde las rocas taladradas,
desde los capiteles escarlata,
desde los acueductos escalares
os desplomasteis como en un otoño,
en una sola muerte.
Hoy el aire vacío ya no llora,
ya no conoce vuestros pies de arcilla,
ya olvidó vuestros cántaros que filtraban el cielo
cuando lo derramaban los cuchillos del rayo,
y el árbol poderoso fue comido
por la niebla, y cortado por la racha.

Él sostuvo una mano que cayó de repente
desde la altura hasta el final del tiempo.
Ya no sois, manos de araña, débiles
hebras, tela enmarañada:
cuanto fuisteis cayó: costumbres, sílabas
raídas, máscaras de luz deslumbradora.

Pero una permanencia de piedra y de palabra:
la ciudad como un vaso se levantó en las manos
de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos
de tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpe
de pétalos de piedra: la rosa permanente, la morada:
este arrecife andino de colonias glaciales.

Cuando la mano de color de arcilla
se convirtió en arcilla, y cuando los pequeños párpados se cerraron
llenos de ásperos muros, poblados de castillos,
y cuando todo el hombre se enredó en su agujero,
quedó la exactitud enarbolada:
el alto sitio de la aurora humana:
la más alta vasija que contuvo el silencio:
una vida de piedra después de tantas vidas.


Pablo Neruda: II. Alturas de Macchu Picchu. Canto General (1950)

Versións:

Los Jaivas: La poderosa muerte*; Alturas de Macchu Picchu; 1981; Lado A, Corte 2



*[A versión musical do grupo Los Jaivas está precedida pola parte final da derradeira estrofa do poema Si la flor a la flor entrega el alto germen, pola parte final do poema El ser como el maíz se desgranaba en el inacabable, e as catro primeiras estrofas do poema Entonces en la escala de la tierra he subido; todos eles pertencentes á composición Alturas de Macchu Picchu, da obra de Pablo Neruda: Canto General, do ano 1950.]

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Si o outono non crebara o tempo

Si o outono non crebara o tempo
non se erguía en verso longo o poeta,
o troveiro que en liña chega á meta
arrola a cume, espaia a néboa, achega o vento.

Os cantores esquecen o seu día
e dóense do que saben que lles chega.
Quece o zoco no ourizo e na nebra.
Vela o arbre a súa en lousa compañía.

Alumea o souto a esperanza soia,
a que onte viveu na súa sombra amiga,
espera hoxe o que dela quedou fóra.

Roda do carro que, entre lousa e folla,
vas trocando por mañán cantiga
¡atopas noite, atopas día e quedas soia!

María Mariño: Palabra no tempo (1963)

Versións:

Aurora López e Teresa Luján: Si o outono non crebara o tempo; Saloucos. 15 poetas da terra nai; 1999; Pista 7




Manoele de Felisa: Soia; De Felisa a María Mariño; 2007; Pista 11

viernes, 12 de noviembre de 2021

Flor de ceibo

Flor de ceibo, siempre roja
que en los boscajes nativos
encendés tus tintes vivos
sobre el verdor de las hojas.
Y cuando el árbol se moja
en el agua de los ríos
como recogiendo bríos
en la corriente tranquila
te abrís como una pupila
mirando los campos míos.

La moza más agraciada
para las fiestas del pago
te busca con el halago
de sentirse engalada.
Y en sus trenzas encintadas
con esmerado desvelo,
como en un trozo de cielo
contrastan tus tonos rojos
con el negro de sus ojos
y la noche de su pelo.

Orgullosa de tener
ese destacado honor,
concentraste en el color
todo el fuego de tu ser.
Y coqueta la mujer
que ante lo bello se inclina
te lo pidió, y con fina
atención y sin agravios,
se lo pusiste en los labios
como una gracia divina.

Por eso flor y mujer
que son una misma cosa
vivieron siempre dichosas
en constante amanecer.
Y del tiempo en el correr
como en un paso triunfal,
recibieron por igual
las dos idéntico halago:
ella fue “la flor del pago”
y vos “la flor nacional”.

Tabaré Regules: Mate amargo: versos criollos (1956)

Versións:

Amalia de la Vega: Flor de ceibo; Colonia del Sacramento; 1979; Lado 2, Corte 6

viernes, 5 de noviembre de 2021

Si me quieres, quiéreme entera

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... O no me quieras!

Dulce María Loynaz: Versos (1920-1938) (1950)

Versións:

Amaury Pérez: Si me quieres, quiéreme entero; Eternidad; 1999; Pista 4

Entonces en la escala de la tierra he subido

                    VI                
   
Entonces en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchu.
               
   
Alta ciudad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos líneas paralelas,
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.
               
   
Madre de piedra, espuma de los cóndores.                
   
Alto arrecife de la aurora humana.                
   
Pala perdida en la primera arena.                
   
Ésta fue la morada, éste es el sitio:
aquí los anchos granos del maíz ascendieron
y bajaron de nuevo como granizo rojo.
               
   
Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
a vestir los amores, los túmulos, las madres,
el rey, las oraciones, los guerreros.
               
   
Aquí los pies del hombre descansaron de noche
junto a los pies del águila, en las altas guaridas
carniceras, y en la aurora
pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida,
y tocaron las tierras y las piedras
hasta reconocerlas en la noche o la muerte.
               
   
Miro las vestiduras y las manos,
el vestigio del agua en la oquedad sonora,
la pared suavizada por el tacto de un rostro
que miró con mis ojos las lámparas terrestres,
que aceitó con mis manos las desaparecidas
maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas,
palabras, vino, panes,
se fue, cayó a la tierra.
               
   
Y el aire entró con dedos
de azahar sobre todos los dormidos:
mil años de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.
               

Pablo Neruda: II. Alturas de Macchu Picchu. Canto General (1950)

Versións:

Aparcoa e Mario Lorca: Nativos americanos 2: tropa de pusiquillas; Canto General; 1971; LP1, Lado 2, Corte 1




Aparcoa e Mario Lorca: Nativos americanos 3: melodía andina 2*; Canto General; 1971; LP1, Lado 2, Corte 3




Los Jaivas: La poderosa muerte**; Alturas de Macchu Picchu; 1981; Lado A, Corte 2



*[O recitativo dun fragmento deste poema, na voz de Mario Lorca está seguido polo recitativo doutro fragmento do poema Águila sideral, viña de bruma, da obra de Pablo Neruda: Alturas de Machu Pichu. Canto General, do ano 1950.]
**[A versión musical do grupo Los Jaivas comeza coa parte final da derradeira estrofa do poema Si la flor a la flor entrega el alto germen, segue coa parte final do poema El ser como el maíz se desgranaba en el inacabable, e remata coa estrofa final do poema Muertos de un solo abismo, sombras de una hondonada; todos eles pertencentes á composición Alturas de Macchu Picchu, da obra de Pablo Neruda: Canto General, do ano 1950.]