miércoles, 15 de abril de 2015

Discurso del fuego

Arde violentamente
el sol este verano,
arde la piel, propaga
llamaradas la sangre.
Y el animal de adentro,
el grito, ese rebelde,
retrocede un milenio
por día: acorralado,
porque el sol es inútil
en la ciudad inerme
y se quema en silencio
y muere de su llama.

Lejos, boreal, un bosque
de encelada penumbra
mira desde tus ojos,
muchacha desterrada,
mira y nos ve inmolados
en este laberinto
de tanto fuego inútil
y hogueras apagadas.
Y tú, la compañera
del cereal y el hierro,
la que cruzo los siglos
sembrando y fue sembrada,
pisas el abandono
con la pollera al viento,
vas, quebrada en la espiga,
azotada de lagrimas.

Volverás, volveremos
a esas oficinas
donde la muerte llama
por teléfono, llama
sin prisa, diariamente
como en un rito lento:
sella papeles, trae
su escritura al contado,
llama, la muerte llama
con cierta fría urgencia,
circunspecta, precisa,
desde larga distancia.

En tanto, arde el incendio
del sol este verano,
arde la piel de entonces,
arde la sangre, ardamos!
Regresemos ardiendo
a la raíz que fuimos,
muchacha, compañera
de los bosques y el cántaro.

Armando Tejada Gómez: Tonadas para usar (1968)

Versións:
Armando Tejada Gómez: Discurso del fuego; Poeta de la legua; 1959; Cara A, Corte 4



*[Por cuestións de espazo nunha entrada anterior, etiquetouse a Armando Tejada Gómez, intérprete, como Tejada. Respetamos a etiqueta anterior para evitar duplicidades.]

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