No sé si un cielo, exactamente un cielo,
pero me ha de gustar que no quede en la nada
esa madre de Dios, doña Ramona
que ha muerto en Santander, como si nada.
Porque la nada es lo que no merece
quién vivió de dar todo y entregarlo
en la mesa coral de la ternura
para sus hijos suramericanos.
Y los de muy su tierra y muy su sangre
y los de lejos y los entenados
que arribábamos, pálidos de ausencia,
a su mesa coral, tras los naufragios
donde la muerte había aborrecido
nuestra dolida índole de pájaros.
Pero ella no sabía. Si sabía
no quería acordarse de las lágrimas
y servía el cocido a medio día
en lo más festival de cada plato,
poniéndole un refrán a la alegría
y todavía alegre de acordarse.
Porque éramos sus nietos, los de América,
los niños castigados del milagro,
que volvíamos, sucios de la vida,
de habitar cinco siglos de su sangre.
Yo quiero un cielo, exactamente un cielo,
para la mi Ramona y la mi madre
que ha muerto en Santander de cielo y sopa
mientras me bebo a Dios en esta lágrima.
Cómo no va a tener Ramona un justo cielo?
Cómo es que Dios no va a borrar la nada?
Buenos Aires, 1979
Armando Tejada Gómez: Bajo estado de sangre (1974-1983) (1986)
Versións:
Armando Tejada Gómez: Un cielo para Ramona; Vigencia; 2005; CD3: Registros inéditos; Pista 18
*[Por razóns de espazo coas etiquetas de blogger, nunha entrada anterior etiquetouse a Armando Tejada Gómez, intérprete, como Tejada; respectamos a etiqueta actual para evitar duplicidades.]
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