Pobre mi poncho viejo, ya lo estaba olvidando!
Para que se oreara lo he dejado
extendido en el cerco;
y luego de una noche a la intemperie
amaneció cubierto de rocío,
húmedo de alborada,
húmedo y estirado
como si el viento se lo hubiera puesto.
Pobre mi poncho viejo, vas perdiendo el color!
También, no es para menos
con las lluvias y las tormentas
que te han lavado;
con los soles y los veranos
que te han secado;
y aun te quedan abrojos prendidos en los flecos;
abrojos amarillos
que parecen semillas de recuerdo.
En el baúl causabas
impresión de abandono, pero ahora
que te ha dado la noche, y el cielo, y el sol,
eres casi el de antes, todavía conservas
sabor a crin de potro, y a campo, y a fogón.
Pero entonces tenías algo de heroico;
el invierno y el viento te ponían romántico;
con tus listas marrones y con tus listas claras,
flameabas en mi cuerpo, como una bandera
de la que yo era el asta.
Entonces
eras una bandera y eras un aletazo.
Aun estas saturado de otro tiempo;
del tiempo en que mi vida se agitaba
debajo de tu gran cuadrilongo,
y las puntas de mi golilla
se abrían en el aire, enlazándome. el cuello
como si fueran dos bracitos blancos.
Poncho, cuando te extiendo no cabes en el cuarto;
te pasa lo mismo que a mí me pasaba:
cuando vine del campo no cabía en el pueblo.
Poncho
que después de una noche a la intemperie
amanece cubierto de rocío,
húmedo de alborada,
húmedo y estirado
como si el viento se lo hubiera puesto.
Fernán Silva Valdés: Poemas nativos (1925)
Versións:
Amalia de la Vega: El poncho; Amalia de la Vega; 1959; Lado A, Corte 5
Amalia de la Vega: El poncho; Señora del folklore; 1963; Lado A, Corte 5
(Reedición da versión do disco Amalia de la Vega, do ano 1959.)
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