“Había una vez una estrella
que se murió de puro miedo,
las golondrinas la encontraron,
las margaritas la entreabrieron,
y fue una fiesta en el rocío,
cuando ascendió cantando un verso,
todos los ríos la besaron,
todas las albas la siguieron...”
Eso me dijo la mañana
que se internó por mi sendero,
lo repitió la tarde blanca,
y entre la noche danza en ecos.
Yo sé la historia de esa estrella...
Su caída breve fue en mi pecho.
(por poco el mar se enluta todo
con el color de un sueño muerto.)
Pero ya hay fuentes por mi alma,
para mi barco hay marineros,
vuelan gaviotas sobre mi alma,
y hasta en mis ojos hay veleros.
Amo el dolor que se me escapa
por donde viene mi gran sueño...
uno me eleva para el alma,
otro me salva para el tiempo.
¡Dolor y amor! De las estrellas,
juntos bajaron a mi encuentro.
Dos horizontes apretados
que se me funden alma adentro...
“Había una vez una estrella…”
¡Qué inmenso es ser el creerse muerto!
Julia de Burgos: Poemas para un naufragio. El mar y tú (1954)
Versións:
La discreta academia: Estrella reintegrada; A Julia sin lágrimas; 2009; Pista 15
Zoraida Santiago: Poema de la estrella reintegrada; Antología a Julia de Burgos; 2013; Pista 1
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