Pues que tú, reina del cielo, tanto vales, da remedio a nuestros males. |
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Tú, que reinas con el Rey d'aquel reino celestial, tú, lumbre de nuestra ley, |
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luz del linaje humanal; pues para quitar el mal tanto vales, da remedio a nuestros males. Tú, Virgen, que mereciste ser Madre de tal Señor, tú, que cuando lo pariste lo pariste sin dolor; pues con nuestro Salvador tanto vales, da remedio a nuestros males. |
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Tú, que del parto quedaste tan virgen como primero, tú, Virgen, que te empreñaste siendo virgen por entero, pues que con Dios verdadero tanto vales, da remedio a nuestros males. Tú, que lo que perdió Eva cobraste por quien tú eres, tú, que nos diste la nueva de perdurables placeres; tú, bendita en las mujeres, si nos vales darás fin a nuestros males. Tú, que te dicen bendita todas las generaciones; tú, que estás por tal escrita entre todas las naciones; pues en las tribulaciones tanto vales, da remedio a nuestros males. Tú, que tienes por oficio consolar desconsolados; tú, que gastas tu ejercicio en librarnos de pecados; tú, que guías los errados e los vales da remedio a nuestros males. Tú, que tenemos por fe ser de tanta perfección, que nunca será ni fue otra de tu condición; pues para la salvación tanto vales da remedio a nuestros males. ¿Quién podrá tanto alabarte según es tu merecer? ¿Quién sabrá tan bien loarte que no le falte saber? Pues que para nos valer tanto vales, da remedio a nuestros males. ¡Oh madre de Dios y hombre! ¡Oh concierto de concordia! Tú, que tienes por renombre Madre de Misericordia; pues para quitar discordia tanto vales, da remedio a nuestros males. Tú, que por gran humildad fuiste tan alto ensalzada, que a par de la Trinidad tú sola estás asentada; y pues tú, Reina sagrada, tanto vales, da remedio a nuestros males. Tú que estabas ya criada cuando el mundo se crió; tú, que estabas bien guardada para quien de ti nació; pues por ti nos redimió, si nos vales fenecerán nuestros males. |
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Tú, que eres flor de las flores; tú, que del cielo eres puerta; tú, que eres olor de olores; tú, que das gloria muy cierta, Sí de la muerte muy muerta no nos vales, no hay remedio en nuestros males. |
Juan del Encina: Cancionero de Palacio [Biblioteca Real, MS II – 1335, Madrid] (1505)
Versións:
Enrique Morente: Salve*; Misa Flamenca; 1991; Pista 7
La Colombina: Pues que tú, reina del cielo; Canciones, Romances, Sonetos: From Juan del Encina to Lope de Vega; 1995; Pista 10
Hespérion XXI e La Capella Reial de Catalunya: Villancico: Pués que tu, Reyna del cielo (CMP442); Francesco Javier: La Ruta de Oriente; 2007; CD1, Pista 23
*[A versión musical de Enrique Morente comeza e remata coa primeira estrofa do poema de Pedro Garfias: Dulce María, dime; e continúa con parte da cantata de Juan del Encina: ¿A quién debo yo llamar, …?]
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