viernes, 22 de febrero de 2013

Cóndor

En su ataúd de hierro vive
entre las piedras oxidadas
nutriéndose de herraduras.
En los montes el cierzo aúlla
con silbido de proyectil
y sale el cóndor de su caja,
afila en la roca sus garras,
extiende el místico plumaje,
corre hasta que no puede más
galopa la cóncava altura
con sus alas ferruginosas
y picotea el zinc del cielo
acechando un signo sangriento:
el punto inmóvil, el latido
del corazón que se prepara
a morir y ser devorado.
Vuela bajando el ciclón negro
y cae como un puño cruel:
la muerte esperaba allá abajo.
Arriba, crueles cordilleras,
como cactus ensangrentados
y el cielo de color amargo.
Sube de nuevo a su morada
cierra las alas imperiosas
y otra vez extendido duerme
en su ataúd abominable.

Pablo Neruda: Arte de pájaros (1966)

Versións:
Ángel Parra: El cóndor; Arte de pájaros; 1966; Pista 6

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