Hijo mío hijo mío
sabrás que subo a solas
las cúspides del frío
con unos pies de olas
Escucha la siniestra
palabra fina y de humo
y la música maestra
que yo sólo consumo
La altura se apacigua
cuando llego cantando
hasta la noche antigua
que me estaba esperando
¡Vieras cómo me asombro
de esta luz de riqueza
de carbunclo y de escombro
posada en mi cabeza!
¡Y vieras sin embargo
cuántas sombras también
sobre la espalda cargo
sobre el alma y la sien!
Te diré si obedeces
los goces del secreto
que también lloro a veces
como un llanto amuleto
Ven pues acude y ponte
lo más cerca posible…
¡Mírame sobre el monte
de este lecho terrible!
Mi solitaria casa
llena de aire y de rosas
de silencio traspasa
mis huesos y mis cosas
¿Has visto un hombre arder
sobre leños de oro?
Evócalo en mi ser
y óyeme cuando lloro
Un llanto de agua extraña
cuyo manantial
calienta mi montaña
cumbre del Bien y el Mal
Sube conmigo amigo
mi soledad no es tan
réproba de tu trigo
con que haré nuestro pan
Carlos Edmundo de Ory: El desenterrador de vivos (2006)
Versións:
Luis Eduardo Aute: Carta; El desenterrador de vivos; 2006; Pista 2
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