miércoles, 11 de noviembre de 2015

Cuento de aquella tarde

Tonada 13

Así que nos sentamos con el alma en un hilo
y los ojos pendientes de lo oscuro del ojo,
estuvimos quemándonos con leña de ese día
que era todo salitre afuera de nosotros.
Más luego, los andenes que lo devoran todo
pasaron trepidando con un viento de rostros
y aquella denodada chispa que nos ardía
se consumió en el humo voraz de los adioses.
Lejos de las señales, persistía el incendio
y en breves llamaradas volvía tu sonrisa,
el crepúsculo a ciegas crucificó los muros
y la última sombra se cayó a la ceniza.

Volví tarde. Silbando. Con la sangre en un hilo
en medio de la enorme quemazón del otoño.
La ciudad nos buscaba de la luz hacia arriba.

Subí por esa calle. El río quedó solo.

Armando Tejada Gómez: Tonadas para usar (1968)

Versións:
Armando Tejada Gómez: Cuento de aquella tarde; Poeta de la legua; 1959; Cara A, Corte 13

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