Salgo a lo gris de marzo, a la intemperie
de indescifrable otoño vacilante,
la cavilosa savia retrocede
y está muy alto el humo de la tarde.
Arriba de los pájaros, arriba
todo vuelve a ser lento y fatigado,
un grito de gaviota y agonía
me vuelan las gaviotas del verano.
Ayer nomás, la piel tañía espigas,
un festival del sol era la sangre:
ese sitio ritual donde la vida
recobra lo animal y perdurable
mordiendo sin piedad en los sentidos,
en la sed de vivir, en la sal viva
que laboriosamente nos despierta
la tierna eternidad de la alegría.
Largo día el verano de mi tierra!
Permanece la luz, la flor demora
como si el tiempo residiera en ella
olvidado y feliz de ser su aroma.
Todo transcurre lento, así sus ríos
no acaban de pasar, se van quedando
en azules remansos sin olvido
donde se mira, infatigable, el árbol.
Salgo a verme en lo gris, estoy mirando
atardecer el día interminable,
Me gusta verlo entrar a las cenizas
como un dios destituido e inviolable,
soberbio de su luz, alto en lo alto,
custodiado de cósmicas fogatas,
derrumbando su incendio entre relámpagos
y herido de su misma llamarada.
Salgo a estar en lo gris que no se piensa,
se camina no más, se va pisando
como en una ternura que no cesa
de ser paloma gris, hoja de marzo,
mientras lo hembra de la lluvia vuelve
solándose las trenzas en el aire,
dulce como una espina que no duele
de tanto ser la lluvia por mi sangre.
No se piensa: yo soy, esta es la tierra
yo soy en esta tierra. Se camina
pisándole la sombra a la tristeza
tenazmente adherida al que la pisa.
Porque marzo comienza con la luna
en creciente fragor sobre el otoño,
aquí, dónde no pienso pero existo,
bajo un trecho de lluvia y abandono.
Estoy sobre la tierra, al Sur de América,
no tengo más fogatas ni señales,
durándole a mi sombra, soy la tierra
que dura en el tumulto de mi sangre.
Soy la tierra que soy, el movimiento
de la argentina gente populosa,
piedra al Oeste, pero al Sur el viento:
del Este al Norte una arenal memoria.
Si digo eternidad digo un abuelo
enorme y mineral allá debajo,
si digo este es el polvo, estoy diciendo
que aquí cayó mi padre galopando:
lo austral del Sur azul, el viento solo,
el solo viento sur y solitario:
esta Patria que llevo aquí en lo hondo,
como el hueso más hondo y castigado
emergerá de mí, irá subiendo
de sonido en sonido la campana,
emergerá de mí, irá sabiendo
de madera en madera la guitarra
sin olvidar un solo llanto solo,
una sola ternura aniquilada,
un solo sueño degollado a oscuras
en lo más nacional de la esperanza.
Soy sólo un hombre gris bajo la lluvia,
pero bajo la lluvia: tierra que anda!
Armando Tejada Gómez: Tonadas para usar (1968)
Versións:
Armando Tejada Gómez e Moncho Mieres: Hombre de gris; Cantoral de mi país al sur; 1966; Cara A, Corte 1
*[Por razóns de espazo nunha entrada anterior etiquetouse a Armando Tejada Gómez, intérprete, como Tejada. Respectamos a etiqueta anterior para evitar duplicidades.]
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