Sangre de pie, salía de la tarde
por la voz tornasol de la guitarra,
boca de todo el mundo, duendeluna,
a contar el oficio del milagro.
Panquehua era de trigo por entonces,
de abuelo y cereal, de madre y agua;
era de clima nuevo y nuevo aroma
recién nacido de la paz del árbol.
Entonces, cuando el día se ahogaba
de luz cumbreña, de violentos pájaros;
un día de esos días que en la trilla
molían su molienda los relámpagos,
se lo vio aparecer al Guitarrero
—dicen que como un trozo del paisaje—
templando su memoria en el silencio
y sustentado en lo carnal del canto.
Déle hurgarse la copla, el cancionero
donde amontona asuntos la tonada;
póngale darle al grito, tarde arriba,
hasta colmar la voz y desfondarla.
Así, por el caudal de su alegría,
salían a existir los olvidados,
el tumultuoso amor, la pena oscura,
la muerte solitaria y de a caballo.
El pueblo se encontraba en sus canciones,
se escuchaba vivir en su relato.
Por eso lo amparó luna por luna,
lo acogió en su calor, lo hizo compadre,
le dio su pan, su vino, el mejor sitio
a la sombra materna de su casa,
sintiendo que algún día, el mismo viento
lo llevaría así como lo trajo.
Aquí lo demoraron las estrellas,
las noches labradoras, los sucesos
cálidos de la vida campesina
trenzados a sollozo y nacimientos.
Quién sabe si en la noche, cuando el canto
volvía al campanario de los grillos,
allí en la soledad, no urdió quedarse
en esos ojos que rondaban niños.
Y un día lo encontraron boca abajo del alba.
Nadie le vio el silencio donde quedó dormido.
Los gallos madrugaron con el canto a media asta.
Las últimas estrellas molían el rocío.
Dicen que su cabeza jugueteaba en la acequia
y que el agua llevaba su estupor por el limo.
La mañana inocente se calzaba la escarcha.
El día pestañeaba sus pájaros invictos.
Lo esperó la guitarra, sombra allá de la muerte,
donde su cancionero se había vuelto río.
Armando Tejada Gómez: Los compadres del horizonte (1961)
Versións:
Armando Tejada Gómez e Óscar Matus: Memoria del guitarrero / Vidala y muerte*; Testimonial del nuevo cancionero; 1965; Cara B, Corte 3
*[O recitativo deste poema está seguido pola canción Vidala y muerte, de Armando Tejada Gómez e Óscar Matus, na voz deste último.]
**[Por razóns de espazo nunha entrada anterior etiquetouse a Armando Tejada Gómez, intérprete, como Tejada. Respectamos a etiqueta anterior para evitar duplicidades.]
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