I
Francisca, tú has venido
en la hora segura;
la mañana es obscura
y está caliente el nido.
Tú tienes el sentido
de la palabra pura,
y tu alma te asegura
el amante marido.
Un marido y amante
que, terrible y constante,
será contigo dos.
Y que fuera contigo,
como amante y amigo,
al infierno o a Dios.
II
Francisca, es la alborada,
y la aurora es azul;
el amor es inmenso
y eres pequeña tú.
Mas en tu pobre urna
cabe la eterna luz,
que es de tu alma y la mía
un diamante común.
III
¡Franca, cristalina,
alma sororal,
entre la neblina
de mi dolor y de mi mal!
Alma pura, alma franca,
alma obscura
y tan blanca…
Sé conmigo
un amigo,
sé lo que debes ser,
lo que Dios te propuso,
la ternura y el huso,
con el grano de trigo
y la copa de vino,
y el arrullo sincero
y el trino,
a la hora y a tiempo.
¡A la hora del alba y de la tarde,
del despertar y del soñar y el beso!
Alma sororal y obscura,
con tus cantos de España,
que te juntas a mi vida
rara,
y a mi soñar difuso,
y a mi soberbia lira,
con tu rueca y tu huso,
ante mi bella mentira,
ante Verlaine y Hugo,
¡tú que vienes
de campos remotos y ocultos!
IV
La fuente dice: «Yo te he visto soñar».
El árbol dice: «Yo te he visto pensar».
Y aquel ruiseñor de los mil años
repite lo del cuervo: «¡Jamás!».
V
Francisca, sé suave,
es tu dulce deber;
sé para mí un ave
que fuera una mujer.
Francisca, sé una flor
y mi vida perfuma,
hecha toda de amor
y de dolor y espuma.
Francisca, sé un ungüento
como mi pensamiento;
Francisca, sé una flor
cual mi sutil amor;
Francisca, sé mujer,
como se debe ser…
Saber amar y sentir
y admirar como rezar…
Y la ciencia del vivir
y la virtud de esperar.
VI
Ajena al dolo y al sentir artero
llena de la ilusión que da la fe,
lazarillo de Dios en mi sendero,
Francisca Sánchez, acompañamé…
En mi pensar de duelo y de martirio
casi inconsciente me pusiste miel,
multiplicaste pétalos de lirio
y refrescaste la hoja de laurel.
Ser cuidadosa del dolor supiste
y elevarte al amor sin comprender;
enciendes luz en las horas del triste,
pones pasión donde no puede haber.
Seguramente Dios te ha conducido
para regar el árbol de mi fe;
hacia la fuente de noche y de olvido,
Francisca Sánchez, acompañamé…
Rubén Darío: Textos dispersos. Poesías completas* (2016)
Versións:
Juan Luis Dammert e Marcela Pérez Silva: A Francisca (VI);
Darío nuestro. Rubén Darío en ritmos peruanos (VVAA); 2016; Pista 10
*[Rubén Darío: Poesía completa; Edición, introducción e notas de Álvaro Salvador; Editorial Verbum, S.L.; Madrid, 2016; ISBN: 978-84-9074-324-9-E.]
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