Estaba don Juan un día
en la cercada de un huerto
sembrando trigo y cebada,
que todo lo sembró a un tiempo.
Pasó por allí el demonio
vestido de caballero.
—Buenos días, mi don Juan,
por lo mucho que le quiero,
que la tu doña María
anda trayéndote pleito
con un primo carnal tuyo
y escribano de este pueblo.
Si no lo quiere creer,
véngase conmigo a verlo.
Se ha montado en el caballo
y corriendo se ha ido a verlo
y al entrar en el portal
a ella la encontró leyendo.
—Quítate, perra traidora,
que yo de matarte tengo.
—Mátame, marido mío,
mátame si lo merezco,
déjame ir a despedir
de mi hijo el más pequeño.
—Tómale, perra traidora,
dale la leche postrera.
—Tu padre me va a matar,
no sé si yo lo merezca.
La ha dado tres puñaladas,
tendida ha caído al suelo.
—Ahora voy a hacer igual
con los niños más pequeños.
Les agarra, les degüella,
les pega contra un cimiento.
A los tres días siguientes
las voces corren por el pueblo.
Dieron parte a la justicia,
puertas tiraron al suelo,
al entrar por el portal
allí había un niño muerto;
y al subir por la escalera
había allí otro diciendo:
—Si preguntan por mi madre,
gozando ya está en el cielo;
si preguntan por mi padre,
ardiendo está en los infiernos.
Anónimo: Romance novelesco (XVII)
Versións:
Candeal: Romance del lindo don Juan; Te compré unas enaguas pa que en el baile las lucieras tirando brincos al aire; 1985; Cara B, Corte 5
martes, 5 de mayo de 2020
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