Es un acto por fuerza irrevocable
huir de la ciudad en la que amamos,
de lo que fuimos, de ese ser amante
que se metió en la piel de nuestro espejo
y nos hizo decir el nombre mágico
hasta la saciedad y hasta la náusea.
Pues la ciudad es eso que quisimos
olvidar, y que aún late, a pesar nuestro,
ese afán por hundirse en la miseria
del sentimiento amargo que se llamara amor.
La ciudad es el mundo del pasado que vuelve.
En sus plazas fantasmas pasean los vencidos
otra vez florecientes, airosos, deseables.
En sus árboles toco las mismas dulces huellas
tan jóvenes de nuevo. No ha pasado la hora
del fuego todavía para quien no envejece.
La ciudad es la eterna memoria.
Sí; podemos
adorarla esta noche, desde el temor sagrado,
ofrendarle los últimos restos que conservamos:
un rostro, unos acordes, una llamada, un grito.
Pero no nos pidáis que lleguemos a amarla.
Josefa Parra: Tratado de cicatrices (2006)
Versións:
Juan Luis Pineda: De la ciudad; Olla de grillos; 2002; Pista 5
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