Cuando llegas al muro
donde acaba el amor
ya no hay escapatoria.
Y lo escalaba trabajosamente,
repitiendo «ya no hay escapatoria»,
desafiando los cristales rotos
clavados en su cumbre;
y se dejó caer al otro lado
con las manos heridas.
Se las miró un momento,
y se lamió la sangre,
«Ya no hay escapatoria»
susurraba anhelante.
Por fin echó a correr,
sin mirar hacia atrás,
por la llanura estática,
plana, infinita y yerma.
Carmen Martín Gaite: Después de todo. Poesía a rachas (1996)
Versións:
Carmen Martín Gaite: Donde acaba el amor; Poemas; 2000; Pista 29
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