—Tengo yo una apuesta, madre,
y la tengo que ganar,
de dormir con Marianita
antes del gallo cantar.
—¿Para qué te apuestas, hijo,
lo que no puedes ganar?
—Madre, déjeme usted solo,
que algo se me ocurrirá.
Deme usted una enagua blanca
y un vestido de percal,
que a la calle de Mariana
yo me voy a pasear.
En cuanto le vio Mariana
desde el balcón donde está:
—¿Quién es esa señorita,
que tan bien vestida va?
—Señora, soy tejedora
del otro lado del mar,
que tengo una tela unida
y otra tengo en el telar.
—Esta noche, tejedora,
conmigo te quedarás,
que el andar de noche sola,
en mujer parece mal.
—No señora, no me quedo,
que no me puedo quedar,
tiene usted muchos criados
y ellos me querrán forzar.
—Esta noche tejedora,
conmigo te acostarás.
Ya se fueron a la cama,
ya se fueron a acostar.
Antes de cantar el gallo,
se oye a Mariana llorar:
—La tejedora de anoche,
tejedor se volvió ya.
Anónimo: Romance burlesco (XVII)
Versións:
Candeal: Romance de la apuesta; Se escucha a un grillo en el campo… “contri” más a una persona; 1982; Cara B, Corte 2
martes, 28 de enero de 2020
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