jueves, 23 de enero de 2020

Oriental

   Corriendo van por la vega,
a las puertas de Granada,
hasta cuarenta gomeles
y el capitán que los manda.
   Al entrar en la ciudad,
parando su yegua blanca,
le dijo éste a una mujer
que entre sus brazos lloraba:
   —Enjuga el llanto, cristiana,
no me atormentes así;
que tengo yo, mi sultana,
un nuevo Edén para ti.
   Tengo un palacio en Granada,
tengo jardines y flores,
tengo una fuente dorada
con más de cien surtidores.
   Y en la vega del Genil
tengo parda fortaleza,
que será reina entre mil
cuando encierre tu belleza.
   Y sobre toda una orilla
extiendo mi señorío:
ni en Córdoba ni en Sevilla
hay un parque como el mío.
   Allí la altiva palmera
y el encendido granado,
junto a la frondosa higuera
cubren el valle y collado.
   Allí el robusto nogal,
allí el ópalo amarillo,
allí el sombrío moral
crecen al pie del castillo.
   Y olmos tengo en mi alameda
que hasta el cielo se levantan,
y en redes de plata y seda
tengo pájaros que cantan.
   Y tú mi sultana eres;
que, desiertos mis salones,
está mi harén sin mujeres,
mis oídos, sin canciones.
   Yo te daré terciopelos
y perfumes orientales;
de Grecia te traeré velos,
y de Cachemira, chales.
   Y te daré blancas plumas
para que adornes tu frente,
más blancas que las espumas
de nuestros mares de Oriente;
   y perlas para el cabello,
y baños para el calor,
y collares para el cuello,
para los labios... ¡amor!
   —¿Qué me valen tus riquezas
—respondióle la cristiana—
si me quitas a mi padre,
mis amigos y mis damas?
   Vuélveme, vuélveme, moro,
a mi padre y a mi patria,
que mis torres de León
valen más que tu Granada.
   Escuchóla en paz el moro,
y, manoseando su barba,
dijo, como quien medita,
en la mejilla una lágrima:
   —Si tus castillos mejores
que nuestros jardines son,
y son más bellas tus flores,
por ser tuyas, en León;
   y tú diste tus amores
a alguno de tus guerreros,
hurí del Edén, no llores;
vete con tus caballeros.
   Y dándole su caballo
y la mitad de su guardia,
el capitán de los moros
volvió en silencio la espalda.

José Zorrilla: Poesías (1839)

Versións:
Manzanita: Romance árabe; Espíritu sin nombre; 1980; Cara 2, Corte 5

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