Tengo las manos ásperas, pero hay pan en la mesa,
tengo las manos ásperas, pero hay luz en la casa.
Tengo las manos ásperas, me honra su aspereza,
porque así han sido todas, las gentes de mi raza.
No me avergonzó nunca mi heredada pobreza,
ni me achicó tampoco la humildad de mi traza.
Tengo las manos ásperas, pero hay vino en la mesa,
tengo las manos ásperas, pero hay paz en la casa.
Mientras en ricos guantes, tu, las tuyas enfundas,
yo, por llenarme, todo de asperezas fecundas,
quisiera veinte manos, en lugar de estas dos.
Pues, si pulir un rumbo me dejó tales huellas,
después de haber pulido, la luz de las estrellas,
¡que ásperas las manos, le habrán quedado a Dios!
Emilio Carlos Tacconi: Bordón (1950)
Versións:
Amalia de la Vega: Manos ásperas; Manos ásperas; 1978; Lado A, Corte 1
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