(…)
NIÑO: (se levanta) ¡Las coplas!
ZAPATERA: ¡Las coplas! (Pausa. Los dos escuchan.) ¿Tú sabes lo que dicen?
NIÑO: (con la mano) Medio, medio.
ZAPATERA: Pues cántalas, que quiero enterarme.
NIÑO: ¿Para qué?
ZAPATERA: Para que yo sepa de una vez lo que dicen.
NIÑO: (cantando y siguiendo el compás) Verás.
La señora Zapatera,
al marcharse su marido,
ha montado una taberna
donde acude el señorío.
ZAPATERA: ¡Me la pagarán!
NIÑO: (El Niño lleva el compás con la mano en la mesa )
Quién te compra, Zapatera,
el paño de tus vestidos
y esas chambras de batista
con encaje de bolillos.
Ya la corteja el Alcalde,
ya la corteja don Mirlo.
Zapatera, Zapatera,
Zapatera, ¡te has lucido!
(Las voces se van distinguiendo cerca y claras con su acompañamiento de panderos. La Zapatera coge un mantoncillo de manila y se lo echa sobre los hombros.)
¿Dónde vas? (Asustado.)
ZAPATERA: ¡Van a dar lugar a que compre un revólver!
(El canto se aleja. La Zapatera corre a la puerta. Pero tropieza con el Alcalde que viene majestuoso, dando golpes con la vara en el suelo.)
(…)
Federico García Lorca: La zapatera prodigiosa. Acto 2º (1930)
Versións:
Esteban Valdivieso: La zapatera prodigiosa; Fumar en Berlín; 1998; Pista 9
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