LISANDRO
O alma venturosa,
Que del humano velo,
Libre al alta region viva volaste,
Dejando en tenebrosa
Carcel de desconsuelo
Mi vida, aunque contigo la llevaste.
Sin ti, escura dejaste
La luz clara del dia,
Por tierra derribada,
La esperanza fundada
En el mas firme assiento de alegría;
En fin con tu partida,
Quedó vivo el dolor, muerta la vida.
Enbuelto en tus despojos,
La muerte se ha llevado
El mas subido estremo de belleza;
La luz de aquellos ojos,
Que en averte mirado
Tenian encerrada su riqueza;
Con presta ligereza
Del alto pensamiento,
I enamorado pecho,
La gloria se ha deshecho
Como la cera al sol, o niebla al viento;
I toda mi ventura
Cierra la piedra de tu sepultura.
Cómo pudo la mano
Inexorable, i cruda,
I el intento cruel, facinoroso,
Del vengativo hermano,
Dejar libre, i desnuda
Tu alma del mortal velo hermoso?
Por qué tuvo el reposo
De nuestros corazones?
Que si no se acabaran,
En uno se juntaran,
Con honestas, i santas condiciones;
Ai fiera mano esquiva
Cómo ordenaste que muriendo viva!
El llanto sempiterno,
Mi anima mezquina,
Los años pasará meses, i días,
La tuya en gozo etrno,
I edad firme, i contina,
No temerá del tiempo las porfias,
Con dulces alegrias,
Verás firme la gloria
Que tu loable vida
Te tuvo merecida,
I si puede caber en tu memoria;
Del suelo no perderla,
De quien tantos te amó deves tenerla.
Mas, o quan simple he sido!
Alma bendita, i bella,
De pedir que te acuerdes, ni aun burlando
De mi que te he querido,
Pues sé que mi querella,
Se irá con tal favor eternizando;
Mejor es, que pensando
Que soi de ti olvidado,
Me apriete con mi llaga,
Haga que se deshaga
Con el dolor, la vida que ha quedado;
Con tan estraña suerte,
Que no tiene por mal el de la muerte.
Goza en el santo coro,
Con otras almas santas,
Alma de aquel seguro bien eterno;
Alto rico tesoro,
Mercedes gracias tantas,
Que goza el que no huye el buen sendero;
Alli gozar espero,
Si por tus passos guio,
Contigo en paz eterna
De eterna primavera,
Sin temor, sobresalto ni desvio;
A esto me encamina,
Pues será hazaña de tus obras dina.
Y pues vosotras, celestiales almas,
Veis el bien que deseo,
Creced las alas a tan buen deseo.
Miguel de Cervantes: La Galatea (1585)
Versións:
Ángel Corpa: Ay!, alma venturosa; Amor tiene por nombre; 2005; Pista 7
No hay comentarios :
Publicar un comentario