martes, 12 de diciembre de 2023

Cuatro poemas de la espera

                                                  (antes del nacimiento de Alicia)

I
Crece el tiempo de adentro hacia fuera, espesándose.
Ya no es agua ni vuelo, sino una lenta fruta.
Conocerás, desde el carozo amargo
a la cáscara dura
y entre los dos, la suave, la dulce capa y capa
zumo de sombra tibia.

Vuelta hacia dentro, entera, la luz no se disipa.
Pasó el abierto tiempo color oro-naranja
color azules uvas;
un dispersado viento, fuego suelto gastándose.
Pasó espuma y ceniza.
Hoy es germen de horas, abrigado de sombra
que se ensancha y madura.

II
Como el agua de lluvia, débil, repiqueteante
con sus pequeñas voces, su canto dividido
nos venían los días
como livianas gotas.

Antes nos resbalaban el sol y la alegría.
Ahora están adentro:
alegría callada
sol escondido.

Ahora de las hondas raíces de la tierra
viene tibieza oscura
un agua circular y casi quieta.
Se apaga en el silencio
crece sobre la sombra
un ovillo de sueño.

Amor es alimento
de su raíz secreta.

III
¿Y no te gusta ahora
más que el cristal, la lisa
madera, la veteada,
las líneas
de oscuridad envolvente,
los dibujos
de orden oculto? El agua,
¿no te gusta más quieta
para poder mirarla
descansando en su peso
su frialdad translúcida?

IV
Eres un recibir y un guardar y por eso
convergen hacia ti los dones, las esencias
muestran su doble rostro:

una noche de hierro sostiene un día claro.
Hilo de la alegría más fuerte se desprende
de dolor y dolor en oscura madeja.

Aprende que de pronto todo te pertenece.
Y son tuyas las horas, pero en verdad son tuyas.
No vuelan sobre ti, alas de luz y polvo,
suelto viento de arena,

sino que hasta ti baja su verdadero peso
su raíz verdadera.

Circe Maia: Modos del tiempo. Presencia diaria (1964)

Versións:

Circe Maia: De la espera I al IV; Circe Maia por ella misma; 1970; Lado A, Corte 6

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