Quemaste la madrugada
con fuego de tu guitarra:
zumo de caña en la jícara
de tu carne prieta y viva,
bajo luna muerta y blanca.
El son te salió redondo
y mulato, como un níspero.
Bebedor de trago largo,
garguero de hoja de lata,
en mar de ron barco suelto,
jinete de la cumbancha:
¡qué vas a hacer con la noche,
si ya no podrás tomártela,
ni qué vena te dará
la sangre que te hace falta,
si se te fue por el caño
negro de la puñalada!
!Ahora sí que te rompieron,
Papá Montero!
En el solar te esperaban,
pero te trajeron muerto;
fue bronca de jaladera,
pero te trajeron muerto;
dicen que él era tu ecobio,
pero te trajeron muerto;
el hierro no apareció,
pero te trajeron muerto.
Ya se acabó Baldomero:
¡zumba, canalla y rumbero!
Sólo dos velas están
quemando un poco de sombra;
para tu pequeña muerte
con esas dos velas sobra.
Y aun te alumbran, más que velas,
la camisa colorada
que iluminó tus canciones,
la prieta sal de tus sones,
y tu melena planchada.
¡Ahora sí que te rompieron,
Papá Montero!
Hoy amaneció la luna
en el patio de mi casa;
de filo cayo en la tierra,
y allí se quedó clavada.
Los muchachos la cogieron
para lavarle la cara,
y yo la traje esta noche,
y te la puse de almohada.
Nicolás Guillén: Sóngoro cosongo (1931)
Versións:
Octavio Corbalán: Velorio de Papá Montero; Antología oral: Poesía hispanoamericana del siglo XX; 1960; Cara A, Corte 13
Los Lobos: Papá Montero; Vientos del pueblo; 1972; Pista 1
Enrique D'Flon Kuhn: Velorio de Papá Montero; Yanga; 2001; Pista 11
Los Lobos: Velorio de Papá Montero; El concierto de la complutense; 2019; CD2, Pista 5
jueves, 20 de noviembre de 2025
miércoles, 19 de noviembre de 2025
Se canta al mar
Nada podrá apartar de mi memoria
La luz de aquella misteriosa lámpara,
Ni el resultado que en mis ojos tuvo
Ni la impresión que me dejó en el alma.
Todo lo puede el tiempo, sin embargo
Creo que ni la muerte ha de borrarla.
Voy a explicarme aquí, si me permiten,
Con el eco mejor de mi garganta.
Por aquel tiempo yo no comprendía
Francamente ni cómo me llamaba,
No había escrito aún mi primer verso
Ni derramado mi primera lágrima;
Era mi corazón ni más ni menos
Que el olvidado kiosko de una plaza.
Mas sucedió que cierta vez mi padre
Fue desterrado al sur, a la lejana
Isla de Chiloé donde el invierno
Es como una ciudad abandonada.
Partí con él y sin pensar llegamos
A Puerto Montt una mañana clara.
Siempre había vivido mi familia
En el valle central o en la montaña,
De manera que nunca, ni por pienso,
Se conversó del mar en nuestra casa.
Sobre este punto yo sabía apenas
Lo que en la escuela pública enseñaban
Y una que otra cuestión de contrabando
De las cartas de amor de mis hermanas.
Descendimos del tren entre banderas
Y una solemne fiesta de campanas
Cuando mi padre me cogió de un brazo
Y volviendo los ojos a la blanca,
Libre y eterna espuma que a lo lejos
Hacia un país sin nombre navegaba,
Como quien reza una oración me dijo
Con voz que tengo en el oído intacta:
«Este es, muchacho, el mar». El mar sereno,
El mar que baña de cristal la patria.
No sé decir por qué, pero es el caso
Que una fuerza mayor me llenó el alma
Y sin medir, sin sospechar siquiera,
La magnitud real de mi campaña,
Eché a correr, sin orden ni concierto,
Como un desesperado hacia la playa
Y en un instante memorable estuve
Frente a ese gran señor de las batallas.
Entonces fue cuando extendí los brazos
Sobre el haz ondulante de las aguas,
Rígido el cuerpo, las pupilas fijas,
En la verdad sin fin de la distancia,
Sin que en mi ser moviérase un cabello,
¡Cómo la sombra azul de las estatuas!
Cuanto tiempo duró nuestro saludo
No podrían decirlo las palabras.
Sólo debo agregar que en aquel día
Nació en mi mente la inquietud y el ansia
De hacer en verso lo que en ola y ola
Dios a mi vista sin cesar creaba.
Desde ese entonces data la ferviente
Y abrasadora sed que me arrebata:
Es que, en verdad, desde que existe el mundo,
La voz del mar en mi persona estaba.
Nicanor Parra: Poemas y antipoemas (1954)
Versións:
Nicanor Parra: Se canta al mar; Poemas y antipoemas; 1965; Cara 1, Corte 3
La luz de aquella misteriosa lámpara,
Ni el resultado que en mis ojos tuvo
Ni la impresión que me dejó en el alma.
Todo lo puede el tiempo, sin embargo
Creo que ni la muerte ha de borrarla.
Voy a explicarme aquí, si me permiten,
Con el eco mejor de mi garganta.
Por aquel tiempo yo no comprendía
Francamente ni cómo me llamaba,
No había escrito aún mi primer verso
Ni derramado mi primera lágrima;
Era mi corazón ni más ni menos
Que el olvidado kiosko de una plaza.
Mas sucedió que cierta vez mi padre
Fue desterrado al sur, a la lejana
Isla de Chiloé donde el invierno
Es como una ciudad abandonada.
Partí con él y sin pensar llegamos
A Puerto Montt una mañana clara.
Siempre había vivido mi familia
En el valle central o en la montaña,
De manera que nunca, ni por pienso,
Se conversó del mar en nuestra casa.
Sobre este punto yo sabía apenas
Lo que en la escuela pública enseñaban
Y una que otra cuestión de contrabando
De las cartas de amor de mis hermanas.
Descendimos del tren entre banderas
Y una solemne fiesta de campanas
Cuando mi padre me cogió de un brazo
Y volviendo los ojos a la blanca,
Libre y eterna espuma que a lo lejos
Hacia un país sin nombre navegaba,
Como quien reza una oración me dijo
Con voz que tengo en el oído intacta:
«Este es, muchacho, el mar». El mar sereno,
El mar que baña de cristal la patria.
No sé decir por qué, pero es el caso
Que una fuerza mayor me llenó el alma
Y sin medir, sin sospechar siquiera,
La magnitud real de mi campaña,
Eché a correr, sin orden ni concierto,
Como un desesperado hacia la playa
Y en un instante memorable estuve
Frente a ese gran señor de las batallas.
Entonces fue cuando extendí los brazos
Sobre el haz ondulante de las aguas,
Rígido el cuerpo, las pupilas fijas,
En la verdad sin fin de la distancia,
Sin que en mi ser moviérase un cabello,
¡Cómo la sombra azul de las estatuas!
Cuanto tiempo duró nuestro saludo
No podrían decirlo las palabras.
Sólo debo agregar que en aquel día
Nació en mi mente la inquietud y el ansia
De hacer en verso lo que en ola y ola
Dios a mi vista sin cesar creaba.
Desde ese entonces data la ferviente
Y abrasadora sed que me arrebata:
Es que, en verdad, desde que existe el mundo,
La voz del mar en mi persona estaba.
Nicanor Parra: Poemas y antipoemas (1954)
Versións:
Nicanor Parra: Se canta al mar; Poemas y antipoemas; 1965; Cara 1, Corte 3
sábado, 15 de noviembre de 2025
Velero de sueños
¡Ay!, si ya no estuvieras,
si no te viera más,
si tocara ahora mismo con mis dedos
el evidente hueco de tu ausencia
y sintiera la sed de tu distancia,
se me llenaría el alma,
como un huerto,
de naranjas amargas y tardías.
Pero, ¿cómo sería ese sabor?
A fuerza de añorarlo ansiosamente,
me embarco en el velero de mis sueños
huyendo de tu olor y tu contacto.
¡Ay!, si ya no estuvieras,
con qué hondura y qué fuerza
de marea salobre te querría.
Carmen Martín Gaite: A rachas (1976)
Versións:
Carmen Martín Gaite: Velero de sueños; Poemas; 2000; Pista 14
si no te viera más,
si tocara ahora mismo con mis dedos
el evidente hueco de tu ausencia
y sintiera la sed de tu distancia,
se me llenaría el alma,
como un huerto,
de naranjas amargas y tardías.
Pero, ¿cómo sería ese sabor?
A fuerza de añorarlo ansiosamente,
me embarco en el velero de mis sueños
huyendo de tu olor y tu contacto.
¡Ay!, si ya no estuvieras,
con qué hondura y qué fuerza
de marea salobre te querría.
Carmen Martín Gaite: A rachas (1976)
Versións:
Carmen Martín Gaite: Velero de sueños; Poemas; 2000; Pista 14
viernes, 14 de noviembre de 2025
Sabés qué miedo
Sabés qué miedo
cuando cae la sombra
sobre la casa
(entendé, sobre el lecho,)
y empiezo a dibujar
—dolor en mano—
todas las formas
que el amor tenía
entendeme y pensá
cuántas secretas
impensadas maneras
costumbres de asesino
tiene la pena ésta.
Nancy Bacelo: Pruebas con tango. Las pruebas de la suerte (1969)
Versións:
Nancy Bacelo: Las pruebas de la suerte*; Cantares y otros poemas; 1978; Cara B, Corte 1
cuando cae la sombra
sobre la casa
(entendé, sobre el lecho,)
y empiezo a dibujar
—dolor en mano—
todas las formas
que el amor tenía
entendeme y pensá
cuántas secretas
impensadas maneras
costumbres de asesino
tiene la pena ésta.
Nancy Bacelo: Pruebas con tango. Las pruebas de la suerte (1969)
Versións:
Nancy Bacelo: Las pruebas de la suerte*; Cantares y otros poemas; 1978; Cara B, Corte 1
*[O recitativo deste poema, na voz de Nancy Bacelo, está precedido polo recitativo dos poemas Las pruebas de la suerte, Despegados los ojos e Ahora que suena, da obra de Nancy Bacelo: Las pruebas de la suerte (1969), e seguido polo recitativo do poema Cuando jurada y hecha la misma, da obra de Nancy Bacelo: Las pruebas de la suerte (1969).]
miércoles, 12 de noviembre de 2025
Vea yo los ojos bellos
ERASTRO
Vea yo los ojos bellos
Deste sol que estoy mirando,
Y si se van apartando,
Vayase el alma tras ellos.
Sin ellos no hay claridad,
Ni mi alma no la espere,
Que ausente dellos no quiere
Luz, salud, ni libertad.
Mire quien puede estos ojos,
Que no es posible alaballos,
Mas ha de dar por mirallos
De la vida los despojos.
Yo los veo, y yo los ví,
Y cada vez que los veo
Les doy un nuevo deseo
Tras el alma que les dí.
Ya no tengo mas que dar,
Ni imagino mas que dé,
Si por premio de mi fé
No se admite el desear.
Cierta está mi perdición,
Si estos ojos do el bien sobra
Los pusieron en la obra,
Y no en la sana intención.
Aunque durase este día
Mil siglos como deseo,
A mí, que tanto bien veo,
Un punto me parecía.
No hace el tiempo ligero
Curso en alterar mi edad,
Mientras miro la beldad
De la vida por quien muero.
En esta vista reposa
Mi alma, y halla sosiego,
Y vive en el vivo fuego
De su luz pura, y hermosa.
Y hace amor tan alta prueba
Con ella, que en esta llama
A dulce vida la llama,
Y qual fénix la renueva.
Salgo con mi pensamiento
Buscando mi dulce gloria,
Y al fin hallo en mi memoria
Encerrado mi contento.
Allí está, y allí se encierra,
No en mandos, no en poderíos,
No en pompas, no en señoríos,
Ni en riquezas de la tierra.
Miguel de Cervantes: La Galatea (1585)
Versións:
Ángel Corpa: Vea yo los ojos bellos; Amor tiene por nombre; 2005; Pista 6
Vea yo los ojos bellos
Deste sol que estoy mirando,
Y si se van apartando,
Vayase el alma tras ellos.
Sin ellos no hay claridad,
Ni mi alma no la espere,
Que ausente dellos no quiere
Luz, salud, ni libertad.
Mire quien puede estos ojos,
Que no es posible alaballos,
Mas ha de dar por mirallos
De la vida los despojos.
Yo los veo, y yo los ví,
Y cada vez que los veo
Les doy un nuevo deseo
Tras el alma que les dí.
Ya no tengo mas que dar,
Ni imagino mas que dé,
Si por premio de mi fé
No se admite el desear.
Cierta está mi perdición,
Si estos ojos do el bien sobra
Los pusieron en la obra,
Y no en la sana intención.
Aunque durase este día
Mil siglos como deseo,
A mí, que tanto bien veo,
Un punto me parecía.
No hace el tiempo ligero
Curso en alterar mi edad,
Mientras miro la beldad
De la vida por quien muero.
En esta vista reposa
Mi alma, y halla sosiego,
Y vive en el vivo fuego
De su luz pura, y hermosa.
Y hace amor tan alta prueba
Con ella, que en esta llama
A dulce vida la llama,
Y qual fénix la renueva.
Salgo con mi pensamiento
Buscando mi dulce gloria,
Y al fin hallo en mi memoria
Encerrado mi contento.
Allí está, y allí se encierra,
No en mandos, no en poderíos,
No en pompas, no en señoríos,
Ni en riquezas de la tierra.
Miguel de Cervantes: La Galatea (1585)
Versións:
Ángel Corpa: Vea yo los ojos bellos; Amor tiene por nombre; 2005; Pista 6
lunes, 10 de noviembre de 2025
Rostros
Así también los rostros
máscaras rutinarias se transforman
en la cara real, tan y tan viva
que quema las palabras.
Sólo, de a ratos, claro.
Como cuando aparece
un fuego silencioso
devorando las débiles
conversaciones blandas.
Brilla sólo un silencio.
Por él cruzan los ojos
de los rostros reales,
de reales miradas.
Circe Maia: El puente (1970)
Versións:
Circe Maia: Los rostros; Circe Maia por ella misma; 1970; Lado B, Corte 2
máscaras rutinarias se transforman
en la cara real, tan y tan viva
que quema las palabras.
Sólo, de a ratos, claro.
Como cuando aparece
un fuego silencioso
devorando las débiles
conversaciones blandas.
Brilla sólo un silencio.
Por él cruzan los ojos
de los rostros reales,
de reales miradas.
Circe Maia: El puente (1970)
Versións:
Circe Maia: Los rostros; Circe Maia por ella misma; 1970; Lado B, Corte 2
sábado, 8 de noviembre de 2025
Vas e vés
Vas e vés,
non paras queda.
Hoxe un soño rebule,
rente dil durmes, velas,
e calas a carón seu,
logo múrchase o soño, pasa,
e volves a chamar por outra estrela.
Vas e vés, bules, camiñas
decote coas ovellas
dos teus montes de amor
e pasas, volves atrás delas
de nube en nube, meniña rebuldeira.
Trapeliña, corazón trapelo.
Eu ando na túa erba,
voume deitar a desfollar
as margaridas do teu soño, nena.
Acouga, rapaciña, á carón meu,
acouga xa, mimosa, achega
os soños teus contra os meus soños
ó pé diste valado dos amores,
rapaciña trapela.
Antón Tovar: Non (1967)
Versións:
Anxo Rei: Vas e vés; A rabela da pluma; 2006; Pista 7
non paras queda.
Hoxe un soño rebule,
rente dil durmes, velas,
e calas a carón seu,
logo múrchase o soño, pasa,
e volves a chamar por outra estrela.
Vas e vés, bules, camiñas
decote coas ovellas
dos teus montes de amor
e pasas, volves atrás delas
de nube en nube, meniña rebuldeira.
Trapeliña, corazón trapelo.
Eu ando na túa erba,
voume deitar a desfollar
as margaridas do teu soño, nena.
Acouga, rapaciña, á carón meu,
acouga xa, mimosa, achega
os soños teus contra os meus soños
ó pé diste valado dos amores,
rapaciña trapela.
Antón Tovar: Non (1967)
Versións:
Anxo Rei: Vas e vés; A rabela da pluma; 2006; Pista 7
jueves, 6 de noviembre de 2025
Rostro de vos
Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.
Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.
Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.
Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.
Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.
Mario Benedetti: Poemas de otros (1973-1974) (1974)
Versións:
Mario Benedetti: Rostro de vos; El amor, las mujeres y la vida; 1995; Pista 9
Mario Benedetti: Rostro de vos; Inventario (1950-1975); 2002; Pista 40
(Recitativo semellante ao do disco El amor, las mujeres y la vida, do ano 1995.)
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.
Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.
Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.
Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.
Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.
Mario Benedetti: Poemas de otros (1973-1974) (1974)
Versións:
Mario Benedetti: Rostro de vos; El amor, las mujeres y la vida; 1995; Pista 9
Mario Benedetti: Rostro de vos; Inventario (1950-1975); 2002; Pista 40
(Recitativo semellante ao do disco El amor, las mujeres y la vida, do ano 1995.)
lunes, 3 de noviembre de 2025
Vamos juntos
Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
Mario Benedetti: Versos para cantar; Letras de Emergencia (1969-1973) (1973)
Versións:
Nacha Guevara: Vamos juntos; Nacha Guevara canta a Benedetti; 1976; Cara B, Corte 4
Luis Pastor: Vamos juntos; Vallecas; 1976; Cara B, Corte 5
Nacha Guevara: Vamos juntos; En vivo, con Benedetti y Favero; 1979; LP 1, Cara B, Corte 4
Opus Cuatro: Vamos juntos; Un nuevo tiempo; 1987; Lado A, Corte 2
Nacha Guevara: Vamos juntos; En vivo, con Benedetti y Favero; 1996; Pista 13
(Reedición da versión do disco En vivo, con Benedetti y Favero, do ano 1979.)
Luis Pastor: Vamos juntos; Piedra de sol; 2000; Pista 9
Mario Benedetti: Vamos juntos; Inventario (1950-1975); 2002; Pista 28
Luis Pastor: Vamos juntos; Cantautores para la libertad (VVAA); 2004; CD1; Pista 14
(Remasterización da versión do disco Vallecas, do ano 1976.)
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
Mario Benedetti: Versos para cantar; Letras de Emergencia (1969-1973) (1973)
Versións:
Nacha Guevara: Vamos juntos; Nacha Guevara canta a Benedetti; 1976; Cara B, Corte 4
Luis Pastor: Vamos juntos; Vallecas; 1976; Cara B, Corte 5
Nacha Guevara: Vamos juntos; En vivo, con Benedetti y Favero; 1979; LP 1, Cara B, Corte 4
Opus Cuatro: Vamos juntos; Un nuevo tiempo; 1987; Lado A, Corte 2
Nacha Guevara: Vamos juntos; En vivo, con Benedetti y Favero; 1996; Pista 13
(Reedición da versión do disco En vivo, con Benedetti y Favero, do ano 1979.)
Luis Pastor: Vamos juntos; Piedra de sol; 2000; Pista 9
Mario Benedetti: Vamos juntos; Inventario (1950-1975); 2002; Pista 28
Luis Pastor: Vamos juntos; Cantautores para la libertad (VVAA); 2004; CD1; Pista 14
(Remasterización da versión do disco Vallecas, do ano 1976.)
viernes, 31 de octubre de 2025
Rompeolas
Voy a hacer un rompeolas
con mi alegría pequeña...
No quiero que sepa el mar,
que por mi pecho van penas.
No quiero que toque el mar
la orilla acá de mi tierra...
Se me acabaron los sueños,
locos de sombra en la arena.
No quiero que mire el mar
luto de azul en mi senda...
(¡Eran auroras mis párpados,
cuando cruzó la tormenta!)
No quiero que llore el mar
nuevo aguacero en mi puerta...
Todos los ojos del viento
ya me lloraron por muerta.
Voy a hacer un rompeolas
con mi alegría pequeña,
leve alegría de saberme,
mía la mano que cierra.
No quiero que llegue el mar
hasta la sed de mi pena,
ciega en mitad de una lumbre,
rota en mitad de una ausencia
Julia de Burgos: Velas sobre el pecho del mar. El mar y tú (1954)
Versións:
La discreta academia: Rompeolas; A Julia sin lágrimas; 2009; Pista 12
con mi alegría pequeña...
No quiero que sepa el mar,
que por mi pecho van penas.
No quiero que toque el mar
la orilla acá de mi tierra...
Se me acabaron los sueños,
locos de sombra en la arena.
No quiero que mire el mar
luto de azul en mi senda...
(¡Eran auroras mis párpados,
cuando cruzó la tormenta!)
No quiero que llore el mar
nuevo aguacero en mi puerta...
Todos los ojos del viento
ya me lloraron por muerta.
Voy a hacer un rompeolas
con mi alegría pequeña,
leve alegría de saberme,
mía la mano que cierra.
No quiero que llegue el mar
hasta la sed de mi pena,
ciega en mitad de una lumbre,
rota en mitad de una ausencia
Julia de Burgos: Velas sobre el pecho del mar. El mar y tú (1954)
Versións:
La discreta academia: Rompeolas; A Julia sin lágrimas; 2009; Pista 12
miércoles, 29 de octubre de 2025
Vamos bebendo
—Teño tres pitas brancas
e un galo negro
que han de poñer bos ovos
andando o tempo;
i hei de vendelos caros
polo xaneiro;
i hei de xunta-los cartos
para un mantelo;
i heino de levar posto
no casamento;
i hei… —Pois mira, Marica,
vai por un neto,
que antramentas non quitas
eses cerellos,
i as pitas van medrando
co galo negro,
para poñelos ovos,
e todo aquelo
do xaneiro, dos cartos
i o casamento,
miña prenda da ialma,
¡vamos bebendo!
Rosalía de Castro: Follas novas (1880)
Versións:
Amancio Prada: Vamos bebendo; Rosalía de Castro; 1975; Pista 6
María Manuela: Imos bebendo; Cantigas para nenos e neneiros; 1979; Cara A, Corte 2
Amancio Prada e Martirio: Vamos bebendo; Rosas a Rosalía; 1997; Pista 9
Amancio Prada e Uxía Senlle: Vamos bebendo; Rosalía siempre; 2005; Pista 6
Amancio Prada: Vamos bebendo; Resonancias de Rosalía; 2014; Pista 9
O val das mouras: Vamos bebendo; Rosalía; 2015; Pista 10
e un galo negro
que han de poñer bos ovos
andando o tempo;
i hei de vendelos caros
polo xaneiro;
i hei de xunta-los cartos
para un mantelo;
i heino de levar posto
no casamento;
i hei… —Pois mira, Marica,
vai por un neto,
que antramentas non quitas
eses cerellos,
i as pitas van medrando
co galo negro,
para poñelos ovos,
e todo aquelo
do xaneiro, dos cartos
i o casamento,
miña prenda da ialma,
¡vamos bebendo!
Rosalía de Castro: Follas novas (1880)
Versións:
Amancio Prada: Vamos bebendo; Rosalía de Castro; 1975; Pista 6
María Manuela: Imos bebendo; Cantigas para nenos e neneiros; 1979; Cara A, Corte 2
Amancio Prada e Martirio: Vamos bebendo; Rosas a Rosalía; 1997; Pista 9
Amancio Prada e Uxía Senlle: Vamos bebendo; Rosalía siempre; 2005; Pista 6
Amancio Prada: Vamos bebendo; Resonancias de Rosalía; 2014; Pista 9
O val das mouras: Vamos bebendo; Rosalía; 2015; Pista 10
lunes, 27 de octubre de 2025
Romance de la perla
El sol se sale muriendo
en sombras del caserío,
y el mar se lame la vida
sobre horizontes de niños.
Duerme el hombre su ancha pena
del llanto de pan del hijo,
y toma forma de piedra
por la escalera del risco.
¿A dónde se irán sus pasos
hinchados de ahuecar bríos
en la antesala del sordo
capitalista edificio?
Ni la mañana le esconde
la mueca de su suplicio,
ni echa de ver que en sus ojos
hay ausencia de rocío…
¡Una mirada vacía
lo tira de nuevo al nido!
¡Perla! La perla encrespada
como un hotel colectivo
en una mancha que el mar
se sacudió en raro ímpetu:
¡Perla! La perla dejada
en un fantástico olvido
para ilusión de los hombres
heridos de hambre y de frío,
¡Perla! La perla tirada
desde el tejado del risco,
que bajo tu blanca pena
exprime dolor de siglos.
¡Piedra que miras al cielo
como arrabal desteñido!
¿Quién dice noche estrellada
ante los ojos caídos
de esa frontera del hambre
que va apretándose en gritos?
¿Quién dice marco de espumas
ante el puntal de martirio
que se reseca en las almas
huéspedes del precipicio?
La vida rueda temblando
sobre el jirón extendido
en un juego con la muerte
que quiere atrapar el risco.
El mar se lame la vida,
y el sol se arropa de frío…
en cada lecho de muerte
vigila el sueño de un niño…
¡Perla! La perla más blanca
de la gran mina del rico.
¡Perla! Que ya te desgastas,
de balancearte en suspiros.
¡Perla! Que ya te derrumbas
bajo tu pecho sombrío
mientras se elevan cuarteles
y el mar se infecta de tiros.
¡Piedra que miras al cielo
como arrabal desteñido…!
El color rojo se tiende
en tinte de último aviso
sobre el puñal de tus noches
y tus puntales caídos.
Al otro lado del mar
nos duele tu sed de siglos.
Tu voz resuena más lejos
que los cañones temidos.
En la antesala del mundo
ya anuncia el sol colectivo.
¡Perla! Levanta tus manos
y alza tu dolor en bríos…!
Julia de Burgos: Criatura del agua. Obra poética* (1961)
Versións:
Zoraida Santiago: Romance de la perla; Canción sublevada; 1993; Pista 5
Zoraida Santiago: Romance de la perla; Antología a Julia de Burgos; 2013; Pista 8
(Reedición da versión do disco Canción sublevada, do ano 1993.)
Miriam Colón: Romance de la perla; Poesía de Julia de Burgos; 2017; Pista 9
*[Consuelo Burgos y Juan Bautista Pagán: Julia de Burgos: Obra Poética; estudio preliminar de José Emilio Gonzales; Instituto de Cultura Puertorriqueña; San Juan de Puerto Rico, 1961; Dep. Leg.: M.9452-61]
en sombras del caserío,
y el mar se lame la vida
sobre horizontes de niños.
Duerme el hombre su ancha pena
del llanto de pan del hijo,
y toma forma de piedra
por la escalera del risco.
¿A dónde se irán sus pasos
hinchados de ahuecar bríos
en la antesala del sordo
capitalista edificio?
Ni la mañana le esconde
la mueca de su suplicio,
ni echa de ver que en sus ojos
hay ausencia de rocío…
¡Una mirada vacía
lo tira de nuevo al nido!
¡Perla! La perla encrespada
como un hotel colectivo
en una mancha que el mar
se sacudió en raro ímpetu:
¡Perla! La perla dejada
en un fantástico olvido
para ilusión de los hombres
heridos de hambre y de frío,
¡Perla! La perla tirada
desde el tejado del risco,
que bajo tu blanca pena
exprime dolor de siglos.
¡Piedra que miras al cielo
como arrabal desteñido!
¿Quién dice noche estrellada
ante los ojos caídos
de esa frontera del hambre
que va apretándose en gritos?
¿Quién dice marco de espumas
ante el puntal de martirio
que se reseca en las almas
huéspedes del precipicio?
La vida rueda temblando
sobre el jirón extendido
en un juego con la muerte
que quiere atrapar el risco.
El mar se lame la vida,
y el sol se arropa de frío…
en cada lecho de muerte
vigila el sueño de un niño…
¡Perla! La perla más blanca
de la gran mina del rico.
¡Perla! Que ya te desgastas,
de balancearte en suspiros.
¡Perla! Que ya te derrumbas
bajo tu pecho sombrío
mientras se elevan cuarteles
y el mar se infecta de tiros.
¡Piedra que miras al cielo
como arrabal desteñido…!
El color rojo se tiende
en tinte de último aviso
sobre el puñal de tus noches
y tus puntales caídos.
Al otro lado del mar
nos duele tu sed de siglos.
Tu voz resuena más lejos
que los cañones temidos.
En la antesala del mundo
ya anuncia el sol colectivo.
¡Perla! Levanta tus manos
y alza tu dolor en bríos…!
Julia de Burgos: Criatura del agua. Obra poética* (1961)
Versións:
Zoraida Santiago: Romance de la perla; Canción sublevada; 1993; Pista 5
Zoraida Santiago: Romance de la perla; Antología a Julia de Burgos; 2013; Pista 8
(Reedición da versión do disco Canción sublevada, do ano 1993.)
Miriam Colón: Romance de la perla; Poesía de Julia de Burgos; 2017; Pista 9
*[Consuelo Burgos y Juan Bautista Pagán: Julia de Burgos: Obra Poética; estudio preliminar de José Emilio Gonzales; Instituto de Cultura Puertorriqueña; San Juan de Puerto Rico, 1961; Dep. Leg.: M.9452-61]
sábado, 25 de octubre de 2025
Vals en las ramas
Cayó una hoja
y dos
y tres.
Por la luna nadaba un pez.
El agua duerme una hora
y el mar blanco duerme cien.
La dama
estaba muerta en la rama.
La monja
cantaba dentro de la toronja.
La niña
iba por el pino a la piña.
Y el pino
buscaba la plumilla del trino.
Pero el ruiseñor
lloraba sus heridas alrededor.
Y yo también
porque cayó una hoja
y dos
y tres.
Y una cabeza de cristal
y un violín de papel
y la nieve podría con el mundo
si la nieve durmiera un mes,
y las ramas luchaban con el mundo
una a una,
dos a dos,
y tres a tres.
¡Oh duro marfil de carnes invisibles!
¡Oh golfo sin hormigas del amanecer!
Con el muuu de las ramas,
con el ay de las damas,
con el croo de las ranas,
y el geo amarillo de la miel.
Llegará un torso de sombra
coronado de laurel.
Será el cielo para el viento
duro como una pared
y las ramas desgajadas
se irán bailando con él.
Una a una
alrededor de la luna,
dos a dos
alrededor del sol,
y tres a tres
para que los marfiles se duerman bien.
Federico García Lorca: Huida de Nueva York (Dos valses hacia la civilización). Poeta en Nueva York (1929-1930) (1940)
Versións:
Antonio Portanet: Vals en las ramas; Noche de cuatro lunas; 1983; Cara B, Corte 3
Atilio y Los Alimonados: Vals en las ramas; Atilio y Los Alimonados cantan Lorca; 2013; Pista 14
y dos
y tres.
Por la luna nadaba un pez.
El agua duerme una hora
y el mar blanco duerme cien.
La dama
estaba muerta en la rama.
La monja
cantaba dentro de la toronja.
La niña
iba por el pino a la piña.
Y el pino
buscaba la plumilla del trino.
Pero el ruiseñor
lloraba sus heridas alrededor.
Y yo también
porque cayó una hoja
y dos
y tres.
Y una cabeza de cristal
y un violín de papel
y la nieve podría con el mundo
si la nieve durmiera un mes,
y las ramas luchaban con el mundo
una a una,
dos a dos,
y tres a tres.
¡Oh duro marfil de carnes invisibles!
¡Oh golfo sin hormigas del amanecer!
Con el muuu de las ramas,
con el ay de las damas,
con el croo de las ranas,
y el geo amarillo de la miel.
Llegará un torso de sombra
coronado de laurel.
Será el cielo para el viento
duro como una pared
y las ramas desgajadas
se irán bailando con él.
Una a una
alrededor de la luna,
dos a dos
alrededor del sol,
y tres a tres
para que los marfiles se duerman bien.
Federico García Lorca: Huida de Nueva York (Dos valses hacia la civilización). Poeta en Nueva York (1929-1930) (1940)
Versións:
Antonio Portanet: Vals en las ramas; Noche de cuatro lunas; 1983; Cara B, Corte 3
Atilio y Los Alimonados: Vals en las ramas; Atilio y Los Alimonados cantan Lorca; 2013; Pista 14
viernes, 24 de octubre de 2025
Romance de Juan Lucena
Juan Lucena, canteador,
por eso de labrar postes,
ya sabe que va salir
garrapatiento del monte.
Jamás se vio canteador
como él, con más traza de hombre.
Desde sus manos el barro
se le derrama en raigones.
Dentro sus brazos la fuerza
vuelta un remanso de cobre
a cada hachazo que da
se le alborota en el golpe.
(En cada astilla que vuela
mira una brasa de pobre.)
Si va canteando un quebracho
sangre le salpica entonces
y sobre su camiseta
empiezan a crecer flores.
Juan Lucena, canteador,
vaporoso de sudores,
vuelve con el hacha al hombro
medio borrado en la noche.
Y cuando el vino morado
de a lentos litros se pone
Juan Lucena cree que ha muerto
porque por el sueño oye
que su hacha bajo la luna
hacha sola en medio el monte.
Manuel José Castilla: Bajo las lentas nubes (1963)
Versións:
Manuel José Castilla: Juan Lucena; Por él mismo. Su voz y sus poemas; 1968; Lado 1, Corte 1
por eso de labrar postes,
ya sabe que va salir
garrapatiento del monte.
Jamás se vio canteador
como él, con más traza de hombre.
Desde sus manos el barro
se le derrama en raigones.
Dentro sus brazos la fuerza
vuelta un remanso de cobre
a cada hachazo que da
se le alborota en el golpe.
(En cada astilla que vuela
mira una brasa de pobre.)
Si va canteando un quebracho
sangre le salpica entonces
y sobre su camiseta
empiezan a crecer flores.
Juan Lucena, canteador,
vaporoso de sudores,
vuelve con el hacha al hombro
medio borrado en la noche.
Y cuando el vino morado
de a lentos litros se pone
Juan Lucena cree que ha muerto
porque por el sueño oye
que su hacha bajo la luna
hacha sola en medio el monte.
Manuel José Castilla: Bajo las lentas nubes (1963)
Versións:
Manuel José Castilla: Juan Lucena; Por él mismo. Su voz y sus poemas; 1968; Lado 1, Corte 1
lunes, 20 de octubre de 2025
Vals del aniversario
Nada hay tan dulce como una habitación
para dos, cuando ya no nos queremos demasiado,
fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo,
y parejas dudosas y algún niño con ganglios,
si no es esta ligera sensación
de irrealidad. Algo como el verano
en casa de mis padres, hace tiempo,
como viajes en tren por la noche. Te llamo
para decir que no te digo nada
que tú ya no conozcas, o si acaso
para besarte vagamente
los mismos labios.
Has dejado el balcón.
Ha oscurecido el cuarto
mientras que nos miramos tiernamente, incómodos
de no sentir el peso de tres años.
Todo es igual, parece
que no fue ayer. Y este sabor nostálgico,
que los silencios ponen en la boca,
posiblemente induce a equivocarnos
en nuestros sentimientos. Pero no
sin alguna reserva, porque por debajo
algo tira más fuerte y es (para decirlo
quizá de un modo menos inexacto)
difícil recordar que nos queremos,
si no es con cierta imprecisión, y el sábado,
que es hoy, queda tan cerca
de ayer a última hora y de pasado
mañana
por la mañana…
Jaime Gil de Biedma: Compañeros de viaje (1959)
Versións:
Luis Emilio Batallán: Feliz aniversario; Tu retrato; 2007; Pista 9
para dos, cuando ya no nos queremos demasiado,
fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo,
y parejas dudosas y algún niño con ganglios,
si no es esta ligera sensación
de irrealidad. Algo como el verano
en casa de mis padres, hace tiempo,
como viajes en tren por la noche. Te llamo
para decir que no te digo nada
que tú ya no conozcas, o si acaso
para besarte vagamente
los mismos labios.
Has dejado el balcón.
Ha oscurecido el cuarto
mientras que nos miramos tiernamente, incómodos
de no sentir el peso de tres años.
Todo es igual, parece
que no fue ayer. Y este sabor nostálgico,
que los silencios ponen en la boca,
posiblemente induce a equivocarnos
en nuestros sentimientos. Pero no
sin alguna reserva, porque por debajo
algo tira más fuerte y es (para decirlo
quizá de un modo menos inexacto)
difícil recordar que nos queremos,
si no es con cierta imprecisión, y el sábado,
que es hoy, queda tan cerca
de ayer a última hora y de pasado
mañana
por la mañana…
Jaime Gil de Biedma: Compañeros de viaje (1959)
Versións:
Luis Emilio Batallán: Feliz aniversario; Tu retrato; 2007; Pista 9
sábado, 18 de octubre de 2025
Río Grande de Loíza
¡Río Grande de Loíza!… Alárgate en mi espíritu
y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos,
para buscar la fuente que te robó de niño
y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.
Enróscate en mis labios y deja que te beba,
para sentirte mío por un breve momento,
y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte,
y oír voces de asombro en la boca del viento.
Apéate un instante del lomo de la tierra,
y busca de mis ansias el íntimo secreto;
confúndete en el vuelo de mi ave fantasía,
y déjame una rosa de agua en mis ensueños.
¡Río Grande de Loíza!… Mi manantial, mi río,
desde que alzome al mundo el pétalo materno;
contigo se bajaron desde las rudas cuestas,
a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos;
y mi niñez fue toda un poema en el río,
y un río en el poema de mis primeros sueños.
Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida
prendida en lo más ancho de tu viajar eterno;
y fui tuya mil veces, y en un bello romance
me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron
mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo
algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada de morder corazones,
me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!… Azul. Moreno. Rojo.
Espejo azul, caído pedazo azul de cielo;
desnuda carne blanca que se te vuelve negra
cada vez que la noche se te mete en el lecho;
roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia
a torrentes su barro te vomitan los cerros.
Río hombre, pero hombre con pureza de río,
porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre
que ha besado en mi alma al besar en mi cuerpo.
¡Río Grande de Loíza!… Río grande. Llanto grande.
El más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más grande el que de mí se sale
por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
Julia de Burgos: Poema en veinte surcos (1938)
Versións:
Grupo de poesía coreada Maricusa Ornes: Río Grande de Loíza; Poesía puertorriqueña coreada; 1971; Lado A, Corte 5
La discreta academia: Río Grande de Loíza; A Julia sin Lágrimas; 2009; Pista 6
Zoraida Santiago: Río Grande de Loíza; Antología a Julia de Burgos; 2013; Pista 11
Miriam Colón: Río Grande de Loíza*; Poesía de Julia de Burgos; 2017; Pista 1
*[O arquivo de audio que contén o recitativo de Miriam Colón está incompleto, faltando a derradeira estrofa do poema.]
y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos,
para buscar la fuente que te robó de niño
y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.
Enróscate en mis labios y deja que te beba,
para sentirte mío por un breve momento,
y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte,
y oír voces de asombro en la boca del viento.
Apéate un instante del lomo de la tierra,
y busca de mis ansias el íntimo secreto;
confúndete en el vuelo de mi ave fantasía,
y déjame una rosa de agua en mis ensueños.
¡Río Grande de Loíza!… Mi manantial, mi río,
desde que alzome al mundo el pétalo materno;
contigo se bajaron desde las rudas cuestas,
a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos;
y mi niñez fue toda un poema en el río,
y un río en el poema de mis primeros sueños.
Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida
prendida en lo más ancho de tu viajar eterno;
y fui tuya mil veces, y en un bello romance
me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron
mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo
algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada de morder corazones,
me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!… Azul. Moreno. Rojo.
Espejo azul, caído pedazo azul de cielo;
desnuda carne blanca que se te vuelve negra
cada vez que la noche se te mete en el lecho;
roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia
a torrentes su barro te vomitan los cerros.
Río hombre, pero hombre con pureza de río,
porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre
que ha besado en mi alma al besar en mi cuerpo.
¡Río Grande de Loíza!… Río grande. Llanto grande.
El más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más grande el que de mí se sale
por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
Julia de Burgos: Poema en veinte surcos (1938)
Versións:
Grupo de poesía coreada Maricusa Ornes: Río Grande de Loíza; Poesía puertorriqueña coreada; 1971; Lado A, Corte 5
La discreta academia: Río Grande de Loíza; A Julia sin Lágrimas; 2009; Pista 6
Zoraida Santiago: Río Grande de Loíza; Antología a Julia de Burgos; 2013; Pista 11
Miriam Colón: Río Grande de Loíza*; Poesía de Julia de Burgos; 2017; Pista 1
*[O arquivo de audio que contén o recitativo de Miriam Colón está incompleto, faltando a derradeira estrofa do poema.]
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jueves, 16 de octubre de 2025
Vals de los enamorados y unidos hasta siempre
No salieron jamás
del vergel del abrazo,
y ante rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes.
Y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios
cada vez más profundos,
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembre y marzos,
aventados se vieron:
pero siempre abrazados.
Miguel Hernández: Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) (1958)*
Versións:
Francisco Curto: Vals de los enamorados y unidos hasta siempre; Miguel Hernández; 1976; Cara B, Corte 3
Banda inaudita e Julián Páez: Vals de los enamorados; A la luna venidera; 2010; Pista 8
Adolfo Celdrán: Vals de los enamorados y unidos hasta siempre; Concerto Cantando a Miguel Hernández en su centenario; Aula CAM; 22/10/2010
del vergel del abrazo,
y ante rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes.
Y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios
cada vez más profundos,
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembre y marzos,
aventados se vieron:
pero siempre abrazados.
Miguel Hernández: Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) (1958)*
Versións:
Francisco Curto: Vals de los enamorados y unidos hasta siempre; Miguel Hernández; 1976; Cara B, Corte 3
Banda inaudita e Julián Páez: Vals de los enamorados; A la luna venidera; 2010; Pista 8
Adolfo Celdrán: Vals de los enamorados y unidos hasta siempre; Concerto Cantando a Miguel Hernández en su centenario; Aula CAM; 22/10/2010
*[«Este poema fue escrito en 1938, según puede deducirse de los borradores. Sin embargo, a finales de 1939 el poeta lo manuscribió en la Prisión de Conde de Toreno, de Madrid, sobre el álbum de un amigo, y lo hizo con el título de “Vals de los enamorados y unidos hasta siempre”. Como variante, ofreció la inclusión, tras el verso 21, del verso: —como polvo liviano—, repitiendo de nuevo el verso —aventados se vieron— y, cerrando con el mismo: —pero siempre abrazados—. La edición de Obras completas incluye las dos versiones como poemas distintos.» Miguel Hernández: Obra poética completa; Edic. de Leopoldo de Luis e Jorge Urrutia; Col. Biblioteca Promoción del Pueblo, Serie P, nº 92; Editorial Zero, S.A.; Madrid, 1976; ISBN: 84-317-0390-3.]
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miércoles, 15 de octubre de 2025
Regreso
Estábamos tan acostumbrados
al ruido de los niños,
—gritos, cantos, peleas—
que este brusco silencio, de pronto…
Nada grave. Salieron.
Sin embargo
en pocos años será lo mismo
y no nos sentaremos a esperarlos.
Habrán salido de verdad.
Se saldrán del correr en escaleras.
¡No corran, niños! De sus cantos gritados
de su empujarse y su reír, habrán salido.
Volverán sólo en ráfagas-recuerdos,
en fotos alineadas.
Tiempo de mamaderas y pañales.
Tiempo de túnicas y de carteras.
Tiempo quedado atrás de alguna puerta
que no será posible abrir. Habrán salido.
Por eso toco y miro, como de gran distancia
este cuarto en silencio
con juguetes tirados por el piso
con camas destendidas.
Me siento regresando.
Como quien ya se iba y da vuelta.
Como alguien que olvidó despedirse.
Desde afuera, de lejos, he regresado
a la resbaladiza sustancia de la vida.
Circe Maia: El puente (1970)
Versións:
Circe Maia: Regreso; Circe Maia por ella misma; 1970; Cara B, Corte 3
al ruido de los niños,
—gritos, cantos, peleas—
que este brusco silencio, de pronto…
Nada grave. Salieron.
Sin embargo
en pocos años será lo mismo
y no nos sentaremos a esperarlos.
Habrán salido de verdad.
Se saldrán del correr en escaleras.
¡No corran, niños! De sus cantos gritados
de su empujarse y su reír, habrán salido.
Volverán sólo en ráfagas-recuerdos,
en fotos alineadas.
Tiempo de mamaderas y pañales.
Tiempo de túnicas y de carteras.
Tiempo quedado atrás de alguna puerta
que no será posible abrir. Habrán salido.
Por eso toco y miro, como de gran distancia
este cuarto en silencio
con juguetes tirados por el piso
con camas destendidas.
Me siento regresando.
Como quien ya se iba y da vuelta.
Como alguien que olvidó despedirse.
Desde afuera, de lejos, he regresado
a la resbaladiza sustancia de la vida.
Circe Maia: El puente (1970)
Versións:
Circe Maia: Regreso; Circe Maia por ella misma; 1970; Cara B, Corte 3
miércoles, 17 de septiembre de 2025
Vals de atardecer
Los pianos golpean con sus colas
enjambres de violines y de violas.
Es el vals de las solas
y solteras,
el vals de las muchachas casaderas,
que arrebata por rachas
su corazón raído de muchachas.
Adonde llevará esa leve brisa,
a que jardín con luna esa sumisa
corriente
que gira de repente
desatando en sus vueltas
doradas cabelleras, ahora sueltas,
borrosas, imprecisas
en el río de música y metralla
que es un vals cuando estalla
sus trompetas.
Todavía inquietas,
vuelan las flautas hacia el cordelaje
de las arpas ancladas en la orilla
donde los violonchelos se han dormido.
Los oboes apagan el paisaje.
Las muchachas se apean en sus sillas,
se arreglan el vestido
con manos presurosas y sencillas,
y van a los lavabos, como después de un viaje.
Ángel González: Intermedio de canciones, sonetos y otras músicas. Tratado de urbanismo (1967)
Versións:
Pedro Guerra: Vals de atardecer; La palabra en el aire; 2003; Pista 22
enjambres de violines y de violas.
Es el vals de las solas
y solteras,
el vals de las muchachas casaderas,
que arrebata por rachas
su corazón raído de muchachas.
Adonde llevará esa leve brisa,
a que jardín con luna esa sumisa
corriente
que gira de repente
desatando en sus vueltas
doradas cabelleras, ahora sueltas,
borrosas, imprecisas
en el río de música y metralla
que es un vals cuando estalla
sus trompetas.
Todavía inquietas,
vuelan las flautas hacia el cordelaje
de las arpas ancladas en la orilla
donde los violonchelos se han dormido.
Los oboes apagan el paisaje.
Las muchachas se apean en sus sillas,
se arreglan el vestido
con manos presurosas y sencillas,
y van a los lavabos, como después de un viaje.
Ángel González: Intermedio de canciones, sonetos y otras músicas. Tratado de urbanismo (1967)
Versións:
Pedro Guerra: Vals de atardecer; La palabra en el aire; 2003; Pista 22
lunes, 15 de septiembre de 2025
Quisiera desdormirme y desandarme
A José María Gómez Sanjurjo
noble poeta y noble amigo
Quisiera desdormirme y desandarme
Quisiera desfirmarme y desdecirme
Quisiera devolverme y desllorarme
Quisiera a veces desarrepentirme
Por largas avenidas des-soñarme
Los sueños que olvidé desolvidarme
Sombra volver el cuerpo Desamarme
Presentirme Saber dónde buscarme
Mi propio llanto y ser y así sorberme
Y ser el metro con el cual medirme
el vaso con el cual mi sed beberme
y el puño que el mal golpe ha de infligirme
Quisiera alguna vez ser la cuchilla
que me corta y saber lo que ella siente
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Quisiera alguna vez sencillamente
andar descalza por mi propia orilla
Josefina Plá: Follaje del tiempo (1965-1979) (1982)
Versións:
Hilda Lizarazu e Vero Bellini: Quisiera; La canción de las poetas; 2023; Pista 3
noble poeta y noble amigo
Quisiera desdormirme y desandarme
Quisiera desfirmarme y desdecirme
Quisiera devolverme y desllorarme
Quisiera a veces desarrepentirme
Por largas avenidas des-soñarme
Los sueños que olvidé desolvidarme
Sombra volver el cuerpo Desamarme
Presentirme Saber dónde buscarme
Mi propio llanto y ser y así sorberme
Y ser el metro con el cual medirme
el vaso con el cual mi sed beberme
y el puño que el mal golpe ha de infligirme
Quisiera alguna vez ser la cuchilla
que me corta y saber lo que ella siente
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Quisiera alguna vez sencillamente
andar descalza por mi propia orilla
Josefina Plá: Follaje del tiempo (1965-1979) (1982)
Versións:
Hilda Lizarazu e Vero Bellini: Quisiera; La canción de las poetas; 2023; Pista 3
viernes, 12 de septiembre de 2025
Valle del alba
Al alba, a la adormidera pura de los geómetras del sueño, los
carboneros y los que transportan tinajas bajaban a las
calles desde las aldeas del bosque, repartían sustancias
como el calor y la leche, y yo los escuchaba, yo los
escuchaba pasar hasta perderse hasta olvidarse, más allá
de mí mismo, más allá del humo de los trenes y las
montañas nevadas.
Aves del amanecer, potros del alba. Gente de la ciudad a cuyas
puertas, tirsos y vapor de caravanas, tañe su juventud la
primavera. Los que amansan caballos, hombres cuyo
oficio es la madrugada, pescadores de batracios en las
charcas umbrías de la aurora y los que curten blancas
pieles de cabra bajo la jauría de las estrellas.
Multitud de los valles sembrados de cilantro, multitud azul
de la tristeza, muchachas de las cabañas que recolectáis
especias, manos enternecidas por la siringa y los pájaros.
Vosotros cuyo silencio no conoce la duración del olvido,
timbradores de címbalos, carpinteros de cancelas para
los animales en celo, lejanas mujeres de los casares que
alimentáis ocas las tardes de lluvia
Esta es la hora de los ancianos alrededor de una fuente, losa
de la cavilación y la antigüedad del anochecer. Ciudad de
los que juegan a las tabas bajo los árboles, consentidos
aduladores del meteoro y la botánica, musicantes
silvestres.
Mi corazón os ha oído, mi corazón largamente ha escuchado
el silbo de los astros y al urogallo del bosque. Voces de
la diversidad y la astucia junto a la lonja reverdecida
por la albahaca de mayo. Voz de los gramáticos y voz
de las viudas ante las jaulas de mimbre, exclamación
del silencio en los atrios de la serenidad y exclamación de
las bestias bajo los puentes ante las herramientas de filo.
Día afligido por un pensamiento cuya sombra no existe. Día
nombrado por la prudencia de quien descifra el telégrafo,
de quien blanquea un asilo o azoga la soledad de la
muerte en la humedad de una fonda.
Concurrencia agreste que acude a mi alma, gente de la colina,
gente de las afueras que comerciáis en la plaza, el que
machaca romero sobre una piedra de sílice y el que
enjambra colmenas entre las matas de urces. País de los
trenzadores de banastas, país de los melodistas de
armónicas y vendedores de cebos en la extensión de la
niebla.
Extranjeros guiados por el aliento de la muerte, constructores
de estatuas y maestros de esquila bajo la curva de los soportales.
Muchachos de aldea, muchachos cuya memoria es veloz
como el rayo y se desvanece y no alumbra. Jóvenes de una
orilla del río, cuerpos de la alameda con una hoz y una
azada bajo el aullido de las estrellas. Ebrios adolescentes
en el fervor del agua, los solitarios bajo la sombra de
los viejos puentes de madera y los que al atardecer
contempláis con delicia el jaspe mojado de la melancolía
y los sueños.
Hablad de este día, decid de qué perlada víspera de nieve
llegáis a mi boca, día de las mujeres fértiles junto a las
viñas, día de los dóciles, de los que tallan báculos y de
los tintoreros de género.
Gente del río, escamadores de peces, los que engarzan la pluma
vívida de los anzuelos y los que sois transparentes como
una boya de vidrio en la adivinación de los vientos, gente
del estero y los vados, aguadores del amanecer que
entonáis en el prado la romanza furtiva de los que saetean
alondras.
Tierra que cantas debajo de la tierra. Tierra elegida por los
bebedores de vino que trazaron la línea del horizonte
y los mapas. Los que encendieron hogueras, el pastor
de relámpagos y los acopiadores de bayas, tribu del
anochecer, resplandor de los dioses sobre las colinas
de hierba. Tierras del alba, frontera de los pulsadores de
cítara, pueblo cuya soledad es dulce en el sonido de mi
corazón.
País de la semilla, país de la ribera donde balan las corzas.
Habitantes del valle, gentes del oeste atravesando la
niebla. Este es el lugar donde la vida, este es el lugar
donde la muerte, ferreteros y sastres, bailinistas cuya
felicidad es útil en la celebración, el que construye un
palomar y quien se inclina ante el fuego.
Virtud de las básculas en los establecimientos del jueves,
virtud de las artesas con sal, aroma de las droguerías.
Gente que transcurre en la plaza, el señalado del alba, el
campanero, los que hornean hogazas y el linotipista de
esquelas.
Humo y silencio de los dialectos del monte. Esa mujer que
está sola. El estambre de lana y la parra del pozo. El
pensamiento de esa mujer que fue joven y soñó con
el mar y ha envejecido. La habitación de sombra, la oscura
que está ahí como leña cortada, como el agua profunda
mientras sufren las norias, mientras cruzan los pájaros
hacia las ínsulas ardientes del otoño, los pájaros morados
del olvido, las aves del ciprés, los mirlos muertos, los
pájaros egipcios de la noche, los pájaros sagrados del
incesto.
Hace ya mucho tiempo que han ardido los bosques, hace ya
mucho tiempo que en los establos de heno la soledad
aventa los vilanos del cardo.
Valle sin misericordia, lo palidecido en las hojas de los robledales
eternos y las voces heladas del druida.
Juan Carlos Mestre: Antífona del otoño en el Valle del Bierzo (1986)
Versións:
Juan Carlos Mestre: Al alba; Antífona del otoño en el Valle del Bierzo; 2004; Pista 5
carboneros y los que transportan tinajas bajaban a las
calles desde las aldeas del bosque, repartían sustancias
como el calor y la leche, y yo los escuchaba, yo los
escuchaba pasar hasta perderse hasta olvidarse, más allá
de mí mismo, más allá del humo de los trenes y las
montañas nevadas.
Aves del amanecer, potros del alba. Gente de la ciudad a cuyas
puertas, tirsos y vapor de caravanas, tañe su juventud la
primavera. Los que amansan caballos, hombres cuyo
oficio es la madrugada, pescadores de batracios en las
charcas umbrías de la aurora y los que curten blancas
pieles de cabra bajo la jauría de las estrellas.
Multitud de los valles sembrados de cilantro, multitud azul
de la tristeza, muchachas de las cabañas que recolectáis
especias, manos enternecidas por la siringa y los pájaros.
Vosotros cuyo silencio no conoce la duración del olvido,
timbradores de címbalos, carpinteros de cancelas para
los animales en celo, lejanas mujeres de los casares que
alimentáis ocas las tardes de lluvia
Esta es la hora de los ancianos alrededor de una fuente, losa
de la cavilación y la antigüedad del anochecer. Ciudad de
los que juegan a las tabas bajo los árboles, consentidos
aduladores del meteoro y la botánica, musicantes
silvestres.
Mi corazón os ha oído, mi corazón largamente ha escuchado
el silbo de los astros y al urogallo del bosque. Voces de
la diversidad y la astucia junto a la lonja reverdecida
por la albahaca de mayo. Voz de los gramáticos y voz
de las viudas ante las jaulas de mimbre, exclamación
del silencio en los atrios de la serenidad y exclamación de
las bestias bajo los puentes ante las herramientas de filo.
Día afligido por un pensamiento cuya sombra no existe. Día
nombrado por la prudencia de quien descifra el telégrafo,
de quien blanquea un asilo o azoga la soledad de la
muerte en la humedad de una fonda.
Concurrencia agreste que acude a mi alma, gente de la colina,
gente de las afueras que comerciáis en la plaza, el que
machaca romero sobre una piedra de sílice y el que
enjambra colmenas entre las matas de urces. País de los
trenzadores de banastas, país de los melodistas de
armónicas y vendedores de cebos en la extensión de la
niebla.
Extranjeros guiados por el aliento de la muerte, constructores
de estatuas y maestros de esquila bajo la curva de los soportales.
Muchachos de aldea, muchachos cuya memoria es veloz
como el rayo y se desvanece y no alumbra. Jóvenes de una
orilla del río, cuerpos de la alameda con una hoz y una
azada bajo el aullido de las estrellas. Ebrios adolescentes
en el fervor del agua, los solitarios bajo la sombra de
los viejos puentes de madera y los que al atardecer
contempláis con delicia el jaspe mojado de la melancolía
y los sueños.
Hablad de este día, decid de qué perlada víspera de nieve
llegáis a mi boca, día de las mujeres fértiles junto a las
viñas, día de los dóciles, de los que tallan báculos y de
los tintoreros de género.
Gente del río, escamadores de peces, los que engarzan la pluma
vívida de los anzuelos y los que sois transparentes como
una boya de vidrio en la adivinación de los vientos, gente
del estero y los vados, aguadores del amanecer que
entonáis en el prado la romanza furtiva de los que saetean
alondras.
Tierra que cantas debajo de la tierra. Tierra elegida por los
bebedores de vino que trazaron la línea del horizonte
y los mapas. Los que encendieron hogueras, el pastor
de relámpagos y los acopiadores de bayas, tribu del
anochecer, resplandor de los dioses sobre las colinas
de hierba. Tierras del alba, frontera de los pulsadores de
cítara, pueblo cuya soledad es dulce en el sonido de mi
corazón.
País de la semilla, país de la ribera donde balan las corzas.
Habitantes del valle, gentes del oeste atravesando la
niebla. Este es el lugar donde la vida, este es el lugar
donde la muerte, ferreteros y sastres, bailinistas cuya
felicidad es útil en la celebración, el que construye un
palomar y quien se inclina ante el fuego.
Virtud de las básculas en los establecimientos del jueves,
virtud de las artesas con sal, aroma de las droguerías.
Gente que transcurre en la plaza, el señalado del alba, el
campanero, los que hornean hogazas y el linotipista de
esquelas.
Humo y silencio de los dialectos del monte. Esa mujer que
está sola. El estambre de lana y la parra del pozo. El
pensamiento de esa mujer que fue joven y soñó con
el mar y ha envejecido. La habitación de sombra, la oscura
que está ahí como leña cortada, como el agua profunda
mientras sufren las norias, mientras cruzan los pájaros
hacia las ínsulas ardientes del otoño, los pájaros morados
del olvido, las aves del ciprés, los mirlos muertos, los
pájaros egipcios de la noche, los pájaros sagrados del
incesto.
Hace ya mucho tiempo que han ardido los bosques, hace ya
mucho tiempo que en los establos de heno la soledad
aventa los vilanos del cardo.
Valle sin misericordia, lo palidecido en las hojas de los robledales
eternos y las voces heladas del druida.
Juan Carlos Mestre: Antífona del otoño en el Valle del Bierzo (1986)
Versións:
Juan Carlos Mestre: Al alba; Antífona del otoño en el Valle del Bierzo; 2004; Pista 5
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