sábado, 14 de julio de 2012

Canción del hombre libre

Quizá mañana
cuando mi mirada
no brote en la luz
como pobre amapola de agua,
venga la soledad.

Pero hoy canto en libertad
y mientras canto
no estoy aislado,
pues el corazón va conmigo
y con él hablo.

Beberé el paisaje
en un amanecer de lirios.
Las campanas del mar
en los vientos fugitivos.
Cada momento un pájaro,
cada pulso un latido.
Una espada de lluvia
cortando la flor del viento.

Ni las miradas torvas,
ni los labios esquivos,
ni las voces enemigas,
ni los hombres miserables.

Viviré como el fuego
encendido en la noche.
Tendré cumbres de estrellas,
cantaré para los hombres.

Estoy conmigo mismo.
El corazón es quien manda,
y yo obedezco.
Cicais mañá
cando a miña mirada
non abrolle na luz
como cativa mapoula de auga,
veña a soedade.

Pero hoxe canto en libertá
e mentras canto
non estou isolado,
que o corazón vai comigo
e con il falo.

Beberei a paisaxe
nun amencer de lirios.
As campanas do mar
nos ventos fuxidíos.
Cada intre un paxaro,
cada pulso un latexo.
Unha espada de chuvia
cortando a frol do vento.

Nin as olladas torvas,
nin os beizos esquivos,
nin as voces nemigas
nin os homes cativos.

Vivirei coma o lume
alcendido na noite.
Terei cumios de estrelas,
cantarei para os homes.

Estou comigo mesmo.
O corazón é quen manda,
i eu obedezo.

Celso Emilio Ferreiro: Longa noite de pedra (1962)*

Versións:
Aguaviva: La canción del hombre libre; La casa de San Jamás; 1972; Pista 7



* [Poema incluido na segunda edición da obra, no ano 1967]

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