Mi asiento dejo —empujo la entornada
Puerta, vuelvo a mi libro,
Los anchos ojos en sus letras clavo,
Como cuerdas heridas, tiemblo y vibro,—
Y ruge, y muerde el alma atormentada,
Como en cuerpo de mármol encerrada.—
José Martí: Flores del destierro (1895)
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