sábado, 28 de diciembre de 2019

Romance de Delgadina

Un rey tenía tres hijas,
todas tres como la plata,
la más pequeña de ellas
Delgadina se llamaba.
Un día estando a la mesa
su padre la remiraba:
—Mucho me mira usted, padre,
mucho me mira a la cara.
—Más te tengo de mirar
si has de ser mi enamorada.
—No lo quiera Dios del cielo,
ni la Virgen soberana,
ser de mi padre mujer,
madrastra de mis hermanas.
—¡Alto!, ¡alto, mis criados!,
a Delgadina encerradla
en un cuarto muy oscuro,
donde no se vea nada;
que no la den de comer,
sino cecina salada,
que no la den de beber,
sino agua de retama.
Al cabo de siete años
el cuarto se hizo ventana.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a la ventana
donde estaban sus hermanos
tirando al juego de barras.
—Hermanos, porque lo sois,
alcanzadme un jarro de agua,
que con el alma lo pido,
que la vida se me acaba.
—Hermanita Delgadina,
de buen gana lo alcanzara;
si el rey padre lo supiera,
la cabeza nos cortara.
Delgadina se retira
muy triste y desconsolada.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a otra ventana
donde estaban sus hermanas
bordando puños de plata.
—Hermanas, porque lo sois,
alcanzadme un jarro de agua,
que con el alma lo pido,
que la vida se me acaba.
—Hermanita Delgadina,
de buen grado lo alcanzara;
si el rey padre lo supiera,
la cabeza nos cortara.
Delgadina se retira
muy triste y desconsolada.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a otra ventana
donde allí estaba su madre
en silla de oro sentada.
—Madre, porque lo es usted,
alcánceme un jarro de agua,
que con el alma lo pido,
que la vida se me acaba.
—Quítate de ahí, Delgadina,
quítate de ahí, perra mala;
siete años hace con hoy
que por ti estoy mal casada.
—Y otros tantos, madre mía,
hace que estoy yo encerrada.
Delgadina se retira
muy triste y desconsolada.
Delgadina con gran sed
se ha asomado a otra ventana
donde allí estaba su padre
con los criados de caza.
—Padre, porque lo es usted,
alcánceme un jarro de agua,
que con el alma la pido,
que la vida se me acaba.
—Sí que te lo alcanzaré,
si has de ser mi enamorada.
—Padre mío, lo seré,
aunque sea de mala gana.
—¡Alto!, ¡alto, mis criados!,
a Delgadina darle agua.
Cuando llegaba el primero
Delgadina ya no hablaba;
cuando llegaba el segundo
Delgadina ya expiraba;
cuando llegaba el tercero
Delgadina muerta estaba,
no por la sed que tenía
ni por la hambre que pasaba,
que en la cabecera tiene
una fuente muy reclara,
la cama de Delgadina
de ángeles está rodeada;
en la cama de su hermano,
una víbora enroscada;
en la cama de su madre,
una serpiente alargada.
Los demonios a su padre
al infierno le llevaban.

Anónimo: Romance novelesco (XVI)

Versións:
Joaquín Díaz: Delgadina; De la picaresca tradicional; 1970; Cara A, Corte 7



Joaquín Díaz: Delgadina; Cancionero de romances; 1978; LP4, Cara A, Corte 4

(Reedición da versión do disco De la picaresca tradicional, do ano 1970.)




Nuevo Mester de Juglaría: Delgadina; Coplas del tío Sidín; 1985; Cara B, Corte 4



Candeal: Romance de Delgadina; La picaresca de Candeal; 1989; Cara A, Corte 4



Candeal: Delgadina; La herencia de Colón; 2006; Pista 11



*[Existe un gran número de variantes deste romance tradicional, transmitido oralmente.]

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