Que me llenes la casa de perfumes y medias
de cristal, y me rompas,
con las últimas bandas sonoras de la vida,
el ritmo de los versos que trato de escribir,
yo puedo comprenderlo.
Yo comprendo
la arritmia de la aritmética, el desdén que profesas
por los Austria, los rojos corazones
en la blancura virgen de tus folios,
tus primeros dolores de mujer,
yo lo comprendo todo.
Pero no me provoques, hija mía:
no me traigas a casa tan dulces quinceañeras
de inexplicables ojos, de miradas
aún más inexplicables. Diles que no se pinten
los labios en mi espejo, que no te presten ropa.
No metas en mi infierno a esos diablos
que me tratan de usted. Se buena hija
y evítale a tu padre el duro lance
de morirse de amor por tu mejor amiga.
Pedro Sevilla: La luz con el tiempo dentro (1996)
Versións:
Juan Luis Pineda: Sensación de vivir; Olla de grillos; 2002; Pista 3
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