jueves, 6 de febrero de 2014

Eco y yo

A la Señora Susana Torres de Castex

Eco, divina y desnuda
como el diamante del agua,
mi musa estos versos fragua
y necesita tu ayuda,
pues, sola, peligros teme.
     —¡Heme!
—Tuve en momentos distantes,
     antes,
que amar los dulces cabellos
     bellos,
de la ilusión que primera
     era,
en mi alcázar andaluz
     luz,
en mi palacio de moro
     oro,
en mi mansión dolorosa
     rosa.
Se apagó como una estrella
     ella.
Deja, pues, que me contriste.

     —¡Triste!
¡Se fue el instante oportuno!
     —¡Tuno!...
—¿Por qué, si era yo suave
     ave,
que sobre el haz de la tierra
     yerra
y el reposo de la rama
     ama?
Guiome por varios senderos
     Eros,
mas no se portó tan bien
     en
esquivarme los risueños
     sueños,
que hubieran dado a mi vida
     ida
menos crueles mordeduras
     duras.
Mas hoy el duelo aún me acosa.
     —¡Osa!
—¡Osar, si el dolor revuela!
     —¡Vuela!
—Tu voz ya no me convence.
     —vence.
—¡La suerte errar me demanda!
     —Anda.
—Mas de ilusión las simientes...
     —¡Mientes!
—¿Y ante la desesperanza?
     —Esperanza.
Y hacia el vasto porvenir
     ir.
—Tu acento es bravo, aunque seco,
     eco.
Sigo, pues, mi rumbo, errante,
     ante
los ojos de las rosadas
     hadas.
Gusté de Amor hidromieles
     mieles;
probé de Horacio divino,
     vino;
entretejí en mis delirios
     lirios.
Lo fatal con sus ardientes
     dientes
apretó mi conmovida
     vida;
mas me libró en toda parte
     arte.
Lista está a partir mi barca
     arca
do va mi gala suprema,
     —Rema.
—Un blando mar se consigue.
     —Sigue.
—La aurora rosas reparte.
     —¡Parte!
¡Y a la ola que te admira
     mira,
y a la sirena que encanta
     canta!

Rubén Darío: El canto errante (1907)

Versións:
Andy Chango: Eco y yo; Tributo a Rubén Darío* (VVAA); 2000; Pista 13



*[CD incluido no nº 20 da revista Zona de Obras]

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