martes, 19 de junio de 2012

Afró, Tambú

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                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé,

señora de las rosas y del amor,
del carro de palomas, del vientre azul,
         ungida de sudor de mirra,
      diosa del mar de risueño llanto,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé,

que de tus pechos asnos en celo van
paciendo, tú, que abrevas del corazón
         de tu granada desgajada
      larga la sed de los paraísos,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé,

escúchame, señora: a mi rezo tú
la blanca oreja torna: que vuelva: haz
         que vuelva a casa y a mis brazos,
      Maraliló la de mansos ojos.

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé,

tú por tu mano tráela, tu mano pon
en su cintura, y tráemela sin voz,
         como en un aura de canela
      mástil en flor por el mar antiguo,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé.

Pero ¿por qué, señora, pero por qué
no pudo ser? ¿Por qué la dejaba huir
         cuando temblaba entre estos brazos
      presa y «No, no» me decía y «Deja»,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé?

Decía ella «Deja, que no»: que no
quería, que conmigo que no. Y olor
         de pan manaba de su pelo.
      ¿Cómo se fue? ¿Para qué la oía,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé?

Pero tú, diosa, mándala aquí: que yo
no tenga que mentirle; porque ella es
         hermana mía, y me decía
      que era mentira el amor, y acaso,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé,

acaso es cierto, y yo no le sé decir
que sí, que amor, que cabe que haya paz
         entre hembra y hombre. Y sin embargo
      su corazón contra mí batía,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé:

las puntas de sus pechos mi corazón
herían, y decía «Que no», y yo
         la oí, la oía. Pero, diosa,
      tú engáñala para mí, tú, tráela,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé:

abrasa su dormida imaginación
de huellas mías: que arda como ardo yo;
         que venga sola; que es hermana
      mía y me muero de amor por ella,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé;

que dijo «No te quiero» y que sin querer
dejó en mi pecho roce de llaga en flor
         y en mis rodillas; y no supe
      desanudar la cintura aquella,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé.

Pero tú, diosa, hazla que venga a mí
por esa calle, a este rincón. ¿No ves
         como me muero? En este banco
      donde la tuve a mi par sentada,

                  Afró, Tambú,
Zadüíngara, Júmbara, Semelé,

besando de sus nalgas la huella voy,
y husmeo como un perro por el vial
         su rastro, y ya la luna hace
      sombra de mí, y me muero de ella.

Agustín García Calvo: Canciones y soliloquios (1976)

Versións:
Chicho Sánchez Ferlosio: Afró, Tambú (canto a Venus); A Contratiempo; 1978; Pista 11



Agustín García Calvo, Chicho Sánchez Ferlosio e Amancio Prada: Concierto Canciones y soliloquios; Teatro Español de Madrid; 19 e 20 de Novembro de 1982.



Amancio Prada: Afró, Tambú; Canciones y soliloquios; 1983; Pista 8

3 comentarios :

  1. Gracias por esta hermosa entrada a las diosas del amor, os dejamos enlace a la web de Agustín y de ahí a la de Chicho, Isabel Escudero y más,

    un saludo

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