La ciudad es de goma lisa y negra,
pero con boquetes de olor a vaquería,
y almacenes de grano, y a madera mojada,
y a guarnicionería, y a achicoria, y a esparto.
Hay chirridos que muerden, hay ruidos inhumanos,
hay bruscos bocinazos que deshinchan
mi absurdo corazón hipertrofiado.
Yo me alquilo por horas; río y lloro con todos -
pero escribiría un poema perfecto
si no fuera indecente hacerlo en estos tiempos.
Gabriel Celaya: Tranquilamente hablando (1947)
Versións:
Aguaviva: La ciudad es de goma; Apocalipsis; 1971; Pista 4
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