El cielo es de ceniza.
Los árboles son blancos,
y son negros carbones
los rastrojos quemados.
Tiene sangre reseca
la herida del Ocaso,
y el papel incoloro
del monte está arrugado.
El polvo del camino
se esconde en los barrancos,
están las fuentes turbias
y quietos los remansos.
Suena en un gris rojizo
la esquila del rebaño,
y la noria materna
acabó su rosario.
El cielo es de ceniza,
los árboles son blancos.
Federico García Lorca: Libro de poemas (1921)
Versións:
Manolo Sanlucar e Carmen Linares: Campo; Locura de brisa y trino; 2000; Pista 6
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