viernes, 25 de febrero de 2022

Manchita

Meditabundo celaje
pinta todos los confines
y aparecen macachines
retozando en el follaje.
Salpican sobre el paisaje
las matas de mío-mío,
miran al sol con desvío
las gramillas que se encrespan
y los sauces se refrescan
con el hálito del río.


A la sombra del alero
está solita y sentada
una morocha brotada
entre el perfume campero.
Toca con golpe certero
las cuerdas del instrumento;
y reflejando en su acento
sus más limpias emociones,
tira rurales canciones
rellenas de sentimiento.


Allí van entrecruzadas
en tristes y vidalitas,
calandrias y margaritas,
rancherías y cañadas.
Aunque saltan dispersadas
y en completa confusión,
salen con tanta pasión
que retratan con anhelo
un pedacito de suelo
plantado en el corazón.

¡Qué hermosa! ¡qué linda está
esa trigueña cantora
con su frescura de aurora
y entonación de sabiá!
Es flor de mburucuyá
que donde toca se aferra,
es un clavel de la sierra,
es cuadro sobresaliente
esa morocha que siente
las cositas de su tierra.


Elías Regules: Versos criollos (1900)

Versións:

Amalia de la Vega: Manchita; Poetas nativistas orientales; 1982; Lado 1, Corte 4

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