viernes, 9 de enero de 2015

Carta sin despedida

A veces,
mi egoísmo me llena
de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin remedio,
mi querido
hermano y parigual en la desgracia.

A veces —o mejor dicho:
casi nunca—,
te odio tanto que te veo distinta.
Ni en corazón ni en alma te pareces
a la que amaba sólo hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
—quizá por imposible y por lejano.

Pero el odio también me modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme cuenta
soy otro
que no odia,
que ama
a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
largo el cabello.

Cuando sonríes, yo te reconozco,
Identifico tu perfil primero,
Y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como sigues
siendo,
como serás ya siempre, mientras te ame.

Ángel González: Sin esperanza con convencimiento (1961)

Versións:
Ángel González: Carta sin despedida; A todo amor: antología personal; 2006; Pista 20

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