Conozco la perfección, pero de muy raro modo;
buscando no decir nada, poder expresarlo todo.
Arbolito, ay arbolito, con el rocío no llores,
está presa tu raíz, pero tus ramas dan flores.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Vivía cerca de un río, pero estoy muerto de sed,
el río enseña a marcharse, pero no enseña a beber.
Vi mi juventud lejana, tan cerca la muerte vi,
que de pronto tuve ganas de vestir luto por mí.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Yo, reniego y desconfío del agua dulce del mar,
y de cada verso mío que me nació sin llorar.
Escuchas risas y aplausos, provocas una emoción,
tu canción está hecha trizas, pero aún es tu canción.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Esto lo practica Dios y algunas veces el mal,
lo bueno de tener voz, no es hablar, si no callar.
Qué canción mala no es buena, cuando cumple su destino,
perfeccionar una pena o señalar un camino.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Quién recuerda como yo, las fosas que abrió la guerra,
que están cubiertas de tierra y que la guerra existió.
Los dueños de la soberbia, tenían siempre razón,
el no equivocarse nunca, era su equivocación.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Daniel Giribaldi: Cantares y coplas (1986)
Versións:
Los Trovadores: Coplas de la libertad; Imagínalo; 1983; Lado 2, Corte 1
Jorge Marziali: Coplas de la libertad; Como un gran viento que sopla; 1984; Lado 2, Corte 5
César Isella: Coplas a la libertad; Frágil amanecer; 1984; Lado 2, Corte 5
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