Rima XLIII
Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.
¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible [del] dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía el sol.
Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba o qué pasó por mí:
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.
Gustavo Adolfo Bécquer: Rimas y Leyendas (1871)
Versións:
Benito Moreno: Dejé la luz; La vida; 1988; Cara A, Corte 2
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