Con su pechera rosada
y su levita marrón;
con ese cuerpo robusto
y ese aire de gran señor,
nadie lo imaginaría
tan delicado cantor.
Muere el sol y, junto al río,
da sus silbos el zorzal:
la tarde que se marchaba
se volvió, para escuchar;
el agua que iba corriendo
se detuvo hecha un cristal;
el aire quedó en suspenso;
la brisa, sin respirar;
abrió una boca tamaña
la luna sobre el sauzal,
y con lágrimas de estrellas
el cielo rompió a llorar...
Anochece... Junto al río,
sigue cantando el zorzal.
Juan Burghi: Pájaros nuestros (1942)
Versións:
Santiago Arrieta: El zorzal; Pájaros nuestros (Libro sonoro). Poemas de Juan Burghi; 1942; Lado 2, Corte 2
Amalia de la Vega: El zorzal; Amalia la nuestra; 1975; Lado 2, Corte 4
Amalia de la Vega: El zorzal; Lo que quisiera tener; 2006; Pista 3
No hay comentarios :
Publicar un comentario